Tierra de dragones

5ª parte

—¿Está hablando de las islas en las que experimentaron con bombas atómicas hace casi sesenta años? —Expuso Alfonso.

         —¡Exacto! —respondió Antonio—. Es un territorio gigante. Lo desalojaron por precaución aunque la radiación no afecto a todas ellas. En Tupana se libraron y es donde vamos. Pero cuidado, hace unos años hubo una epidemia terrible. La armada francesa hizo limpieza y la ha tachado del mapa de modo que nadie puede ir legalmente. En definitiva, el lugar más secreto y seguro del mundo a día de hoy.

         — ¿Qué clase de epidemia fue? —Preguntó Jaime.

         — No viene al caso, ya ha sido erradicada —replicó Antonio, quitándole importancia—. Instalaros donde queráis, algunas casa están hechas trizas pero otras sólo necesitan unos arreglos. He instalado el laboratorio en la iglesia, es un lugar espacioso y aunque no tiene comodidades, podréis trabajar a vuestras anchas. No tendréis la limitación de espacio que sufríais en la universidad.

         — Tengo una duda —objetó Olivia—. Si es tan prohibido como dice, ¿cómo conseguiremos que nos manden el material?

         — Yo lo traeré por el mismo medio que voy a llevaros. Si estáis preparados, arrancamos.

         — Vamos ya —se impacientó Alfonso.

         La nave emitió un zumbido y se hizo el silencio absoluto. Vieron a través de las paredes y notaron un mareo como de vértigo. Se elevaron sin inercia y volaron a una velocidad imposible para cualquier aparato fabricado por el hombre. No podían respirar pero tampoco parecían necesitarlo.

         Cuando el sonido regresó lo hizo con un trueno ensordecedor y ya estaban en una playa paradisíaca que invitaba al chapuzón y evocaba el idílico destino de unas buenas vacaciones.

         — ¿Qué ha pasado? —Protestó Alfonso—. ¿Ya hemos llegado?

         — Bienvenidos a Tupana. Vuestro hogar durante todo un año. Espero que lo disfrutéis —comentó Antonio, sonriendo.

         — Me he mareado —dijo Vanessa.

         — Hubieran avisado que era playa. Me he traído dos jerséis por si nos íbamos a Siberia —protestó Yenny—. Y no tengo trajes de baño.

         — Nadie te va a ver si te bañas desnuda —bromeó Jaime.

         — Más quisieras tú —replicó ofendida.

         — Si quieres te presto un bañador —dijo él divertido.

         — No, gracias.

         — ¿De qué fue la epidemia? —Preguntó Alfonso.

         — No debería preocuparte el pasado —Respondió Antonio—, céntrate en otros tiempos. El objetivo es el futuro.

         — Bueno, no nos desviemos de nuestro objetivo —dijo Elisa, quitándole importancia.

         Se bajaron de la nave con sus equipajes y Antonio y Abby se quedaron en la plataforma para despedirlos.

         — Mañana volvemos. Aprovechar hoy, reconocer el poblado y buscar vuestras casas. El laboratorio está abierto, no tiene pérdida, es allí, la única iglesia que hay por aquí.

         Señaló hacia la isla y vieron una cruz sobre las palmeras.

         — Pasarlo bien. Hay mucho trabajo por delante.

         La rubia y él se metieron en la nave y el aparato desapareció.

         — Estos tíos son flipantes —opinó Alfonso—. ¿De dónde ha salido una nave tan alucinante?

         — Es bueno saber que tarda tan poco en llegar —adujo Elisa—. Ya lo habéis oído, vamos a inspeccionar el poblado.

         — Pues yo me daría un bañito —propuso Jaime mirando las aguas cristalinas.

         Elisa y el resto le ignoraron y se quedó solo imaginándose en plena zambullida al mar y chapoteando entre los corales.

         — Bueno, ya habrá tiempo. Me encanta el sitio.

 

 

         Caminaron con dificultad cargando con las maletas lentamente por pisar sobre la arena de playa. Elisa se fue quedando atrás a medida que se acercaban al pueblo, un lugar abandonado donde la mayor parte de las casas tenían agujeros de bala. Casi ninguna puerta estaba en su sitio y las que se mantenían, estaban cerradas e imposibles de abrir.

         — ¿Qué clase de epidemia se erradica a base de disparos? —Preguntó Jaime, asustado.

         — En África se matan sin la excusa de un virus —comentó Alfonso—. Lo que espero es que los que disparaban no sigan por aquí —opinó Alfonso.

         — O los enfermos, no sé qué es peor —completó Vanessa—. Imagínate, ¿por qué tendrían que dispararles?

         Olivia se detuvo en seco obligando a Jaime a detenerse bruscamente tras ella.

         — Soy la única que ha pensado: "Vale, nos traen al culo del mundo, nos prometen pasta pero no la veremos hasta dentro de un año, y si ese hombre muere o nos traiciona nunca podremos salir de aquí y si le matan no veremos un euro. En serio, me siento muy insegura ahora mismo".

         — Yo creo que cuando alguien coge un cuchillo no significa que te lo vayan a clavar. Eres una catastrofista —Reprendió Jaime.

         — No tío, si lo fuera —intervino Alfonso—, diría que esta isla está llena de zombis y van a sorber nuestros cerebros con una pajita del Burger —y soltó una risotada.

         — ¿Alguien va a dejar de decir estupideces? —Reprendió Elisa, harta—. Vamos a la iglesia. Hay que trabajar cuanto antes porque os recuerdo que hay que poner a viajar la máquina un año para que podamos ver los resultados y aun no la hemos construido.

         — Eso no es cierto —replicó Alfonso—. Verá, Elisa, podemos triplicar la capacidad de la batería de la máquina, programar el ordenador para que grabe y regrese a nuestro tiempo un minuto después. Si funciona no necesitaremos esperar un año.

         Elisa y los otros le miraron confundidos.

         — ¿Se puede hacer eso? ¿Por qué no lo dijiste antes? —Le reprendió la jefa.

         — Se me ocurrió ayer. Disculpar si los genios no tenemos las ideas en el momento más conveniente.

         — Y digo yo... ¿Hay electricidad aquí? —Cuestionó Jaime—. ¿Cómo recargaremos las baterías?

         Mientras hablaban llegaron a la iglesia, un edificio alto de pared lisa y blanca de cal... Rodeada de manchas negras como de manos ensangrentadas.

         — ¿Eso es sangre infectada? —Preguntó Vanessa—. ¿Y quieren que trabajemos ahí?

         — No chupes las paredes —replicó Alfonso, guasón—. Ya sabemos que te encanta pero trata de evitarlo.

         — ¡Gilipollas! —Replicó la chica dándole un tortazo.

         — ¡Eso es violencia de género! —Protestó, airado—. Si te llego a arrear yo me meten en la cárcel tres años.

         — Ya basta —exclamó Elisa—. Dejar de portaros como críos de instituto.

         — Me ha pegado ella —se excusó Alfonso.

         — Acércate y te caerá otra por llorón.

         — ¡Eso es una amenaza! Olivia, tú eres testigo. Ahora mismo me siento muy inseguro —puso voz lastimosa y Jaime lo celebró con una carcajada.

         — Ven aquí y te doy otra bofetada —replicó Olivia, riéndose.

         — Vaya tela —opinó Yenny con seriedad—. Esto es como estar con mis sobrinos.

         — Vamos a dentro, comportaros por favor —insistió Elisa.

         Fueron a la entrada principal y la encontraron cerrada tan firme que ni diez hombres podrían moverla.

         — Válgame Dios, estas marcas son de uñas. De centenares de ellas —dijo Alfonso al fijarse en unas líneas que habían levantado al menos medio centímetro de madera de los tablones que hacían de puerta.

         — ¿Cómo vamos a entrar? —Preguntó Yenny.

         — Quiero soltar esta maleta, no siento los dedos de mi mano —protestó Olivia.

         — Esperar aquí, de algún modo Antonio tuvo que entrar a dejar el material —se ofreció Jaime. Buscaré una puerta trasera y os aviso.

         — Voy contigo —dijo Alfonso.

         Rodearon el edificio sin perder detalle de lo que había en el suelo. Huesos humanos secos al Sol de brazos y piernas, como si hubieran desmembrado a decenas de personas.

         — Mi madre, ¿qué infiernos ha pasado aquí? —Barruntó Jaime.

         — Ahora que no están las chicas y no se pueden burlar, yo diría que han filmado una película de zombis.

         — ¿Y dejarse tirado todo este atrezo tan bien hecho? Si es cierto, no será huesos de verdad.

         Jaime se agachó y cogió el antebrazo de lo que debió ser una mujer. Al tirar de la mano huesuda los dedos se descoyuntaron y la falange más pequeña se quebró y se quedó únicamente los tres huesos del dedo. Los examinó de cerca y vio restos secos de las fijaciones de los tendones. Una hormiga vagabundeaba por encima buscando algún resto comestible.

         — No necesito ser experto para afirmar que este hueso es auténtico.

         — Si no fue una película,... —Alfonso suspiró—. ¿Crees que hubo zombis o rabiosos por aquí?

         Jaime suspiró escéptico y se detuvo a encarar a su compañero.

         — Las evidencias nos indican que fue una matanza indiscriminada. Las marcas de uñas en la iglesia pueden obedecer al hecho de que los enfermos entraron en pánico y quisieron entrar aquí como si fuera el único lugar donde podían refugiarse —expuso Jaime—. ¿Zombis? creo que tienes demasiada imaginación.

         Alfonso no repuso una palabra, lo que decía su compañero era lo más probable.

         Rodearon un cementerio que parecía lo único tranquilo de aquella isla. Allí no había  huesos, restos de sangre ni señales de violencia. Después del cementerio vieron una puerta metálica aparentemente intacta.

         Corrieron hasta allí y la abrieron sin problemas.  Era la sacristía, estaba vacía y recién desinfectada por el olor a alcohol y lejía.

         — ¡Por aquí! —Exclamó Jaime.

 

         En el interior encontraron todo el material de la universidad, las impresoras 3D, los soldadores, los prototipos, las cobayas, mesas nuevas y un generador eléctrico que funcionaba con gasolina. Al lado había unos cincuenta galones apilados.

         — ¿Esto qué es? —Preguntó Vanessa al fijarse en una estantería repleta de bombonas alargadas y negras, numeradas hasta el 50.

         Se acercaron a examinarlas y Alfonso cogió una para verla en detalle.

        Grafeno —leyó—. Cada bombona proporciona veinte metros cuadrados de cubierta uniforme y flexible.

         — Caray, y nosotros perdiendo semanas en hacer las cubiertas con el polvo ese español como si fuéramos pasteleros —protestó Yenny—. Si todo va bien podríamos terminar mucho antes de lo previsto, ¿Verdad, Alfonso?

         — El contrato habla de un año de trabajo, no recuerdo que diga nada de que no nos paguen si terminamos antes.

         — Pero sí decía que de no tener éxito en el plazo establecido cobraremos la mitad —aclaró Elisa—. Así que poneros a ello. Cuanto menos gastemos más agradecido estará el Señor Jurado de modo que no perdáis tiempo. A las doce vamos a ver qué comemos. Allí están los suministros —señaló unas neveras portátiles que ella había examinado unos segundos antes.

         — Madre mía son las diez —se asombró Yenny—. Hemos tardado menos en llegar que cuando íbamos a la universidad.

 

 

         Se pusieron manos a la obra, Se reunieron para repartir las tareas siguiendo su ya habitual metodología "Scrum" de trabajo en grupo, según la cual todos debían ser conscientes del avance de los otros cada día y los retrasos y sus motivos eran objeto de debate entre ellos.

         Olivia era la única que se sentía fuera de lugar dado que su trabajo era hacer pedidos y llevar recuento de inventario y creyó que perdía el tiempo escuchando las tareas de sus compañeros, que Alfonso debía programar el ordenador, Jaime montaría el esqueleto de la cabina con aluminio anodizado, Vanessa estudiaría la posición de cada elemento, tratando de encajar todas las baterías posibles en un plano y con ayuda de Yenny harían un aparato capaz de planear en caso de ser necesario. Ella debía comprobar todo el inventario y confirmar que estaba lo que tenían en la Universidad. Pero Elisa quería que estuviera presente, como si le afectara lo que hablaban los otros. Cuando le llegó el turno suavizó el tono de su frustración.

         — Pues yo tendré que cuadrar inventario, no suena tan divertido como lo vuestro, pero aquí estoy,...

         «...Perdiendo el tiempo con esta reunión absurda a la que Alfredo nunca me habría convocado pero ¿qué voy a hacer? Él no está».

         Elisa asintió y como era la última se pusieron manos a la obra.

 

Comentarios: 8
  • #8

    Chemo (viernes, 02 septiembre 2016 21:45)

    Espero la continuación. Aunque me hubiera gustado poder salir más en la historia.

  • #7

    Ariel (viernes, 02 septiembre 2016 05:35)

    Aún sin saber lo que pudo haber pasado, jamás trabajaría en un entorno así, pero los protagonistas no tienen elección

  • #6

    Alfonso (jueves, 01 septiembre 2016 06:36)

    No creo que haya zombis puesto que el título hace referencia a dragones. Pienso que los protagonistas van a viajar al pasado o a un universo paralelo donde habiten los dragones... Bueno, al menos es la última parte lenta.

  • #5

    Yenny (jueves, 01 septiembre 2016)

    Si aparecen zombies, Jaime nos defenderá tiene experiencia porque vió The walking dead antes de viajar jajaja
    Estoy de acuerdo con Lyubasha no es normal el poco interés que tienen los personajes por saber más sobre la epidemia.
    Por fin en la isla ahora a esperar para ver como se desarrolla la historia.

  • #4

    Lyubasha (miércoles, 31 agosto 2016 20:03)

    Me ha gustado mucho esta parte de la historia y ver cómo está la isla de Tupana después de que hayan acabado con la epidemia.
    Tony, lo que no me gustó mucho fue la reacción de los personajes al descubrir los esqueletos despedazados y las huellas de uñas en la puerta, creo que reaccionaron con demasiada naturalidad, en mi opinión, hubiera sido más normal que antes de empezar a trabajar hubieran hablado algo más sobre el tema.
    Tengo muchas ganas de leer qué pasará en la segunda parte ;)

  • #3

    Tony (miércoles, 31 agosto 2016 07:29)

    Es la última parte lenta, prometido.

  • #2

    Jaime (miércoles, 31 agosto 2016 05:20)

    Siento que va muy lenta la historia, pero quizá sea necesario para presentar a los personajes y sentar las bases del relato. A mí también me sorprende que hayas subido tan rápido, Tony. Espero la continuación.

  • #1

    Tony (martes, 30 agosto 2016 23:49)

    Estoy asombrado por mantener una racha tan estable de subidas los martes.
    Además es muy probable que el próximo también pueda ser puntual porque la sexta está muy adelantada.
    Por favor, no os vayáis sin comentar.