La chica de las sombras

14ª parte

 

            Se levantaron de la cama y se vistieron. Isabel le pidió a Efrén que no mirase, extrañada de haberse quedado en bragas y sujetador mientras dormía cuando no tenía tanta confianza con él. Era evidente que no era ella la que se acostó en esa cama. Lo más extraño era que el chico no parecía advertir la diferencia.

            Efrén aprovechó, mientras ella se vestía, para comprobar su correo. Movió el ratón del ordenador y apareció en la pantalla la página de hotmail con la cuenta de Isabel.

            - ¡Ey! mira esto - dijo, sorprendido.

            - ¿Qué?

            - ¿Tienes una cuenta de correo en hotmail? - preguntó.

            - Pues... creo que sí, pero hace mucho que no la miro. Llevo meses viviendo en la calle, ¿recuerdas?

            - Escucha, tu otra yo ha estado escribiendo algo a alguien llamado laninfadelbosque_80@hotmail.com, ¿te suena?

            - Es mi correo... - dijo, extrañada -. No recuerdo haberlo abierto en meses.

            - Pues... esta noche se levantó alguien a escribirte algo. ¿No quieres ver lo que es?

            - No sé si recuerdo la contraseña - reconoció -. Hace tanto que no entro.

            Efrén se llevó las manos a la cabeza, frustrado.

            - No puede ser, no te habrías escrito...

            - Sí, si lo que quería era enviarse un mensaje a sí misma, la sombra quiero decir.

            - ¿Para qué querrías hacer eso? Además no te preocupes, la sesión está abierta, puedes ver tu correo sin clave.

            Isabel se acercó y vio que tenía razón. Le habían llegado más de seiscientos correos en todo el tiempo que llevaba sin mirar su cuenta. En la pantalla ponía que el mensaje se había enviado correctamente a su propia cuenta de correo y entonces dudó.

            - No puedo verlo... ¿Y si intenta manipularme?

            - ¿Puedo verlo yo? Si es una manipulación...

            - ¡No! Cierra la ventana. No voy a leerlo.

            - Pero puede que te estés contando cosas que debas saber - protestó el chico.

            - Mira tu correo, ¿han contestado las chicas?

            Efrén soltó un bufido de desesperación. Luego paseó el ratón por el aspa de cerrar ventana  y después de un profundo suspiro, minimizó la ventana.

            - Luego lo ves - dijo, decidido.

            Isabel negó con la cabeza. No podía fiarse de su otra yo, podía estar tendiéndole una trampa.

            - Tenemos suerte, nos han contestado - dijo, ilusionado.

            - Genial, léelo.

            Hicieron clic sobre el correo en cuestión y lo que vieron les hizo llevarse un gran chasco.

           

            "Nosotras no hacemos magia de verdad. No estudiamos templos antiguos ni nos hacemos responsables de las locuras que hagan nuestros lectores.

            Recordar, chicas. Nuestra magia es solo un juego."

 

            - Mierda, ¿eso es todo? - barbotó Efrén.

            - Tantas esperanzas para nada.

            Efrén apagó el monitor y negó con la cabeza. Estaban en un callejón sin salida.

            - Alguien tiene que saber algo - dijo Isabel -. ¿Por qué no buscas expertos en temas sobrenaturales?

            - ¿En Internet? Nos puede salir cada loco...

            - Al menos podemos intentarlo.

            - Está bien - aceptó.

            Volvió a encender la pantalla y buscó "Expertos sobrenatural". El resultado fue decepcionante. Hizo más búsquedas similares hasta que surgió un nombre que parecía más serio... Dylan Dog.

            - Eso es un cómic muy bueno - dijo Efrén -. Lo leía cuando era más joven y me encantaba. Un tío que investigaba en Londres casos paranormales.

            - Necesitamos uno real - recordó Isabel.

            - A ver... - Efrén repitió la búsqueda y añadió la coletilla "Real".

            Entonces, en la primera posición de la búsqueda apareció algo más.

            "Detective de lo Sobrenatural Antonio Jurado. Si tiene un problema que nadie puede resolver, yo le ayudaré."

            - Entra ahí, a ver qué dice - pidió Isabel.

            Efrén hizo clic y se abrió una página muy arcaica donde lo único que aparecía era un email de contacto y un número de teléfono de muchos dígitos y que seguramente era bastante caro.

            - ¿Le escribimos? - preguntó el chico.

            - Ni siquiera especifica de qué es especialista. Necesitamos uno en magia celta - replicó ella, arrugando el morro -. Pero quien sabe, lo mismo nos ayuda y todo. Mándale las fotos a ver qué contesta.

            Dicho eso le mandaron una copia de lo que le habían mandado al otro lado y Efrén se la quedó mirando, nervioso.

            Isabel sabía lo que estaba pensando, quería que abriera su email. Pero le daba miedo y no sabía por qué. Durante unos minutos se pasaron mirando la pantalla del ordenador sin que ninguno tuviera nada que aportar.

            Entonces el teléfono de Efrén sonó con fuerza. Ambos pegaron un salto del susto. El muchacho miró quién le llamaba y salía número desconocido.

            - Será tu jefe - dijo Isabel.

            - No, lo tengo registrado en mi agenda - respondió.

            - Cógelo.

            Efrén pulsó el botón verde y se puso el aparato en el oído.

            - ¿Quién es?  - preguntó.

            - Me llamo Antonio Jurado, me ha contactado por email por un asunto de magia celta. ¿Puede decirme dónde ha sacado esas fotografías?

            Isabel había acercado su oído al teléfono y lo escuchaba todo. Efrén la miró extrañado, sin saber qué decir.

            - Sí, eh... bueno acabo de hacerlo ahora mismo, no esperaba que respondiera tan pronto.

            - ¿Dónde sacó las fotos? - insistió el hombre.

            - En una mansión de Londres donde ocurren cosas muy raras. Pensamos que esos símbolos tienen algo que ver.

            - ¿Londres? - preguntó el detective -. Cielos, eso me pilla lejos...

            Se escuchó una voz femenina por el auricular, parecía una chica joven.

            - ¿Puede ayudarnos? Nos basta con que nos diga lo que significan esos símbolos.

            - Verá,... ¿Efrén? Sí, mire, nunca había visto algo así.

            Efrén puso cara de frustración. Isabel negó con la cabeza y le pidió en un susurro que le cortara con un gesto de la mano.

            - Ya imaginaba - replicó él -. Bueno, ha sido un placer...

            - Pero sí entiendo los símbolos celtas y tengo una amiga que sabe de estas cosas - añadió el detective-. Le enviaré las fotos y si consigo algo de información útil podremos hablar de mis honorarios.

            - ¿Honorarios? - se extrañó -. ¿Cuanto piensa cobrar?

            - Normalmente son 500 euros al día, pero dado que es posible que no me lleve tanto tiempo, les emitiré una factura en cuanto consiga la información. Según lo que tarde, así les cobraré.

            - Si piensa cobrarnos... no se moleste. No tenemos mucho dinero, ¿sabe?

            El otro lado del auricular se quedó en silencio. Efrén pensó que le había colgado pero justo cuando iba a cortar, la voz volvió a sonar.

            - ¿Qué clase de cosas raras ocurren en la mansión?

            - Sombras sin dueño. Montones de ellas. Además acosan a mi amiga y no sabe qué hacer para librarse de ellas.

            - ¿Fantasmas?

            - No, son tangibles. Ayer nos salvamos por los pelos, las vimos a través de un espejo y eran como humanos sin rasgos, gente quemada y malvada que querían matar a mi amiga.

            - Vaya, qué interesante.

            Se volvió a escuchar la voz femenina y el detective soltó un largo suspiro.

            - Está bien, me informaré de los símbolos y cuando tenga algo que decirles se lo haré saber.

            Colgó sin despedirse lo que dejó a Efrén con cara de no saber cómo reaccionar.

            - Qué tío más raro - se quejó Isabel.

            - Ahora sí que podemos dormir un poco más - dijo Efrén, bostezando exageradamente.

            - ¿Crees que nos llamará? - preguntó ella, nerviosa.

            - No,... pero no sé qué más podemos hacer. Puede que si descansas un rato te surja una gran idea.

            - No voy a dormir más - protestó Isabel -. He dormido demasiado.

            - Tu mente puede que sí, pero no tu cuerpo. Tienes una cara de cansada...

            Isabel se rindió. No solo tenía cara de cansada, tenía un sueño que no podía soportarlo. Le dolían los ojos.

            - Dormiremos un par de horas.

           

 

 

            El teléfono volvió a sonar con fuerza, despertándoles bruscamente. Isabel ni siquiera recordaba haberse acostado lo que significaba que podía haber vuelto su otra yo.  Miraron la hora y vieron que no había pasado ni una hora desde que se habían acostado.

            - Diga - contestó Efrén con voz de sonámbulo.

            - Ya sé lo que significan sus columnas aunque no son tan importantes como el círculo.

            - Ah, es usted - contestó Efrén con voz de aburrimiento -.  ¿Y cuánto me va a costar saberlo?

            - No se preocupe por eso, escúcheme atentamente. Nunca vuelva a acercarse a esa casa, ¿me ha entendido?

            - No lo pretendía. ¿Pero, qué pasa con los símbolos?

            - No son símbolos, es un poderoso conjuro invocando fuerzas oscuras. Al parecer los Celtas adoraban a la Diosa Madre y a otros dioses menores. Utilizaban sus poderes para curar y hacer el bien a su pueblo, nunca los empleaban para fines egoístas. Es imposible que ese hechizo lo hiciera un mago celta corrupto o personas que tradujeron su conjuro al lenguaje rúnico de los celtas.

            - Ya lo imaginaba - replicó Efrén -. ¿Pero es un conjuro de qué?

            - Una invocación a las fuerzas infernales. Normalmente se usan pentagramas y símbolos hebreos, que según la tradición, es el lenguaje divino.

            - ¿Una invocación a quiénes? - insistió el chico.

            - Lo que me ha contado tiene sentido con lo que dicen las runas. La traducción literal no se la voy a dar ya que en sí es una invocación muy oscura y no quiero que la pronuncie ni siquiera mentalmente. Pero para que se haga una idea, los que leyeron el conjuro, que debieron ser muchos, se convirtieron en inmortales invocando al poder de la noche. El conjuro sugiere que esa gente llevaba meses preparándose para el gran ritual que debía realizarse una noche sin luna. Hay un símbolo que lo dice claramente, la Luna no podía ser testigo del sacrificio.

            - ¿Y qué pasó?

            - Con la muerte de siete vírgenes y la sangre de sus cuerpos sellaron en esa mansión un pacto con el rey de la noche. Cada uno de los que juró lealtad al dios oscuro, que no es otro que el diablo, recibió el don de la inmortalidad. Pero el conjuro también habla de un alto precio. Seguramente fueron privados de su apariencia física.

            - ¿Y ya está? ¿Cómo sé que no se lo ha inventado?

            - No le voy a cobrar. Hágame caso y no vuelva a esa casa.

            - ¿Pero cómo me voy a librar de ellas? - preguntó Isabel, gritando para que le escuchara.

            - ¿Quién es? - preguntó el detective.

            - Es mi amiga, la que está siendo acosada por las sombras.

            - Ah, ya. Si la persiguen, es porque algo quieren de ella.

            Isabel puso los ojos en blanco, como si fuera obvio.

            - Supongo que se han encaprichado - respondió Efrén.

            - No, no, tiene que ser algo que les pertenecía y ella tiene ahora - argumentó Antonio -. Su amiga tiene algo que esas personas necesitan o desean.

            - ¿Su perrita? - preguntó Efrén, dudando.

            - También podría ser porque... según mi madre, soy hija de una de las sombras - rectificó Isabel, triste.

            - ¿Cómo? - Preguntó el detective, sorprendido.

            - Quiso matarme por ello - replicó casi sin voz.

            - Lo siento, vaya, eso es extraño pero no tiene sentido. Se supone que son personas sin cuerpo visible. Eso hace imposible que una de ellas violara a tu madre.

            - Sus palabras exactas fueron: "Tu padre era una sombra. No Henry, ¡tu verdadero padre! Tu padre era uno de ellos, ¡eres un monstruo! Te buscarán siempre hasta que den contigo y te lleven con ellos. Debí entregarte cuando aún éramos una familia, aún podía tener más hijos… Aún era joven… ¡Maldita seas!, ¡Nunca debí permitir que nacieras!" - Isabel contuvo el impulso de llorar -. Sus palabras me atormentan cada día, las siento resonar en mi cabeza sin descanso.

            - Vaya, eso lo cambia todo. Pero lo que ha dicho su amigo,... ¿Tienen una perrita que podría interesarles?

            - Mis padres se la encontraron en la mansión cuando fueron a vivir allí.

            - En ese caso, puede ser que quieran recuperarla – dedujo el hombre del teléfono.

            Isabel miró a Thai, asustada. ¿Era ella la que estaban buscando? ¿Por recuperarla, las sombras habían destruido toda su existencia?

            - Si me he enterado bien de todo lo que me han contado... –añadió Antonio -. ¿De dónde era su padre?

            - Se llamaba Henry, y era de aquí, de Londres.

            - ¿Y si perteneció al culto antes de casarse con su madre? Si ella asegura que es hija de una sombra, será porque la violó una sombra. Pero cuando te dijo eso tu madre, dijo algo así como que tu padre era uno de ellos, como si se refiriese a Henry. A lo mejor lo he entendido mal.