Los últimos vigilantes

33ª parte

 

            Una vez fuera, Alfonso se empezó a poner la camiseta cuando escuchó que Yenny debía estar en apuros, pues se oyó un grito ahogado en la planta de arriba.

            Corrió hacia allá, subió unas escaleras, entró en un despacho que tenía la puerta abierta y al llegar se quedó congelado.

            Yenny estaba sentada en un sofá y con las piernas abiertas sobre los brazos del sillón. Se había quitado las bragas y estaba sobándose la vagina con los dedos índice y corazón.

            Como creyó que le escuchó llegar no se atrevió ni a respirar, pero enseguida se dio cuenta de que estaba demasiado entretenida con su rajita como para oírle.

            Al sentirse cubierto pensó que lo mejor sería volver con los demás. Al menos ellos le dejarían mirar. A Yenny no le haría gracia verle allí plantado. Pero su mente, de repente, dejó de pensar. Sus ojos no podían apartarse de la erótica escena que se mostraba gratuitamente ante sus ojos.

            Yenny se quitó el sujetador y lo tiró como si le molestara cayendo a sus pies, quizás sin darse cuenta porque seguía sin mirarle. Verle los senos tan suaves y aterciopelados le puso el pene erecto. Alfonso se limitó a respirar, disfrutar y mirar. Cuando se quiso dar cuenta se estaba sobándose por encima del pantalón.

            Yenny se encontraba en la parte izquierda de la sala y podía verla con todo lujo de detalles pues un foco del techo la bañaba con luz halógena. Él, en cambio, estaba bajo el marco de la puerta, camuflado por las sombras del pasillo. La chica deslizaba los dedos entre los labios de su vagina estirándola buscando el clítoris con la otra mano. Un bulto de un medio centímetro que evidenciaba lo erecto que lo tenía y al sobarlo soltó un gemido de placer similar al que escuchó desde abajo.

            El hombre se bajó los pantalones y los calzoncillos y se los quitó. Comenzó a masturbarse mientras la miraba y olía cómo un perro sabueso el sujetador que tenía con la otra mano, un aroma de mujer que emanaba con fuerza por el calor que aún desprendía la prenda.

            La chica se terminó de quitar las bragas blancas de algodón que le colgaban de los tobillos. Era una tela de aspecto muy suave. Luego las utilizó para acariciarse la vagina deleitándose en su suavidad, pasándola por encima de su carnosa piel mientras se masajeaba con el fin de exhibir lo más posible su erecto clítoris. Rozarlo con sus bragas la hacía gemir de placer.

            Alfonso no pudo más y se corrió con aquella visión. Su semen se esparció por él pasillo y la moqueta del despacho, en completo silencio. En su esfuerzo por no hacer ruido no logró contener un gemido agudo que salió de su garganta y se tapó la boca, temiendo haber sido oído.

            Por suerte ella seguía tocándose, pasó sus bragas por encima de sus pezones mientras se penetraba a sí misma con dos dedos de la mano derecha.

            —¿Por qué tardas tanto? —Le preguntó, mirándole—. Ven aquí y métemela hasta el fondo.

            —¿Sabías que te miraba? Vale, ya voy.

            Para no perder la erección por correrse, Alfonso siguió masturbándose con suavidad pues su pene estaba muy sensible y a punto de ablandarse.

            —Ven aquí —ordenó ella impaciente.

            —Voy —respondió corriendo frente a ella.

            Ver su vagina tan cerca y mojada logró que su pene volviera a ponerse duro con un poco de dolor. Aprovechó para deslizarlo por encima de los labios y meterlo dentro hasta las profundidades de su empapada vagina.

            —Hazme gritar —ordenó ella.

            Estaba tan mojada que apenas notó fricción en las paredes. La cogió por las piernas abiertas y las usó de apoyo para sacar el pene y volver a insertarlo con fuerza, casi con violencia.

            El empellón la hizo gemir, al siguiente gritó y el tercero Yenny siseaba.

            —Sssiii, más rápido —ordenó.

            Le propinó una sonora palmada en el trasero, como si fuera un caballo.

            Con un fuerte empellón cogió el ritmo y su pene entró en calor. Aumento la velocidad y Yenny gimió más fuerte. Se llevó los dedos al clítoris y lo sobó con fuerza mientras él hacía chocar sus caderas una y otra vez.

            Finalmente, la chica estalló de placer y Yenny se retorció cuando aún su pene la sacudía por dentro. Alfonso seguía penetrándola mientras ella le arañaba los brazos y las nalgas con su fuerte orgasmo.

            Entonces saco el miembro viril y siguió mirando su vagina. Le bastaron unas pocas sacudidas para correrse. Su semen salpicó sobre la vieja alfombra de lo que antes fue el despacho de comandancia.

 

 

 

            Amy seguía jugando con el pene de Chemo dentro de su boca como si fuera un helado mientras Jaime quitaba la blusa de Vanessa ya completamente desnudado por ella.

            En cuanto le quitó el sostén y vio sus pechos se los quedó mirando un par de segundos.

            —¿Qué pasa? ¿No te gustan?

            —Son preciosos. Me estaba preguntando... Por cuál empezar.

            Cogió el derecho con suavidad y comenzó a lamerlo.

            —Prefiero que vayas al grano, me muero de ganas.

            Dicho eso se quitó ella sola el pantalón vaquero, las zapatillas, los calcetines y las bragas.

            Jaime se quedó paralizado al verla desnuda. Luego acarició su muslo derecho y fue a lamer la vagina. Pero ella volvió a detenerlo.

            —Al grano.

            Se abrió de piernas y quedó tendida encima del cajón. Jaime vio cómo se despegaban sus labios vaginales, humedecidos por una babilla blanca. Como ella decía, estaba mojadita.

            Se masturbó observándola hasta que su pene se puso completamente erecto y monto sobre ella, abierta de piernas. Sintió que su glande se excitaba al rozar los pelos rizados y negros que rodeaban la entrada. Luego notó la suavidad de la cavidad y después la penetró con suavidad. Temía hacerle daño de modo que no quiso penetrarla con fuerza.

            —Sigue, más rápido —exigió Vanessa entre gemidos.

            Sin decir nada se comenzó a mover más deprisa notando que su pene se excitaba a gran velocidad y en menos de cuatro empellones apretó los dientes y se corrió dentro de ella.

            —¿Qué pasa? —Preguntó extrañada—. No pares, sigue...

            —Perdona, no pude evitarlo... —Jaime aún tenía el orgasmo y su rostro convulsionado por la eyaculación.

            —¿Te has corrido dentro? —Vanessa se quiso apartar, pero él estaba tan tieso que no pudo.

            —Uff, lo siento, me moría de ganas. Normalmente aguanto más, te lo juro.

            —¿Puedes quitarte? Ni siquiera tenías condón. Qué estúpida he sido...

            —No dramatices —protestó Amy mientras veía correrse a Chemo y el semen le salpicaba la cara—. Eso te pasa por esperar que ellos tomen la iniciativa. A mí nunca me ha pasado.

            —Joder, eso ha sido... Genial —opinó el jovencito entre jadeos mientras la mujer lamía su pene limpiando los restos de semen con la lengua como si fuera deliciosa crema de nata.

            —Espero que tengáis píldoras del día después —siguió quejándose Vanessa.

            —No te las daría, aunque tuviéramos. Estamos en un mundo donde puede que seamos los últimos humanos que aún respiran —protestó Amy—. Si te quedas preñada será positivo para todos. Hace una eternidad que no veo correteando por ahí niños.

            —Ahora nos vas a decir que esto no era más que un plan para empezar a repoblar el planeta. ¿Por qué no le has dejado a Chemo correrse dentro de ti?

            —Esa idea me gusta —intervino Chemo—. Lo de repoblar se me da de maravilla.

            Vanessa ya se había vuelto a poner las bragas y se estaba poniendo la blusa.

            —Si me quedo preñada, juro que no abortaré —respondió Amy, volviendo a lamer el pene brillante de Chemo, que parecía listo de nuevo para dar batalla.

            —Um, me gustas —le dijo con sonrisa pícara—. Acabas de correrte, pero sigues listo, eso no es muy común.

            —Cuando quieras procreamos —respondió el muchacho con chulería.

            —A ver cómo lo haces.

            Amy se quedó tumbada boca arriba con las piernas abiertas y se acarició la vagina con la mano izquierda mientras con la derecha invitaba a Chemo a subir sobre ella con un gesto del dedo índice.

            Obediente se acercó y jugó con su pene erecto y húmedo con los labios igualmente mojados que lo esperaban con avidez. El glande entró fácilmente mientras ella se acariciaba los pechos.

            —Jaime, vuelves a estar erecto —festejó Vanessa señalando su pene.

            El hombre estaba observando la escena de Amy y Chemo y los miraba embobado.

            —Parece que sí —se limitó a responder.

            La chica soltó un profundo suspiro y dejó de abrochar botones.

            —Bueno, disfrutemos el momento... El mal ya está hecho.

            Se quitó las bragas y se abrazó a Jaime haciéndole caer de espaldas a la pared. Subió la pierna derecha y con una mano buscó su pene encaminándolo a su vagina, que aún no estaba satisfecha.

            Le besó en la boca mientras movió la cadera por encima de él, que jadeaba de placer.

            —Si te corres, hazlo fuera la próxima vez —le dijo al oído.

            —Espero que lo haga más tarde que tú —respondió.

            La posición era incómoda para él, tenía que sostener todo el peso de Vanessa con los brazos mientras ella daba saltitos. Él resistía por placer, pero sus bíceps empezaban a fatigarse y la muchacha parecía incansable. Su pene, aún sensible por correrse antes, era puro fuego y cada nueva penetración sentía que se incendiaba de ardiente fogosidad.

            Chemo, por su parte, hizo gemir a Amy y embistió más rápido y con movimientos circulares de cadera. La chica tenía los ojos casi en blanco cuando emitió un gemido de placer.

            —¡Qué demonios pasa aquí! —Exclamó una voz nueva.

            Todos miraron hacia allá y vieron a Ángela sosteniendo con las manos un gran número de escamas de dragón ensangrentadas.

            Las dejó caer al suelo mientras observaba la escena tan tórrida que la esperaba en el cuartel.

            —Amy, ¿lo has vuelto a hacer?

            —Lo siento capitana, nos situamos. ¿Te apuntas?

            —Ni siquiera tengo un chico para mí. Por favor parad de una vez.

            Chemo sacó su pene de la vagina de Amy y ésta le agarró del pelo.

            —Como te pares te mato —amenazó, furiosa.

            —Pero... Puede que la capitana quiera que ahora me ponga con ella. Si no podemos seguir por falta de machos, que eso no sea un problema —respondió sonriendo.

            Jaime siguió penetrando a Vanessa, que al parar por unos segundos ésta parecía haberse disgustado.

            —Vamos que yo no tengo problemas —abundó Chemo, sonriendo a Ángela mientras caminaba hacia ella.

            —Pero si tienes diecisiete años... Eres un crío —acusó Ángela.

            —No voy a denunciarla por pederasta, se lo aseguro.

            —¡Tan joven! —Exclamó Amy, asombrada—. Creí que eras mayor de edad.

            —Nunca me preguntaste.

            —Quiero que os vistáis —continuó Ángela—. No puedo quitarte el ojo de encima, Amy, no tienes remedio.

            Justo cuando dijo eso, Vanessa gritó de placer y Jaime, que podía ver la cara de enfado de la capitana, sonreía avergonzado.

Comentarios: 9
  • #9

    Jaime (viernes, 04 octubre 2019 01:47)

    Todos apoyando a Chemo. jajaja Yo también quiero jugar con Ángela.

  • #8

    Esteban (martes, 01 octubre 2019 03:28)

    ¡Yo apoyo a Chemo!

  • #7

    Chemo (viernes, 27 septiembre 2019 02:17)

    Me he tardado un poco en revisar la página de Tony y resulta ya tener la parte XXX. Es evidente que Amy sí sabe cómo divertirse. En vista que todos quieren que Ángela participe de la fiesta, convenceré a Ángela a unirse al grupo. Siento que fue muy corta esta parte, debería haber parte nueva donde participe Ángela. ¿Qué opináis?

  • #6

    Alfonso (jueves, 26 septiembre 2019 04:24)

    Estuvo interesante la acción con Yenny. Parece una chica tímida al principio pero tiene buenos gustos, jejeje. Solo añadiría que faltó que las escenas fuesen más descriptivas.
    No estaría mal tampoco una orgía con todos como en la escena de las duchas donde hubiera rotación de parejas.
    Chemo: es tu oportunidad de convencer a Ángela a unirse a la fiesta.

  • #5

    Vanessa (jueves, 26 septiembre 2019 03:48)

    ¿Por qué siempre tiene que pasar eso?
    Lo siento Jaime, has perdido tu oportunidad. Espero la segunda ronda con Chemo. Ese chico tiene pinta de toda una máquina semental.

  • #4

    Jaime (miércoles, 25 septiembre 2019 02:06)

    Honestamente, nunca me ha pasado el "te juro que es la primera vez que me pasa". Ni siquiera en mis primeras veces. En fin, supongo que Tony necesitaba su conejillo de Indias. Espero que Vanessa lo haya disfrutado.
    Habrá que hacer uno con la capitana en la siguiente parte.

  • #3

    Alejandro (miércoles, 25 septiembre 2019 01:12)

    He aquí la continuación: A la siguiente parte llega Alejandro para completar las parejas tras lo cual Ángela accede a petición de todos los presentes. Después cambian parejas y Angela usa sus poderes para que todos los varones presentes aguanten varias rondas seguidas.
    Y que no me pase lo de «es la primera vez que me ocurre». Por Dios.

  • #2

    Yenny (martes, 24 septiembre 2019 11:27)

    Me encantó el clásico " te juro que es la primera vez que me pasa" jajaja
    Como siempre Chemo muy chulo e insaciable, aunque eso de repoblar la humanidad va a estar muy pesado.
    Creo que ahora los lectores van a estar más tranquilos, la verdad yo espero más las partes de Antonio y Ángela.

  • #1

    Tony (martes, 24 septiembre 2019 00:54)

    Lamento el retraso. Espero vuestros comentarios.