Antonio Jurado y los impostores

38ª parte

Anteriormente

 

         —Cuando yo tenía dos años —comenzó ella, con gesto de dolor—, mi madre se enamoró de otra persona. Abandonó a mi padre y me llevo a su nuevo hogar. Él me quería con locura, y no soportaba la idea de que ese otro hombre intentara suplantarle. Cuando yo tenía cinco años mi papá fue a buscarme a la nueva casa de mi madre y me llevó a su finca en Toledo, aislada del mundo, creí que por protegerme de malas influencias. Me dijo que mi madre le había pedido que me llevara, que ella no deseaba tenerme más, que iba a vivir la vida y quería ataduras, ni niños, ni llantos.

»Le creí, ¿por qué no iba a hacerlo? Todo el mundo piensa eso hoy en día y cuando somos niños no nos cuestionamos lo que nos dicen los mayores.

         »La realidad fue muy distinta, el día que mi madre rompió con mi padre, él enloqueció. Planeó la manera de recuperarme. Lo hizo a sangre fría, ya no por amor hacia mí sino con el único propósito de que nadie pudiera robarme de su lado. Se auto convenció de que si no podía conservarme con él, nada más merecería la pena.

         »Aquel día, cuando me separó para siempre de mi madre, me hizo esperar en el coche mientras se despedía de ella. Después salió cargando bolsas enormes de basura que dejó en el maletero. Según me contó eran sus cosas, que por fin se las iba a llevar a su casa.

»Usé mi poder para averiguar a dónde se había ido mi madre. Por lo visto decidió que se iba a otro país y pretendía alejarme de su lado porque era un psicópata, ella le conocía mejor que nadie, y no quería que su hija tuviera que convivir con alguien así. Él respondió que pensaba exactamente lo mismo de ella y con un cuchillo jamonero le cortó el cuello sin darle oportunidad de gritar. El novio trató de reducirle pero le abrió en canal y le tapó la boca mientras intentaba pedir auxilio. Lo vi desde mi posición omnisciente, mi padre disfrutaba con aquello como quien gana un juego. Después, con una tranquilidad aterradora, llevó los cuerpos a la bañera, los dejó desangrar uno encima de otro como si fueran animales, mientras dejaba todo limpio con lejía y jabón. Cuando vio que no salía más sangre los descuartizó y los metió en bolsas grandes de basura con hielo.

         »En la nueva casa, todos los días cocinaba carne en olla exprés, lo que sobraba se lo daba a los perros, hasta los huesos más duros. Me decía que era cerdo. Además, nunca entendí por qué se reía al decir eso —el gesto de Ángela era una mezcla de asco y tristeza—. Por eso la policía jamás encontró a mi madre ni su novio por más que los buscó. Y como mi padre no tenía antecedentes y realmente ella era la adúltera, no tardaron en aceptar que decía la verdad y los declararon desaparecidos después de varios años sin aparecer.

         Antonio estaba horrorizado, como debió estarlo ella cuando se enteró de que, involuntariamente, y por la locura de su padre, se había comido a su madre y a su amante.

         »Yo le quería por encima de todo —continuó—. Creía que el primer dolido por la marcha de ella sería él. Recuerdo incluso que le animaba diciendo: Papá no te preocupes, mamá volverá algún día. Terminará echándonos de menos. No se olvidará de nosotros tan fácilmente.

»Él respondía con una sonrisa extraña, medio triste y sin decir palabra.

         »A medida que pasaron los años mi padre empezó a traer prostitutas a casa. Yo las veía llegar, las trataba como reinas, creía que cualquiera de ellas sería mi nueva madre. Pero según él, esas mujeres se marchaban por la noche y nunca volvía a verlas. Más mentiras, igualmente las descuartizaba y... Nos las ponía en el plato, a la mesa, era su forma de ir de compras ya que no trabajaba y apenas recibía subsidio por desempleo. No había tenido suficiente con el asesinato de mi madre y como nadie le pillaba, se sentía intocable, al principio lo hacía por necesidad, después empezó a disfrutar con ello.

         »Matar prostitutas le trajo problemas con el mundo criminal. Los proxenetas le echaron el guante y le obligaron a confesar qué era lo que hacía con sus chicas. Él no era una persona que soportara bien el dolor y terminó contándoles todo. En lugar de matarle, le obligaron a devolverles cada euro perdido. Le dijeron que debía seguir matando mujeres, pero ante una cámara y mejor si las hacía sufrir. Él aceptó encantado, así empezó su carrera de "cineasta".

»Cuando terminó de pagar la deuda, tenía fama entre los peores criminales del mundo y le ofrecían monstruosas sumas de dinero por hacer más películas “snaf”. Y hablo de más de seis ceros, claro, en pesetas.

         »En aquella época Lara fue secuestrada cuando tenía 14 años, igual que yo, mi padre ordenó su asesinato de la forma más horrible posible aunque en realidad él no la eligió, de hecho regañó a sus hombres por elegir a una niña que podía provocar una oleada de noticias y movilización popular.

»Yo terminé siendo tan sádica como él, me pegó su desapego por la vida ajena o no sé si hago bien culpándole de lo que me convertí después de aquella horrible vida. Yo quería contribuir a la película, era la primera en la que salía yo y deseaba coger un cuchillo y matarla para que mi padre se sintiera orgulloso de mí. Él decía que nada le importaba más que yo y, por qué negarlo, el sentimiento era mutuo.

         »Por eso, cuando le mató, la he odiado durante muchísimo tiempo por ello, por terminar con lo que me quedaba de familia, y sobre todo por obligarme a vivir entre extraños el resto de mi vida. No tenía ni idea de la verdad... Nunca la creí, pero en realidad… Lo que pasaba era que culpaba a mi madre de que mi padre fuera tan sádico. He echado la culpa a la gente por mis actitudes, jamás he aceptado que el peor monstruo era yo. Comerme a mi madre y su amante, a las prostitutas, no ha sido lo que más me ha dolido. Sino… Comprender que no importa lo que pase a tu alrededor, decidí ser como él, y era un demonio con piel humana, como lo he sido yo después de su muerte.

         »Saber todo esto me quitó las ganas de conocer la verdad de las cosas. A veces la ignorancia da la felicidad, en mi caso me hubiera ahorrado una nausea continua por cualquier trozo de carne. Por eso evito inmiscuirme en los asuntos ajenos, casi siempre salen trapos sucios que dan ganas lavarse los ojos por vergüenza ajena y porque cuando veía las vergüenzas de los demás, más reflejaban las mías propias.

         Ángela soltó un profundo suspiro mientras arrimaba el hombro al de Antonio, que estaba su lado.

         —Espero que se pudra en el infierno toda la eternidad —musitó—. Y también que mi madre me perdone allá donde esté, en el cielo o en el infierno, la verdad no quiero saberlo por si no me gusta la verdad.

         —Yo creía que sabía cosas de tu pasado, pero no tenía ni idea de todo esto —respondió Antonio—. Supongo que te das cuenta de que tú no tienes culpa de lo que hizo tu padre.

         —¿Por qué me siento siempre tan a gusto contigo? —Musitó Ángela—. Creo que es porque me tratas... Como si no te importara lo que he hecho, mi pasado, tú me miras y solo ves mi alma, desnuda, sin mi aura de asesina. Me has cambiado, he abierto los ojos a una nueva vida y creo que empieza a gustarme el mundo.

         —Yo también tengo un pasado oscuro, he hecho daño a personas que quería mucho y cuando más necesitaban mi ayuda —respondió él—. Tú tampoco me juzgas por ello.

         —Siento exactamente lo mismo. Hazme un favor, sigue siendo tú y no cambies. No dejes que la ruptura de tu familia te afecte mentalmente. Hoy día pasa constantemente, deberían añadir a los cuentos de hadas que después de casarse y ser felices, se acabaron las perdices y se divorciaron porque, seamos sinceros, ninguna pareja dura para siempre.

         —Algunos matrimonios sí —replicó él—. Espero que el amor verdadero exista. Yo sí creía en ese tipo de matrimonios —insistió Antonio—. No consigo creerme lo que está pasando...

         —No digas tonterías —Le reprendió Ángela, sonriendo—. Elegiste mal y no eres capaz de aceptarlo. Debiste casarte conmigo.

         Antonio suspiró y la cogió de la mano.

         —Ahora el problema son los niños —añadió él—. En la historia de tu padre me sentí un poco identificado. No soy capaz de soportar la idea de que otros ocupen mi lugar de padre.

         —Eso nunca te lo van a quitar, Antonio. Pero tienes que aceptar que otro ocupará la cama de ella. Posiblemente muchos más, aparte del que esté ahora. Y mejor que quieran a tus hijos, créeme. Si no lo aceptas, te volverás loco.

         —Ya, ese es el problema, este mamarracho no los quiere. Sé que algún día se van a tener que quedar con él, si está viviendo con ella, siento que no estarán seguros a su lado. No le gustan los niños, una vez le dieron con una pelota de béisbol a Miguel en la cabeza porque se fue con ellos al parque y no querían que el niño volviera a acompañarles. Fíjate cómo son que su hijo, que tiene 20 años, fue capaz de decir delante de mis niños que él no tendría nunca hijos, insinuando que eran insoportables, y mi mujer riéndole la gracia. Tienes razón en una cosa, les he odiado como no te imaginas. Y he estado a un paso de la locura. Me he sentido tan solo, tan mal, tan abrumado, tan terriblemente… Insultado.

         —Son pruebas que te da la vida para que entiendas que nada dura siempre —replicó Ángela con tono suave—. Solo yo. Y todo tiene su razón de ser. Por ejemplo ahora no estaría a tu lado si no hubieras pasado por esto. Por fin podremos iniciar algo...

         —Me gustaría decir que puedo empezar de nuevo, que podría entregarte mi corazón sin condiciones, besarte hasta quedarnos sin aliento —respondió Antonio—. Pero siento que ya no creo en el amor. ¿Tú me amas?

         —Inexplicablemente, sí. ¿Y tú?

         —No me atrevo a… Volver a amar.

         Ángela notó unas agujas atravesando su estómago, una sensación ácida que le recordaba un momento pasado que aún no tenía superado. Lo estaba haciendo de nuevo. La estaba rechazando.     

         —Pero me resulta imposible evitarlo —completó él—. Creo que el amor es inevitable, como la fuerza de la gravedad. No nos podemos oponer cuando nos golpea y… Quiero pasar página, no te amo Ángela, te adoro más que a nada en este mundo, no tienes idea de lo mucho que he tratado de evitar aceptar estas palabras.

         Ella le miró con ojos vibrantes, emocionados. ¿La amaba? Una lágrima resbaló por su mejilla y Antonio la atrapó con el dedo índice.

         —Ojalá pudiera guardarla para siempre, cómo un diamante —sonrió él, que también tenía los ojos llorosos.

         «Te daría todo lo que soy»—pensó ella, que jamás le habían dicho algo tan bonito, sintiéndose tan feliz que no podía creer que estuviera pasando aquello sin usar sus poderes.

         Antonio la cogió de la mano con fuerza. Demasiada para ser un gesto romántico.

         —¡Devuélveme lo que es mío! —Gritó con voz femenina y mirada asesina.

         Ángela se dio cuenta tarde de que ya no estaba frente a Antonio. Su mano la apretó tan fuerte que le hizo daño.

         —Al fin sales —aprovechó su contacto para apresar con sus manos las de Antonio y cerró los ojos concentrándose en localizar el origen de aquella posesión. Pero qué estúpida había sido, él la avisó de que eso podría pasar. Debió librarle de ese poder maligno cuando tuvo ocasión, pero suponía que era la única forma de averiguar qué criatura era aquella, la que poseía a sus amigos y la buscaba con tanto ahínco.

         —No podrás encontrarme —se rió él con una mueca grotesca antinatural, como si luchara por dentro por evitar la posesión—. Pero yo ya te encontrado. Sé que no serás capaz hacerle daño a este humano, ahora que sé que le quieres tanto.

         Antonio soltó su mano derecha y la agarró por la frente con las dos. El forcejeo hizo que se le arrancaran mechones de pelo por su fuerza descomunal, la agarraba como si quisiera aplastarle el cráneo. Su presión le causaba tanto dolor que no podía concentrarse.

         Deseó soltarse, sacó todas las fuerzas que tenía para tratar de liberar su cabeza pero por alguna razón sus deseos y poderes no tenían influencia sobre esa persona.

         —Aferrarte a él servirá para que te arranque el alma y la devore como un trozo de queso —gruñó aquella posesión con voz escalofriante y femenina.

         Ángela notaba que sus fuerzas mermaban, sus poderes se diluían con aquel contacto horrendo que la impedía pensar. Recordó que como habían tratado de quitarle el poder anteriormente, decidió esconderlo en lo más profundo de su alma. Creyó que así, aunque muriese, podría renacer, resucitar... Y esa cosa maligna la estaba amenazando con arrancársela y devorarla. ¿Realmente podía hacer tal cosa?

         —Antonio tienes que despertar, ¡confío en ti!

         —Eres una estúpida, te he avisado de que no puede oponerse a mí.

         En el forcejeo no buscaba matarla, Ángela se dio cuenta tarde de que sólo pretendía desconcentrarla mientras absorbía el poder de los pleyadianos y, por ende, su confianza en ellos.

         Con un fuerte empellón se liberó de la garra y buscó algo contundente por la sala. Lo más peligroso que encontró fue piedra de cristal de adorno.

         Antonio corrió hacia ella y de un salto trató de volver a cogerla por la cabeza. Reaccionó cómo pudo tratando de pegarle en la cabeza pero era muy rápido, en esa habitación no había mucho sitio donde escapar, le acertó de lleno y estrelló el vidrio en su sien. Sin embargo eso no le detuvo y volvió a hacer presa en ella, aquella herida debió noquear a un boxeador de pesos pesados y a él no le afecto ni para lograr tambalearle. La agarró por los pelos y le sujetó las manos antes de que hicieran contacto con su cuero cabelludo. El dolor del tirón la impedía concentrarse, deseó tener más fuerza que él pero no la conseguía. ¿Es que no funcionaba nada contra esa criatura?

         —Antonio, dependo de ti. Estás ahí dentro, no creo que ese monstruo sea capaz de borrarte del todo, ayúdame.

         —Ni siquiera puede escucharte. Duerme como un angelito.

         —¡Te quiero! —Gritó, con lágrimas en los ojos—. ¡Por favor no me falles!

         No pudo resistir más y las enormes manos del hombre envolvieron su cabeza y la presionaron, queriendo aplastarla.

         —Por favor, eres la única persona en la que confío… —musitó mientras sentía que sus palabras no llegaban a los oídos que ella esperaba.

 

 

 

 Continuará

 

Comentarios: 7
  • #7

    Vanessa (domingo, 29 agosto 2021 03:22)

    Yo espero que gane Ángela. No podré dormir si Arita le quita el traje y domina el universo.

  • #6

    Chemo (sábado, 28 agosto 2021 04:57)

    Por fin me he puesto al corriente con la historia. Aunque aún me pregunto cómo va a librarse Lara de Dani. Supongo que el nuevo poder de Ángela le ayudará a salir avante.

  • #5

    Alfonso (viernes, 27 agosto 2021 23:22)

    Concuerdo con Alejandro. Si el impostor hubiese dado el beso de la muerte a Ángela, ni siquiera el traje pleyadiano la salvaba.
    Ahora solamente queda esperar la pelea final entre Ángela y Arita.

  • #4

    Tony (jueves, 26 agosto 2021 23:27)

    Todo el mundo tiene una debilidad. Hasta Conan, que es el Barbaro con mayúsculas tenía una y se llamaba Valeria. En cuantos los se metio por ella…
    Angela es humana, aunque con su poder ya no lo es tanto, eligió seguir teniendo debilidades por sentirse viva.

  • #3

    Jaime (jueves, 26 agosto 2021 19:50)

    Primera vez en mucho tiempo que no comento primero. Jejeje
    Si Arita quiere el traje pleyadiano es porque no es omnipotente así que es posible que los ruegos de Ángela lleguen a Antonio y éste logre dominar al impostor. Lo curioso de Ángela es que da una pinta de persona fuerte y dominante pero en esta parte se ve muy dependiente hacia Antonio. Supongo que ha tenido que hacerse la fuerte por su pasado pero muy dentro de sí es tanto o más frágil como una chica común y corriente.
    Espero la continuación.

  • #2

    Alejandro (jueves, 26 agosto 2021 03:55)

    Ya era tiempo de la pelea entre Ángela y Arita. Conforme leía la historia, me vino a la mente que el impostor intentaría seducir a Ángela para lograr darle el beso de la muerte. Sin embargo, hizo lo menos lógico: usar su fuerza bruta para acabar con la vida de Ángela.
    En fin, a este paso, es casi seguro que las palabras de Ángela lograrán despertar a Antonio de su letargo para después exorcizarlo del impostor. ¿Me equivoco? Ojalá la historia no sea tan predecible.

  • #1

    Tony (miércoles, 25 agosto 2021 00:59)

    Esta es una de las partes más importantes de mis últimos relatos. Espero que os haya gustado y no olvidéis comentar.

    El desenlace está cada vez más cerca, pero puede que no tanto. No sé cuántas partes habrá en total pero tiene pinta de que llego a las cincuenta.