Los últimos vigilantes

42ª parte

 

         Recogió el traje del suelo y lo miró deteniéndose en todos los detalles. Claro que funcionaba, pero ese estúpido no se daba cuenta de que ella estaba alargando la situación.

         -Lo siento, Antonio. Nunca debí pedirte que entregaras el tuyo.

         Recordando la entrañable tarde que tuvo con él, supo que no se perdonaría a sí misma haberle causado tanto resentimiento por su accidental amnesia.

         Deseó reunirse con él de inmediato y apareció en su cuarto.

         -He vuelto -susurró para sí misma, con media sonrisa.

         Protegió su memoria de modo que solo ella pudiera afectarla y buscó al mal nacido que se la robó. El muy imbécil estaba gritando al que prestó el segundo traje. A pesar de haberlo reducido a cenizas, Francis lo hizo regresar de entre los muertos, probablemente para poder gritarle y matarlo él mismo.

         Abrió los ojos y se centró en el hombre que dormía en aquella cama.

         -Has devuelto la vida a mi corazón, lo has perdido todo y no has ganado nada. Y sin embargo duermes como un niño. Lo más asombroso de ti es que antes de dormir le pediste a Dios que me ayudara, le diste las gracias por darte la oportunidad de salvar al mundo y aceptaste tu castigo por dejar morir a tu familia, y sobre todo, por amarme más a mí que a ellos. Tú y no yo, mereces estos poderes, Antonio. Pero soy la única que puede defender a este mundo de esa alimaña sin escrúpulos de Francis. Mañana es el día en el que los Bilderberg deciden si se debe actuar por el cambio climático, permitir los coches de motor de hidrógeno y si no estamos allí, ese canalla les convencerá de seguir el negocio del petróleo, del que es dueño y señor.

         Encendió la luz y el hombre se asustó al verla allí ante él.

         -¿Qué pasa? ¿Cómo has entrado? -Preguntó, un tanto confuso.

         -Toma, te debo esto -dejó caer el traje plateado sobre su cama.

         -¿Lo recordaste todo? ¿Qué ha pasado?

         -Todavía hay otro por ahí. Lo tiene un tal Francis y es el hijo de perra que borró mis recuerdos. Vamos a hacerle una visita tú y yo y te aseguro que no podrá hacernos nada esta vez.

         -¿Ahora? -Protestó-. Pero si son las once de la noche.

         -¿Cómo puedes dormir sabiendo que un mal nacido ha robado el traje de tu mujer y lo está usando sin medida contra todo el que se cruza en su camino? Dale una hora y tendrá tiempo de pensar cómo jodernos vivos.

         -Está bien... Recuerda que ha sido un día duro para mí -refunfuñó.

         -¿Ya te has comunicado con tu familia?

         -Están en Zamora, han huido de ti y de mí. Por suerte pude hablar con Brigitte y luego me hablé... Yo mismo y me mandé al infierno. Me amenacé con que si me acercaba a su familia me mataría. No se han tomado muy bien que he venido a salvarles la vida.

         -¿Lo ves? Ya no te necesitan -Ángela sonrió-. No tienes por qué apenarte. Se acabaron tus ataduras.

         -Tú no lo entiendes. Me alegro de que estén bien, sí, y que yo siga con mis hijos, de alguna manera... Pero no sé cómo voy a ser capaz de vivir sin ellos a mi lado. Siento que me los han robado y que nunca volverán a llamarme papá.

         -Pero tú me dijiste que tu mujer ya ni te desea. Estabas deseando poder alejarte sin hacerles daño. ¡Bueno! Pues concedido.

         -¿Y ahora tú ya te acuerdas de todo? ¿Ya no me miras como un gato atropellado que te da asco?

         -Ay, que tonto eres -se sentó a su lado en la cama-. Esa no era yo. Soy esta.

         Ángela le dio un beso en los labios y se abrazaron, dejándose caer sobre la cama en un cruce de caricias, mientras sus lenguas se rozaban y sus cuerpos también. Antonio aprovechó para meter sus manos bajo sus leggins y trató de bajárselos pero ella le dio una bofetada en la mano y se volvió a incorporar.

         -Tendremos tiempo para esto cuando acabemos con ese tipejo.

         -¿Y qué pretendes hacerle? -Preguntó Antonio-. Tiene un traje y está claro que sabe usarlo.

         -Solo lleva con él unas horas. Si le damos más tiempo podría llegar a dominarlo igual que tú o incluso yo.

         -Esta va a ser mi última noche en mi cama -protestó Antonio-. ¿No prefieres llenarla de recuerdos imborrables?

         -Te veo muy fogoso. Más vale que devuelvas a tu cabeza esa sangre de ahí abajo. Ponte el traje, ¡nos vamos ya!

 

 

         Se levantó a toda prisa y tardó un minuto en ponerse el traje encima pues solo tenía camiseta y calzoncillo. La prenda era similar a una sotana de sacerdote de color paletada y casi una veintena de botones, que fue lo que más tardó en abrochar. Siendo un tejido elástico, podía ponérselo cualquier persona adulta.

         -¿Cuál es el plan?

         -Él no podrá verte. Eres mi seguro.

         -Lo sabrá, tiene el traje -replicó Antonio.

         Ángela soltó una risotada.

         -No, solo le preocupo yo y me busca. Tampoco podrá verme porque está obligado a formular sus deseos con palabras y no domina el poder divino.

         -¿Entonces cómo te robó él la memoria?

         -Solo tuvo que pensar cuál es mi punto débil. Pero ya no los tengo.

         -¿Cómo podía ser tu memoria tu debilidad? -Inquirió extrañado.

         -Supo que tenía miedo de olvidar.

         -¿Y ahora no? -Insistió.

         -Ya no temo a nada -le ofreció la mano y él la tomó con nerviosismo-. Por eso te he dado el traje. Tú eres mi punto débil. Necesito saber que estarás bien.

         Ángela cerró los ojos y se concentró en Francis. Antonio se agarró a su mano con fuerza pues esperaba un fuerte y repentino transporte instantáneo. Pero no pasó nada. Ángela le miró con sorpresa.

         -¿Qué pasa?

         -Nada -respondió ella, confusa-. Simplemente nada.

         -¿Qué quieres decir? No entiendo.

         -He querido desaparecer, y aparecer a su lado, y no ha pasado nada.

         Se miraron unos segundos.

         -Vaya, eso lo complica todo un poco -opinó Antonio, encogiéndose de hombros.

         -No sé dónde está. No puedo encontrarlo.

         -Parece lógico si tentemos en cuenta que tiene su propio traje y sabe que has recuperado tus poderes. Es más, deberíamos hacer lo mismo. Espera, lo haré yo: "No quiero que ese Francis pueda localizarnos y a la orden de ya se olvidará de nuestra existencia."

         Se siguieron mirando unos segundos, preguntándose si había funcionado.

         -Si podemos pedir algo así y de hecho ha logrado que no pueda encontrarle -comentó Ángela-. ¿Por qué seguimos pensando en él? Pudo formular el mismo deseo que tú.

         -No lo sé -respondió Antonio.

         -A no ser que quiera que caigamos en una trampa. Ahora que no puedo localizarlo sabe que solo tengo una oportunidad de hacerlo y es a través de la reunión de los Bilderberg, en Turín.

         -¿Y por qué no viajamos en el tiempo y evitamos que nazca? -Propuso Antonio-. Es lo que han intentado hacer conmigo y de hecho, lo consiguieron.

         -¿Qué parte de "no sé dónde está no entiendes"? Hasta tú has dado la orden de que no pueda encontrarnos sin especificar tiempo, por lo que él tampoco va a poder eliminarnos. Bueno, espero que ni siquiera te considere a una amenaza.

         -Claro, no había caído.

         -Mierda, no sé qué hacer... -se asombró Ángela-. Con tanto poder... Y no tengo ni idea de lo cómo podremos quitarle el traje a ese tipo. No sé quién es, ni cómo es. Le vi, sí, en el cuartel del EICFC. Sé que mis retinas lo han contemplado sin el foco de luz en la nuca. Incluso le he visto con mi mente hace unos minutos. Pero no recuerdo ni una sola característica, ni una facción, ni el color de su pelo, edad...

         Antonio miró sus manos, aún seguían con los dedos unidos y suspiró pensando que ya no era una desconocida, ni debían desplazarse instantáneamente a ninguna parte. Lo que significaba que ese gesto no era necesario y ya solo podía ser cariñoso.

         -Entonces, corrígeme si me equivoco -añadió-. No podemos hacer nada hasta esa reunión de Turín. ¿Cuándo es?

         -Mañana por la tarde.

         Antonio asintió sonriente.

         -Quieres aprovechar, ¿verdad? -suspiró Ángela con los ojos entrecerrados y con gesto seductor.

         -En realidad sí, me muero de sueño, sería genial poder dormir en mi cama por última vez.

         -¿Dormir? -Ángela le miró incrédula.

         -¿Y qué tiene de malo? Es la primera noche que paso acompañado en esta cama. ¿Te apuntas? Tendría cierta poética, ¿no crees?

         Ángela le soltó la mano bruscamente y puso los brazos en jarra sobre su cadera.

         -¡Ni hablar! Aún podemos... Prepararnos. El tiempo se nos puede estar agotando, ese tipo estará planeando de nuevo la destrucción del mundo, de todos nosotros, tenemos que encontrarlo como sea.

         -No exageres, ahora que se ha olvidado de nuestra existencia, ¿por qué tendría que temernos? -Restó importancia Antonio.

         -¡Porque sabe que sí se acodaba antes! -Exclamó, enojada-. Suponiendo, claro que tu deseo se haya cumplido, que tampoco lo sé. ¿Lo sabes tú? Ni siquiera quién de los cinco mil Francis del mundo es el que has hecho que nos olvide. ¿O lo has pedido por todos?

         -No te preocupes, si seguimos aquí es porque no ha realizado viajes en el tiempo para eliminarnos.

         -Aún -replicó Ángela-. Tenemos que detenerlo y solo hay una opción. Quiero que los poderes divinos nunca vuelvan a ser posibles sin un traje -ordenó al cielo.

         Un mono dorado apareció sobre su cuerpo, uno ceñido como de fiesta, de lo más sexy. Sus senos estaban perfectamente dibujados en su elástica tela y no sobraba ni un centímetro de prenda sobre su cadera, vientre, hombros y piernas.

         -¡Guau qué bonito! -Alabó Antonio-. ¿Pero qué pretendes?

         Ángela le miró con seriedad mortal.

         -Debemos hacerlo juntos.

         -Me estás asustando -susurró Antonio.

         -Ahora tenemos que pensar en cómo terminar con la organización. Con Francis.

         -¿Estás segura de que hay que eliminarlos? -Preguntó-. Ellos mantienen la financiación del EICFD, no podrán luchar contra las nuevas hordas de zombis, ni los vampiros, las sombras, los grises, ni otras amenazas...

         -Es cierto -reconoció, suspirando-. Aunque no son los que protegen este planeta de verdad. Solo velan por sus propios intereses. Yo sé quién es el verdadero protector, el que vigila por mantener todo en su sitio. He visto a nuestro hijo, ¿sabes? Él sigue ahí. Él me dio la idea de cómo recuperarte, aunque un poco al estilo de Fausta. Me dijo lo que necesitaba escuchar para que la solución surgiera de mí.

         Se quedó pensativa mirando al infinito y esbozó una media sonrisa.

         -Tiene sentido, si no él mismo habría detenido esos misiles -concluyó con los ojos cerrados.

         -¿Hablas de Jesús? -Preguntó Antonio.

         -Ajá. Sé que suena a frase de iglesia pero Jesús nos cuida siempre, ahora lo sé. Y por eso te digo que no tienes que preocuparte, todo saldrá bien.

         Antonio amasó su mano con ansiedad.

         -Si tú lo dices... Ojalá yo también pudiera verlo.

         Ángela le apretó con fuerza. Cerró los ojos al igual que él y vieron su rostro en sus mentes. Pedir deseos con esos poderes era tan efectivo como pronunciarlos y hacerlos realidad. Antonio se recreó en el rostro del hijo de Dios, y en seguida sintió deseos de poder hablar con él en persona.

         -No necesitáis ir a esa reunión de magnates -interrumpió alguien, junto a ellos.

         Abrieron los ojos y lo encontraron justo frente a ellos.

         -¡Dios mío!

         Antonio se levantó de un salto y se arrodilló ante a él con suma reverencia.

         Ángela no le imitó y le miró con extrañeza.

         -Levántate, solo soy un hombre. No merezco más honor que tú -Jesús le tendió la mano invitándole a levantarse-. Estoy aquí por tu deseo y de paso, para tomar las riendas de este asunto.

         Antonio aceptó su invitación y se incorporó, visiblemente nervioso.

         -Pero tú... ¿eres mi hijo de verdad? -Susurró, nervioso.

         -Bueno, algunos dan demasiada importancia al inicio de las cosas -respondió con tono desenfadado-. Pero casi nada, en este mundo, tiene en cuenta eso. De hecho, los seres humanos no son considerados como tales hasta que no empiezan a llorar, pidiendo alimento. Ahí están los mayores ricos del mundo, que nadie sabe cómo eran en su infancia. Quizás porque no hay nada especial en ello o porque, visto de otro modo, todos los niños son grandes promesas. Lo que nos hace lo que somos son las decisiones que tomamos y las batallas en las que decidimos intervenir. En mi caso, no fui nada célebre hasta el día que decidí tomar las riendas de este mundo. Y tú, Antonio, has lidiado con tantas batallas que quizás sea yo el que debería postrarse ante ti.

         -Por favor, nada es comparable a lo que tú...

         -Vamos, no quiero que hablemos del pasado -le cortó Jesús-. Ahora necesito que esta última lucha me la dejéis a mí. La Tierra está en grave peligro. Yo me encargaré de Francis y vosotros, debéis alejaros de todo esto. Aunque no quiero que nadie pueda separaros así que...

         Chasqueó los dedos y sintieron que se les iluminaba la piel y una inmensa paz recorría sus cuerpos. Antonio vio cómo su cuerpo se estilizaba como si una gran fuerza y juventud regresaran a sus miembros. En su vientre dejó de sentir el cinturón de grasa, acumulado durante años, y se tocó el cuello, más suave, menos arrugado, y más musculoso. Sus trajes dorado y plateado desaparecieron. Aunque seguían manteniendo los poderes e incluso ahora supieron que eran inmortales.

         -¿Qué nos has hecho? -Le preguntó Antonio.

         -Ninguno de los dos pertenece a esta línea temporal -respondió-. Quiero que vayáis a vuestro paraíso, allá donde me engendrasteis. Debéis iniciar un mundo nuevo -señaló a Ángela-y quizás logréis hacerlo mejor que en este.

         -¿Qué harás con los Bilderberg? -Preguntó Antonio.

         - Yo me encargaré de ese tema. Ahora solo quiero tener que preocuparme de un Antonio Jurado y su familia.

         -¿Les irá bien? -Preguntó, nervioso.

         -Eso es lo más maravilloso de la vida, amigo mío. Que no todo depende de mí.

         -Y ¿qué ocurrirá con la otra Ángela de la Tierra de dragones? -Preguntó la chica, intrigada.

         -Esa mujer no existe salvo para ti, madre. Tú seguramente seguirás soñando con ella.

         -Entonces,... Esto es un adiós -suspiró Ángela, con tristeza.

         -O un bonito sueño, o la peor de vuestras pesadillas llegando a su fin -Jesús se encogió de hombros, sonriente-, según lo que decidáis. Que Dios Padre os ilumine siempre -les puso las manos en los hombros a los dos y se abrazaron los tres.

 

 

         Jesús se quedó solo tras un resplandor cegador.

         -Y recordad, no hagáis caso de la serpiente, ahora sabéis lo que puede pasar -susurró, suspirando.

         Ángela y Antonio habían desaparecido y les envió a su jardín del Edén tan añorado por ella. Allí serían felices y sin el poder del traje no podrían regresar. Eran como Adán y Eva, justo antes del primer pecado. Desde su punto de vista y cualquiera que pudiera ver lo que acababa de hacer, los había desintegrado, eliminado sin posibilidad de retorno.

         Y sin embargo no estaban muertos. Dejó rastros de su paso por el mundo. Hizo aparecer en su mano su diario "Él vórtice" y lo depositó sobre la cama de Antonio Jurado. Probablemente sería él quién más la echaría de menos aunque con el transcurso de los años se convertiría en un recuerdo lejano, alguien a quien preferiría no volver a ver. Por el bien de su familia, lo mejor era que jamás volviera a saber de ella.

         - El fin de un ciclo siempre es el comienzo de uno nuevo -susurró, acariciando el diario de Ángela.

         Negó con la cabeza y pensó: "No es buena idea que haya trajes de los pleyadianos. No puedo permitir que nadie más vuelva a encontrarlos."

         Cerrando los ojos visualizó otro lugar, unas horas después. Se encontraba ante una muchedumbre y caminaba entre ellos como espectador del suceso desde los ojos de uno de los invitados, un joven político español. En la entrada de un anfiteatro vio un cartel en letras doradas que rezaba lo siguiente:

 

Decir que estamos luchando por un gobierno mundial es exagerado, pero no completamente desacertado. Nosotros pensamos que no podemos seguir peleando para siempre unos contra otros, matando a gente o dejándola sin hogar. Por ello, creemos que una comunidad única a lo largo del mundo sería algo positivo.

Denis Healey

 

 

         Era un moderno palacio de congresos con grandes monitores repartidos por los techos. Estaba en Turín, Italia. Se trataba de la reunión secreta de los Bilderberg, grupo fundado por Sir Francis Drake, a principios del siglo XX. Aunque en realidad llevaba vivo desde el año 1617.

         Se trataba del sobrino del famoso bucanero Francis Drake, que a lo largo de su vida robó y asesinó a tanta gente que le resultaba difícil contar sus víctimas. Un hombre que murió sin saber lo que, en sus tropelías había encontrado. Al no tener hijos, y siendo para él muy querido su sobrino con el mismo nombre y apellido, le dejó en herencia una llave de oro, y todas sus posesiones. Paradójicamente no abría ninguna de sus mansiones y su sobrino la llevó al cuello como un recuerdo sentimental, ignorando que servía para otra cosa.

         Un día fue asaltado en la mansión de Devon, al suroeste de Inglaterra, y se refugió con su mujer e hijos en un sótano subterráneo, oculto tras un muro secreto, que les salvó de ser asesinados. Perdieron incontables riquezas, colecciones de oro, tesoros de la historia de valor incalculable. Su mansión fue saqueada y destrozada por esa turba de asesinos.

         Pero en aquel sótano, a la luz de sus candelabros, encontraron un cofre bajo un catre de hierro. Éste tenía una cerradura y al verla, Sir Francis no quiso decir nada a sus hijos ni a su mujer. Cuando salieron de aquel horrible agujero, una noche, bajó al sótano en solitario a buscar el cofre. Su tío, antes de morir, le dijo entre susurros que le confiaba todos sus secretos. Y se despidió con una frase intrigante: "Nunca dejes que salgan a la luz".

         Al morir le puso esa llave dorada en su mano, una del tamaño de la yema del dedo índice. Parecía un adorno más que una de verdad.

         Así fue como abrió aquel misterioso, viejo y pesado cofre de plomo. No era moderno, ni tenía la menor idea de cuántos años tenía. Pero por su aspecto exterior debió haber pasado mucho tiempo bajo el agua. Le vinieron a la cabeza los maravillosos tesoros de los galeones españoles transportando oro a Europa. Entonces levantó la tapa y vio únicamente un viejo y casi podrido vaso de madera. Frunció el ceño y lo sacó con desprecio buscando algún diamante dentro o bajo la tapa inferior del cofre. Allí no había nada más. Aquel recipiente tenía unas inscripciones en un lenguaje que no entendía. Eran letras dibujadas con trazos gordos y cruzados.

         Entonces vio un pergamino que le pasó desapercibido (ya que no era un tesoro y más parecía los restos de un envoltorio que otra cosa). No era tan viejo como el vaso y al desenrollarlo distinguió claramente la letra de su tío.

         "Robado a un galeón español de camino a las indias bajo gran secreto y protección. Mis barcos lo hundieron y este era el único cofre que llevaban. He consultado a marinos españoles preguntando por el cargamento de ese barco y todos preferían morir a revelar su cargamento. No sé lo que es, pero no cabe duda de incalculable su valor. No te recomiendo que trates de venderlo, seguramente morirías en el momento mismo que desvelases que lo has encontrado."

         Aquel día pensó que jamás llegaría a saber de qué se trataba, dejó aquel objeto y su nota allí encerrado y volvió a colgarse la única llave que podía abrir ese viejo cofre de plomo.

         Veinte años más tarde con sesenta y siete de edad, durante la misa del funeral de su mujer, vio al sacerdote elevar la copa de la ceremonia mientras decía en latín: "Este es el cáliz de mi sangre. Tomad y bebed todos de él. Porque esta es la alianza nueva y eterna que será derramada por vosotros para el perdón de los pecados."

         Sir Francis abrió los ojos como platos. ¿Era posible lo que estaba imaginando? ¿Acaso lo que tenía escondido en el sótano era el legendario cáliz de Cristo, el Santo Grial?

         Solo había una forma de averiguarlo, necesitaba vino consagrado y verterlo dentro, pero no podría pedirle a un sacerdote que oficiara una ceremonia con aquel cáliz de madera o su secreto quedaría a la vista de todos.

         Se levantó en medio de la misa y caminó con paso firme hacia el sacerdote de la ceremonia, ante el asombro de todos los asistentes. Al llegar al altar, frente al religioso se arrodilló con la cabeza agachada y suplicó:

         - Padre, déjeme beber hoy del cáliz. Se lo ruego.

         El sacerdote se opuso en principio pero al ponerse a llorar Sir Francis ante todos, y estando en el funeral de su mujer, sintió lástima y terminó ofreciéndoselo.

         Apuró todo su contenido. Luego se retiró y corrió de la capilla de su mansión a las cocinas. Cogió a toda prisa un recipiente de barro y vertió cuidadosamente el vino en su interior. No quiso tragar el líquido sagrado porque solo si lo bebía del Santo Grial obtendría la vida eterna. Al menos eso rezaba la leyenda del mismo, por el que tanta gente había muerto. ¡Cuántos cruzados, árabes y soldados perecieron en la peor guerra santa de la historia por culpa de ese objeto!

         Cuando llegó al sótano y vertió el vino bendecido sobre el cáliz, lo dejó con manos temblorosas en el polvoriento suelo y se postró con gran reverencia y temor. Creyó que en cualquier momento un resplandor o un relámpago lo fulminarían por cometer tal sacrilegio. Pero al no pasar nada se levantó y se asomó al interior del cáliz.

         - Esta es la sangre de la nueva alianza -susurró.

         Moviendo el viejo vaso, con la poca luz que le regalaban sus velas, vio que el vino se había espesado al entrar en contacto con aquella madera antigua. Su mente lógica le invitaba a creer que debió limpiarla antes, el polvo era tanto que al entrar en contacto con el vino lo había oscurecido y espesado. Pero su otro lado de creyente le ofrecía otra alternativa mucho más elevada.

         Jesús estaba allí aquel día, lo recordaba desde los ojos entusiasmados y temerosos de Sir Francis Drake, un hombre cristiano que no acepaba el reciente cisma de la iglesia anglicana con la católica, y aunque no era perfecto en absoluto por designios del Padre, estaba aquel día presenciando el milagro del vino convertido en su propia sangre.

         - Bebe - le susurró en su mente-. Es la sangre del Señor. Solo un hombre puede beberla, el que pacte con las alturas una nueva alianza. El que debe gobernar y guiar a las naciones a un sendero de paz y armonía con la naturaleza y con Dios.

         Sin pensarlo dos veces, y como si fuera una idea propia, volcó de nuevo el contenido entre sus labios y notó el sabor inconfundible de la sangre. Incluso estaba caliente, como recién derramada. El cáliz se incendió y desapareció entre sus dedos quedando solo sus cenizas. Lentamente la sangre descendió por su garganta y notó que su corazón palpitaba con fuerza, henchido de emoción... Hasta que se detuvo. Aunque no murió, ese día dejó de envejecer y enfermar.

         Sir Francis trascendió su propio cuerpo y contempló el trasiego de los hombres por la Tierra a lo largo y ancho de su extensión, en una historia caótica plagada de guerras, odio, sangre y horror. Vio al mundo desde los ojos de Jesucristo y no le gustó el espectáculo. Aquel día decidió usar su recién estrenada inmortalidad para conducir a la raza humana a un orden superior. Y supo que no podría hacerlo solo.

         Fundó la Organización, sin nombre, sin más miembros fijos que él mismo. Elegiría a sus representantes en los diversos países del mundo para que todos trabajaran a una, en la misma dirección, con el fin de luchar contra la tiranía y el caos. Los Franciscanos, los Jesuitas, los Iluminati y los Templarios, en principio sus principales aliados, se corrompieron y finalmente se convirtieron en sus peores enemigos.

         Al enfrentarse a ellos se dio cuenta de que él mismo tendría que manipular a los seres humanos y elegir a quienes debían gobernarlos si no quería que destruyeran el mundo con sus decisiones arbitrarias y egoístas. Un orden superior, ajeno a cualquier religión, debía ser quien dirigiera el rumbo de la humanidad hacia un futuro en paz y armonía con la naturaleza, un planeta gobernado por un solo ser, él bajo la tutela del Altísimo.

         Un hombre que sube a una montaña para observar el paisaje no puede ser rey, pero él estaba en la cima con el único fin de encontrar el camino y por eso debía ser los ojos de los líderes mundiales.

         Encontró un poderoso aliado en Alastor, el cual se hizo cargo de los asuntos más sucios. Aunque nunca le reveló que él en realidad era fundador de aquella organización y se presentó como el más influyente de sus miembros. Tuvo que contarle sobre su inmortalidad, pues se terminaría dando cuenta de que era inmortal al igual que el viejo, pero nunca reveló cómo lo consiguió. Le prometió un progreso tal que en el futuro la raza humana podría campar a sus anchas por el espacio, como tanto anhelaba aquel poderoso anciano. Para lograrlo solo tenía que ser su fiel a sus mandatos.

         Cuando ya no estaba Alastor se sintió impotente cuando Ángela Dark se alzaba como la nueva cabeza del EICFD y de su Organización, pretendiendo arrebatarle el mando que tanto tiempo y esfuerzo le habían costado.

         Jesús le avisó de que si no lo impedía, sus esfuerzos de los últimos siglos serían inútiles y fue él en persona quien le llevó los trajes de los pleyadianos entregados a las medusas.

         Cuando los tuvo en su poder, se quedó con uno de ellos y el otro se lo entregó a uno de sus hombres de confianza, que no formaba parte del consejo ni sabía de la existencia de "La Organización", pero sí del EICFD, pues a veces delegaba en él para que hablara en su nombre cuando hacían un consejo por videoconferencia y él no podía asistir. Sabía de su obsesión por Ángela, que después de ordenarle espiarla, se obsesionó con ella. La observaba durante horas en su casa, disfrutando al verla cambiarse, ver la televisión, entrenar, nadar y sobre todo cuando se dejaba llevar por su mayor vicio, el sexo... Estaba tan enganchado a ella que pensó que sería un buen premio para él obtener con ese traje su corazón, su cuerpo y de paso su propia venganza. La que ansiaba el poder absoluto, convertida en esclava sexual de su amigo. Por desgracia la cosa se torció y ella recuperó sus recuerdos y todo su poder.

         Jesús no aprobaba ninguna de esas conductas y se vio obligado a intervenir en el asunto. Ángela no podía dirigir al mundo si no quería verlo desaparecer en cuestión de un día o diez años. Y eso fue exactamente lo que hizo con sus padres, al "premiarles" con el Edén: Expulsarles de un mundo que no amaban.

         Jesús no acudía a la reunión de los Bilderberg para detener nada. Solo fue a escuchar cómo se desarrollaba la velada y sonrió. Puede que Francis no fuera una buena persona, era pretencioso, ambicioso y además eterno. Ahora tenía un traje de los pleyadianos y por tanto no había nadie más poderoso que él sobre la faz de la tierra. Para él sería un juego de niños quitárselo si en algún momento le consideraba un peligro. Pero confiaba en él, no en vano era el hombre que había hecho alianza con su sangre, el puente de comunicación entre él y la humanidad. Seguiría de cerca sus pasos y  trataría de guiarle en la medida de lo posible.

         Ángela era su madre, impulsiva, tremendamente viciosa, inestable y además, por mucho que hubiera cambiado desde que tenía la visión y poder divinos, seguía sintiendo nula empatía por la humanidad. Con una sola conversación descubrió lo peligrosa que era y que la única persona de la Tierra que le importaba era Antonio Jurado. Francis perseguía sus mismos ideales, dejar las guerras atrás y que todas las naciones remaran en la misma dirección del progreso armonizándose cada vez más con la naturaleza. Puede que no fuera un ejemplo, pero tenían un mismo objetivo y por tanto, seguiría apoyándolo.

         Suspiró sintiéndose un poco culpable. Acababa de darle a todos lo que querían, su viejo mundo seguía en manos de Sir Francis Drake y su madre tenía lo que tanto anhelaba, a Antonio Jurado y su planeta libre de humanos molestos.

         Solo lamentaba que, a pesar de todo, tenía debilidad por su madre y ya nunca volvería a verla. Al menos a su padre biológico aún lo tendría unos cuantos años más.

         Mientras pensaba en todo aquello le tocó su turno. Los focos iluminaron al joven español que le había servido de vehículo y se puso en pie, dispuesto a inspirar las mejores intenciones de todos con sus palabras. Era líder de un partido emergente llamado Ciudadanos que de la noche a la mañana había logrado representación importante en el congreso. En el interior de su alma vio cuánta ilusión encerraba, sus deseos de mejorar las cosas y sus honestas intenciones. Nunca había gobernado y seguramente jamás lo haría, pero soñaba con hacerlo y creía firmemente que gracias a él las cosas mejorarían en su país y el resto del planeta. Sir Francis le había invitado porque le gustaba escucharle hablar, resultaría inspirador para los invitados del grupo Bilderberg.

 

 

EPÍLOGO

 

         Les envolvió una luz blanca tan intensa que se quedaron ciegos y al final del resplandor solo quedaban ellos dos.

         -Y recordad, no hagáis caso de la serpiente, ahora sabéis lo que puede pasar -escucharon el eco de la cálida voz de Jesús.

         Volvían a estar en el jardín, frente al palacio que creó Ángela en el inicio de los tiempos. Antonio, que nunca lo había visto, se quedó fascinado.

         -Y recordad, no hagáis caso de la serpiente, ahora sabéis lo que puede pasar -escucharon la voz lejana de Jesús.

         Ante ellos se erigía un palacio de varias plantas con el centro abovedado, se erigían torres en los cuatro puntos cardinales. Las ventanas eran incontables, con paredes hechas de ladrillo rojo. En los jardines, vieron dispersas varias fuentes con figuras humanas. De todas ellas brotaba agua y entre unas y otras las separaban céspedes, árboles, columnatas, caminos de piedra, arroyos... y un alto muro de mármol con adornos de oro y diamantes evitaba que los animales salvajes pudieran amenazar la integridad de aquel recinto.

         Antonio se quedó fascinado con una mujer de piedra gris de proporciones perfectas, desnuda, arrodillada y de aspecto antiguo por el oscurecido tono de su piel. De sus pechos y vagina brotaban chorros de agua que caían en las puras aguas del estanque en el que se encontraba y a pesar de ser una representación erótica tan evidente, era una figura hermosa y de una factura artística impecable. Un símbolo muy claro de que la vida humana depende exclusivamente de la mujer, de su vagina y sus pechos.

         Todas esas fuentes rodeaban el palacio excepto una, gigantesca, apoteósica, la más alta de todas situada sobre la cúpula del edificio creado por Ángela. En ella se veía una bella mujer abrazada a un hombre y de sus cabezas, de sus bocas, brotaba un fortísimo chorro de agua que caía a su alrededor como una tenue neblina.

         -Es precioso,... Es magnífico. ¿Dónde estamos?

         -¿Te gusta? -asintió Ángela-. Yo misma lo hice todo, aunque no me llevó demasiado tiempo, la verdad. Es bueno saber que cada cosa sigue en su sitio, me esforcé bastante por hacerlo así de hermoso.

         -Supongo que a Dios le ha gustado tu toque femenino.

         -Sin duda -se rio.

         -Entonces, si Jesús es nuestro hijo... -se cuestionó Antonio-. ¿Ahora estás embarazada?

         -Qué va -sonrió con picardía-. Aunque eso tiene remedio. Ahora que nos hemos quedado sin misiones, que ya no tienes distracciones ni obligaciones... Podemos entretenernos con algo de sexo -le agarró por la camiseta y se la quitó. Acarició su piel tersa, sus abdominales perfectamente formados por su nuevo cuerpo eterno y perfecto.

         Llevó sus manos a su pantalón y mientras le besaba apasionadamente, llevó su mano derecha hacia su pene erecto e hizo textuales sus siguientes palabras.

         -Esto es el comienzo de algo grande.

 

 

FIN

 

 

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Comentarios: 11
  • #11

    Yenny (sábado, 18 enero 2020 13:15)

    Entonces ¿está sería la última aparición de Ángela?, ya que Antonio sigue vivo en esa linea temporal creo que volveremos a saber de él.
    Aunque no me gusta que Francis sea el elegido de Jesús talvez en una próxima historia se vea el desarrollo de esto o talvez cambie de elegido.

  • #10

    Alejandro (domingo, 12 enero 2020 18:22)

    Faltó la parte en que Ángela y Antonio engendran súperhombres que juegan al sexo todos los días.

  • #9

    Chemo (domingo, 12 enero 2020 01:50)

    Qué mal que ya ha terminado este historia. Necesito uno de esos trajes Pleyadianos.

  • #8

    Alfonso (sábado, 11 enero 2020 22:11)

    Excelente historia. Creo que ha sido la más larga.
    Yo también quiero leer el arco argumental de Génesis, creo que es un personaje bastante interesante y prácticamente no ha tenido tanta presencia como otros.

  • #7

    Tony (sábado, 11 enero 2020 09:15)

    De hecho Ángela es la tentadora del desierto... ¿que te dice eso? �

  • #6

    Tony (sábado, 11 enero 2020 09:13)

    1. Se explica en el final. Francis es el elegido por Dios. Aunque no es perfecto comparte objetivo con Jesus.
    2-. Sabiendo donde acaban, no es difícil de adivinar. Te recuerdo que el otro Antonio sigue vivo.
    3. Lo dice en la Biblia, para Jesús su Padre es Dios y su madre María.

  • #5

    Jaime (sábado, 11 enero 2020 03:58)

    La historia me ha dejado pensando en varias cosas:
    1. ¿Por qué Jesús llega al extremo de robar los trajes pleyadianos a las medusas para dárselos a Francis? Habiendo gente tan sabia que harían un trabajo mucho mejor de salvar a la humanidad. Incluso Ángela podría hacer un mejor papel siempre y cuando se encuentre controlada por Antonio.
    2. Si Antonio y Ángela desconocen los designios de Jesús, ¿quién escribió el epílogo? ¿No se supone que Antonio es el escritor de las historias?
    3. Jesús parece tan distante de sus padres. Que hasta incluso los manda lo más lejos posible. ¿En dónde quedó la frase «Honrarás a tu padre y a tu madre»?

    En fin, me ha gustado bastante la historia.
    Ojalá que ahora sí se pueda terminar la historia de los orígenes de Génesis, que quedó trunca en algún momento.

  • #4

    Tony (viernes, 10 enero 2020 10:26)

    Aunque no me extraña, Jaime, si Dios hiciera lo que consideramos nosotros más Justo, no habría ateos. Cuantas veces pedimos cosas que no se cumplen pero que a la larga llegó algo mejor.
    Vamos que no cuento nada que no haya vivido cada uno en su propia experiencia.
    Habrá continuación, aunque este libro finaliza el segundo arco argumental de Relatos Olvidos. El primero giraba en torno a Verónica, este cierra la historia de Ángela. El próximo girará en torno a otra persona que ya conocéis, Génesis.

  • #3

    Tony (viernes, 10 enero 2020 07:54)

    Veo que no entendido el final como yo esperaba jeje

  • #2

    Jaime (viernes, 10 enero 2020 03:05)

    Por eso el mundo está tan mal: se encuentra gobernado por gente ambiciosa y sin escrúpulos. Y además, es apoyada por el mismo Jesús. En fin, espero que esto sea el comienzo de algo grande.

    ¿Habrá coninuación de esta historia?

  • #1

    Tony (jueves, 09 enero 2020 13:21)

    No perdáis la oportunidad de escuchar la música final. Espero que os haya gustado mi relato y si es así, y queréis mostraros agradecidos, usad los enlaces publicitarios y si tenéis ganas de comprar algo por amazon, entréis desde ese enlace.
    Os recuerdo que esta página no tiene financiación de ningún tipo y depende de que yo pueda mantenerla.
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    En fin, basta de formalidades, ahora os toca escribir vuestras opiniones.