Antonio Jurado y los impostores

43ª parte

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            Despertó entre sudores fríos, con el corazón latiéndole tan deprisa que le dolía dentro del pecho.

            Acababa de soñar que luchaba contra los dragones cuando una inmensa masa oscura cayó del cielo haciendo reventar la Tierra.

            Ahora estaba en la playa, una que siempre querido olvidar pero se obstinaba en volver, en sueños.

            ¿Eso era el Vórtice?, el cielo verde, el murmullo de las olas sin apenas viento, el firmamento coronado con una persistente nube de color gris verdoso de la que salían interminables tormentas todos los días en el centro de la isla como si nunca se acabara el agua de los cielos, ni el mar pudiera llenarse con la abundancia de sus ríos.

            Así era el Vórtice, como una burbuja flotando en el espacio, anclada en el tiempo de la que se decía que nunca nadie lograba salir. Ella lo logró… Aunque cada vez que soñaba con ese lugar dudaba de cuál sería el sueño y cual la realidad. ¿Y si lo que soñó fue haber escapado?

            Se examinó con atención, estaba en bikini, su preferido de color blanco por resaltar el tono canela de su piel. No quería moverse. ¿Cómo podía estar soñando si acababa de despertar de una pesadilla? La de ver morir a su gente, en el mundo paralelo de los dragones donde reconstruía un planeta que al fin recuperaba la paz y de repente un asteroide del tamaño de Júpiter arrasaba la Tierra sin tener tiempo más que para despertar.

            A su vez estaba segura de que en aquel extraño mundo apocalíptico recordaba haber soñado con un paraíso donde se encontraba con Antonio Jurado, a solas y cuando parecía que nada podía perturbar su paz un inmenso objeto caído del cielo destruyó todo y despertó.

            —¿Los dos desaparecieron realmente o era una premonición? ¿Estará a punto de caer ese planeta encima de la Tierra? Son muchos sueños extraños.

            Se pellizcó la mano y no sintió dolor… Miró el cielo esperando al fatídico planeta pero no vio nada.

            —Sigo soñando —susurró—. Esto no es real. ¿Por qué no puedo despertar en el mundo real?

            Llevaba un colgante de una piedra transparente, como un diamante con forma de obelisco. Lo tocó y sintió un frío extraño. Lo sostuvo en la mano y se lo quitó, no le gustaba el contacto con su piel.

            Al dejarlo en la arena el suelo comenzó a temblar, el mar se convulsionó y sintió terror de que la superficie de la playa se abriera y la engullera. Quiso levantarse, despertar de una vez pero el suelo comenzó a agrietarse, tragando agua y arena. Miró su colgante y lo agarró de nuevo temiendo perderlo, de alguna forma eso parecía sostener el mundo que la rodeaba. No sabía qué era pero no había duda de que era importante. Lo miró de cerca por si encontraba un detalle significativo y no vio inscripción alguna. Observó a través del cristal y vio su propio rostro deformado por los ángulos del prisma.

            —No he venido a traer la destrucción, sino el equilibrio. No soy tu enemiga, te dejaré vivir si me devuelves lo que es mío —escuchó una voz femenina al fondo del diamante.

            En el momento que lo dejó de tocar se dio cuenta de que todo había sido un espejismo. La playa, la arena, la lluvia distante, seguían en su armonía.

            —¿Qué demonios? —Se preguntó, nerviosa.

            Volvió a colgarse la piedra y su contacto en el pecho la refrescó. No era desagradable pero la asustaba la dependencia que tenía con ella.

            —Debería bañarme, con el frio del agua me despertaré.

            Se puso en pie y no terminó de mojar sus dedos cuando una persona, que no sabía que estaba allí, la cogió por los brazos y la tiró al suelo con una fuerza descomunal. No pudo reaccionar antes de que le dieran una patada en la cara mientras otro se echaba sobre ella y la sujetaba por los hombros.

            No pretendía violarla, lo más probable era que esos hombres o bestias no tuvieran ni pene. La golpeó en la cara con una bofetada que la dejó atontada por unos segundos. ¿Por qué no tenía fuerzas? Ella nunca había sido tan débil como para que un solo hombre pudiera sujetarla.

            Le propinó un fuerte puñetazo en la cara y se le quitaron las ganas de seguir forcejeando. La piedra saltó sobre su pecho cuando la golpeó el rostro. El golpe la dejó mareada pero no perdió la consciencia del todo. Pensó quitarse el colgante por si un nuevo terremoto la salvaba de esa situación no obstante el hombre de atrás tiraba muy fuerte de sus muñecas y no podía soltarse.

            Uno de esos hombres cogió el colgante y trató de arrancárselo pero su mano comenzó a arder como una antorcha y después él mismo, que tuvo que apagarse las llamas arrojándose al mar.

            Perder el colgante el terremoto volvió. La tierra comenzó a abrirse, el mar se perdía por las grietas y cuando ella también cayó…

 

 

            Abrió los ojos y vio a Antonio Jurado arrodillado a su lado y con las manos apoyadas en su vientre. No era un acto lujurioso, le estaban ardiendo. ¿La había vuelto a traer con la respiración asistida?

            —¿Es otra pesadilla? —Preguntó, sin poder creer lo que veía.

            Se pellizcó la mejilla y sintió dolor. Esta vez sí.

           Arita accedió a devolverte la vida si le entregabas todo su poder —murmuró Antonio—. Me alegro mucho de que hayas tomado esa decisión.

            —¿Mi qué? —Replicó, levantándose. Se sentía restablecida por completo—. No se lo he dado. En todo caso me lo habría robado.

            —No podemos oponernos a ella, es demasiado poderosa —explicó Antonio.

            —Ahora es cuando veo que tenías razón —replicó ella.

            —¿De qué? —Se extrañó él, que la miraba como si no pudiera creer aún que estuviera viva.

            —El Antonio Jurado que yo conozco no se rendiría.

            —Puede poseerme cuando quiera, no sirve de nada luchar. Te ha curado ella a través de mi cuerpo. He sentido su poder y he podido ver y comprender su corazón. Arita no es malvada solo quiere restablecer el equilibrio.

            Ángela le dio un sonoro puñetazo y se puso en pié complacida al ver que había tumbado al hombretón de un solo golpe.

            —¿Por qué me has… —Comenzó a quejarse de la mejilla.

            —Veo que es cierto, he recuperado mis fuerzas.

            Le ofreció la mano y éste la aceptó como ayuda para levantarse. Pero Ángela no le ayudó, se la apretó con fuerza hasta que notó que volvía a salir una luz de la palma de su mano.

            —Ven aquí bonita —canturreó sonriente—. La sostuvo en su mano y de una palmada la hizo desaparecer.

            —¿Qué ha pasado? —Preguntó Antonio.

            —Ya no podrá volver a poseerte.

            —¿Qué? Es eso lo que crees o…

            —Cuando me robó mi poder hice lo único que podía hacer en ese momento, esconder una trampa dentro de mí, una que ni siquiera una persona con el poder divino pudiera distinguir de mi propia alma. Ahora que ha caído en la trampa le costará mucho librarse de ella. No le resultará fácil escapar. No podrá poseer a nadie más mientras no lo haga.

            —¿Tienes el poder divino? ¿Has atrapado a Arita? —Preguntó incrédulo.

            —Al fin y al cabo es muy poderosa. Lo que te garantizo es que no queda ni rastro de ella dentro de ti.

            —¿Y eso qué significa? ¿No pensarás… Intentar acabar con ella?

            —Ha destruido dos universos paralelos que yo atesoraba, lo que no sabe es que al volver a convertirme en una sola entidad ha reunido toda mi mala leche contra ella.

            —Entonces ¿aun conservas tu poder? —Preguntó él.

            —No puede robármelo, hombre. Mi alma es su recipiente y la guardé en tu alma, te repito que la que dejé dentro de mí era la trampa llena de mis peores recuerdos.

            —¿Por qué no resucitaste antes?

            —No podía, Antonio, estaba muerta —respondió, como si fuera obvio—. Detuve mi corazón sabiendo que ella se daría cuenta de que no me había quitado todo el poder y tendría que resucitarme para recuperarlo. Ahora no voy a dejar que vuelva a destruir un mundo que me gusta. ¿Me acompañas? Voy a reducirla a cenizas antes de que logre liberarse.

            Antonio no parecía tan convencido ni tan optimista como ella, lo que logró enojar a Ángela.

            —¿Qué pasa?

            —Solo siento que… Arita se va a cabrear. Me aterra la idea, sé la cantidad de resentimiento que tiene dentro y no quisiera que me ponga en su punto de mira.

            Ángela le ofreció la mano a modo de ultimátum.

            —¿Estás conmigo?  —Amenazó.

            Antonio pestañeó un par de veces recapacitando. Sí, era cierto que Arita imponía respeto, pero Ángela jugaba en otra división. Había olvidado lo que era tenerla de enemiga y no quería volver a verla de ese modo.

            —¿A dónde vamos?

            Agarró su mano y se levantó como si no pesara nada. Ángela tenía una fuerza sobrehumana porque lo cogió con la misma facilidad que si fuera un peluche hueco.

            —Alguien te está buscando —fue la enigmática respuesta—. No les hagamos esperar. No le cuentes a nadie que soy tan poderosa. Me gusta sorprender a todo el mundo.

 

 

 

 

            Aparcaron cuando el caos les impedía seguir avanzando con el coche. Muchos vehículos habían tratado de escapar del atasco metiéndose por arcenes y vieron multitud de coches accidentados por ello. La gente, viendo que no podían salir de la ciudad en automóvil optó por ir corriendo, por lo que las afueras de Fuenlabrada parecían ser un macro botellón. Pero uno de disfraces de Halloween, concretamente de zombis.

            —Joder, va a ser imposible hacer caso del GPS —protestó Dani, sacando la pistola de su sobaquera.

            Lara sacó su arma de la guantera y la amartilló, extrajo y examinó el cargador.

            —Espero que tú tengas más munición, tres balas y la de fogueo. Nunca imaginé que necesitaría más.

            —Mi arma está completa —replicó sonriente—. Y no creo que nos sirva de mucho.

            —Lo bueno es que mi jefe me ha pedido que no mate a nadie, que por lo visto pueden curarlos. Esperemos que no sea necesario dispararles.

            Antes de bajar del coche vieron una sombra pasar sobre sus cabezas y Lara escuchó un zumbido que le resultó familiar.

            —¡Son ellos! Vamos, sal.

            Sin esperarle abrió la puerta salió corriendo subiéndose sobre los coches atascados. Algunos aún tenían gente que no se había atrevido a salir y no les gustó verla patear sus vehículos. Dani la siguió de cerca, que al ser más pesado iba abollando techos como si no le importara.

            —Tenemos que alcanzar al halcón —gritó Lara, sin dejar de correr.

            —No veo ningún pájaro —protestó el chico.

            —No es momento de chistes —regañó la inspectora, apretando el ritmo y bajando al suelo desde el último coche que les impedía el paso.

            —Tampoco me he reído —respondió, totalmente confundido.

            Escuchó a Dani saltar detrás con poco cuidado de no dañar la propiedad ajena y se oyó gritar a alguien:

            —¡Cabrones, pienso denunciaros!

            Lo que evidenciaba que había gente muy asustada encerrada en muchos vehículos y debían llevar demasiado tiempo allí sin ver señales de las fuerzas de seguridad. De hecho, vieron varios coches patrulla encerrados en el atasco y sin agentes dentro, lo que significaba que habían salido a tratar de poner orden en el caos apocalíptico que reinaba por doquier.

            Pronto vieron a los primeros caminantes o hubiera sido mejor decir que fueron avistados por ellos ya que comenzaron a seguirlos como gatos detrás de ratones. Lara lamentó haberse esforzado tanto por alcanzar la nave invisible, ahora le faltaban fuerzas para huir de esos infectados. Al principio eran dos o tres luego se fueron uniendo y terminaron siendo una horda incontable.

            —¿En serio son zombis? —Protestó Dani, soltando una carcajada—. Les voy a dar un regalito para que se vayan a asustar a su put

            —No se te ocurra pararte, ¡no son borrachos jugando! —Exclamó Lara, al ver que su compañero pretendía disparar a la masa de gente que les seguía.

            —¿Qué?

            —¡Te van a devorar en un minuto! No tienes munición ni para la décima parte.

            —¿En serio te lo has creído? Mira que eres pava, tía.

            Haciendo caso omiso a su consejo se detuvo y disparó en la pierna a uno de ellos, esperando ver la reacción de pánico del resto. Cuando vio que su proyectil apenas hizo trastabillar al herido y que  éste fue adelantado y pisoteado sin contemplaciones por los que venían detrás tuvo un instante de pánico que le causó una parálisis. Fue Lara la que le desbloqueó las piernas.

            —¡Corre italiano zampa pizzas!

            —¿Qué? —Despertó a tiempo para comenzar a correr cuando los zombis más rápidos ya tenían la boca abierta, dispuestos a llevarse un trozo de su carne a la barriga.

            Por su juventud y agilidad logró mantenerlos a un metro de su espalda pero al estar tan cerca, los zombis se animaban más con el olor de su sangre y aquellos que no eran tan rápidos fueron atropellados y pisoteados por los más voraces que llegaban de atrás.

            —Joder, como corren, esta no la cuento —gimoteó, tembloroso y aterrorizado mientras sus piernas se negaban a dar más de sí.

            Entonces llegaron a la entrada de la ciudad y Lara se detuvo en seco al ver a unos centenares de cabezas levantarse del suelo para ver lo que causaba tanto alboroto. Dani la estaba alcanzando y se preguntó por qué se detenía. ¡Estaban rodeados!

 

Continuará                                                                                                    

Comentarios: 6
  • #6

    Chemo (sábado, 30 octubre 2021 17:04)

    Ya estoy esperando las historias de Halloween. Espero que den mucho miedo.

  • #5

    Alfonso (sábado, 30 octubre 2021 02:50)

    Pues tal parece que Ángela ha derrotado a Arita. Tal parece que solamente falta terminar la trama entre Lara y Dani.

    Por cierto, me parece una estupenda idea que haya dos historias de Halloween. Esperaré con ansias el leerlas.

  • #4

    Tony (domingo, 24 octubre 2021 13:27)

    Podria haber 2 historias de Halloween y voy a pedir votaciones por la mejor. Una de un escritor que copite con Antonio Jurado y la propia de Antonio Jurado que se mencionarán en este relato más adelante.

  • #3

    Jaime (sábado, 23 octubre 2021 21:40)

    No me esperaba la estrategia de Ángela contra Arita. ¿Será éste el verdadero final de Arita? Al parecer solamente queda deshacerse de los zombis y hacer que el EICFD y el Consejo se olviden de Antonio Jurado.
    Espero con ansias la historia de Halloween.

  • #2

    Tony (miércoles, 20 octubre 2021 23:56)

    Por cierto, ya tengo casi terminada la historia de halloween. El protagonista es un chico que admira a Antonio Jurado y va por el mundo buscando historias terroríficas que contar para hacerle competencia. No digo más.

  • #1

    Tony (miércoles, 20 octubre 2021 23:53)

    El tiempo se pasa demasiado rápido, ahora estoy saturado de cursos que tengo que hacer en mi tiempo libre y como dice mi hermana, "No me da la vida". Aun así quiero terminar esta historia antes de que se me vaya el final que tengo en mente.
    No penséis que queda poco, va a ser movidito y se pasará rápido, pero aún queda bastante por contar.