Los últimos vigilantes

18ª parte

 

            -No entiendo por qué me lo preguntas. Puedes ordenármelo y yo me quedaría.

            -El amor no es como los deseos triviales, querido. Si no tienes libertad de estar conmigo, no tiene ningún valor para mí que te quedes. Una vez te obligué a hacer mi voluntad y no me gustó que me rechazaras. Las personas no se comprometen con los demás, se involucran con sus decisiones.

            -Pues si te digo la verdad, solo hay una cosa que me impide marcharme con mi familia -se volvió a sincerar, esperando que ella picara de nuevo y formulara un deseo que lo cambiara todo-. Tú me nublas los sentidos, eres como una alucinación de la que no quiero despertar. Temo que no durará y que tarde o temprano voy a tener que regresar al mundo real.

            -Esto es para siempre, ¿es que no quieres entenderlo? -Replicó ella.

            -Pero yo le prometí a mi hijo que no tardaría en volver. Me rompió el corazón dejarle mientras me miraba llorando y preguntaba a su madre por qué me tenía que marchar otra vez. No puedo dejar que lo elimines de la existencia, mi familia es un pedazo tan importante de mí que si me la quitas ya no podría vivir.

            Ángela le miró con seriedad mortal y le dio la espalda.

            -¿Esa es tu decisión? -susurró-. Tienes razón... No puedo cambiarte.

            -¿Estás llorando? -Antonio no sabía si fingía o estaba dolida de verdad.

            -¿No creías que fuera capaz?... Pues ya ves. Creo que nunca he llorado con testigos.

            -Tienes que recapacitar. Eres la única que puede dejar las cosas como estaban. Sólo tienes que pedirlo, aquí vas a sentirte muy sola.

            Ángela negó con la cabeza.

            -Ni lo sueñes, el mundo antiguo no merece una segunda oportunidad. Tú no sabes lo que yo he tenido que soportar.

            -Sí lo sé -replicó él, sin pensar.

            Ella le miró desafiante y leyó en su mente que no mentía. De alguna manera había conseguido leer el diario de su juventud, ese en el que volcó sus actos y pensamientos más morbosos hasta el día que... Se enamoró de él. Como tenía esperanzas de terminar a su lado decidió que solo podía traerle problemas si él lo leía. Lo quemó y lo vio arder hasta que no quedó una página reconocible. ¿Cómo pudo leerlo entonces?

            -Es imposible... Pero por alguna razón sé que no mientes.

            -Lo llamabas "Raíces en el infierno", se lo tomé prestado a la otra Ángela. No tienes que avergonzarte de tu pasado, mis sentimientos por ti son mucho más fuertes ahora que te conozco mejor. Entiendo que no quieras que tanta maldad regrese, tú más que nadie lo ves todo y sabes cómo volver a empezar evitando los errores del pasado.

            -Yo no sé nada -repitió sin energía-. No creas que vas a convencerme de que diga alguna cosa que nos lleve de vuelta, sé que tu mujer te envió para decirme e incluso hacerme creer que me quieres por si meto la pata y formulo un deseo involuntario. Deberías saber lo afortunado que eres porque has intentado desafiarme y sigues con vida.

            Antonio palideció y tragó saliva asustado.

            -Estoy segura de que no vas a cambiar -continuó Ángela-, serás fiel a tu mujer a pesar de que no piensas igual que ella, incluso sabiendo que te trata como un gusano porque cree que tiene derecho por tus infidelidades del pasado. Por eso... quisiera poder destruirte. Pero no lo haré. A partir de ahora tendréis que apañároslas solos. Vete de mí vista... Mejor, quiero que vuelvas con tu mujer y le digas que lo habéis fastidiado todo. No pienso protegeros, no tendréis acceso a mi jardín privado y no volveréis a verme jamás.

            Antonio iba a protestar, pero el palacio desapareció de su vista y vio ante él a Charly, Miguel y Brigitte tratando de pescar con una camiseta de Miguel.

            -Mierda -susurró.

            La sentencia de Ángela le hizo temblar de miedo, frío e incertidumbre. Había pronunciado lo que más temía escuchar de su boca, debido a su poder: «No volverás a verme jamás.» Lo que significaba que estaban atrapados en esa línea temporal.

            Caminó despacio hasta su familia pensando cómo les diría que había fallado. Su mujer se pondría furiosa y más cuando le dijera que ya no estaban en el mundo perfecto, que Ángela se lo había quedado para ella. Que tendrían que buscarse la vida y no sería tan sencillo encontrar la comida. Recordó la historia de la biblia en la que Adán desobedeció a Dios por hacer caso a Eva y por ello fueron castigados. ¿O era una profecía sobre ellos? No había forma de saberlo.

            Al meterse en el agua y abrazar a sus hijos éstos saltaron asustados.

            -¡Papá! -Exclamó Charly, emocionado, abrazándole tan fuerte que no hubo sitio para Miguel-.  Has tardado mucho.

            Brigitte le miró asustada y confundida.

            -Lo siento, chicos, he fallado. Será mejor que nos hagamos a la idea de que nunca volveremos al viejo mundo.

            -¿Qué ha pasado?

            -Nos han expulsado del paraíso. ¿Es que no lees la biblia? Hemos desafiado a Dios y… Estamos jodidos.

 

 

 

 

 

            Ángela lloraba sin encontrar consuelo. Se sintió tentada de derribar su casa, la construyó imaginando lo que sería vivir allí, disfrutándola junto a Antonio, pero ahora que estaría sola para siempre se dio cuenta de que en realidad la detestaba. Apretó los puños con intención de reducirla a polvo cuando escuchó una voz de alguien que no estaba allí.

            -Mi señora, no debéis sentiros sola. Hemos estado esperando su llegada miles de años.

            Allí no había nadie y usó su poder para rastrear el origen de aquella voz. Venía del fondo del océano, eran los pleyadianos, los creadores de los trajes.

            -No soy vuestra señora. Por alguna razón no soy capaz de veros y yo debería verlo todo.

            -Hemos sido testigos de vuestro último encuentro y queremos ofreceros nuestros servicios y el más humilde de los respetos. Somos pleyadianos, venimos de una estrella muy lejana huyendo de la creciente oscuridad elemental y vimos en este planeta signos de que encontraríamos al creador de todo. Si os place podemos concertar un encuentro.

            Ángela entrecerró los ojos y se volvió a poner su ropa de paseo, su blusa negra ajustada de tirantes y sus leggings de algodón del mismo color. Después hizo que su cuerpo brillara con intensidad, con luz blanca pura y llameante como una cerilla. No iba a dejar entrar a esos mendigos del espacio en su jardín perfecto. Ella iría donde quiera que estuvieran escondidos y necesitaba luz.

            Los localizó en una brecha del Atlántico, cerca de la isla de Cuba, a una profundidad de diez kilómetros. Ni siquiera un submarino moderno hubiera podido llegar a su ciudad subacuática. Preparó su cuerpo para soportar la presión y que no necesitara respirar.

            También deseó saber a qué criaturas se enfrentaba y las vio dibujadas en su mente. Eran altas, de más de dos metros de envergadura, delgadas y tenían tres dedos en cada mano y pie. Sus ojos luminosos deslumbraban y eran de tamaño similar al humano salvo por el hecho de que tenían un tercero más grande en la frente. Carecían de orejas, nariz, pelo, no se vestían y su piel era similar al plástico o al marfil pues eran muy duros. Se movían con el pensamiento, rígidos como caballitos de mar, no tenían boca, no se alimentaban, no hablaban, empleaban la telepatía para comunicarse entre ellos.

            Su mera apariencia les dotaba de una imagen regia, eran hermosas, su piel era blanca y no necesitaban trajes submarinos para respirar bajo el agua ni fuera de ella. A pesar de su apariencia sobrenatural no eran criaturas hechas de aire, su vida no dependía de un corazón sino de una fuente de energía que fluía como un campo magnético desde su cabeza hasta su vientre. Podían iluminar un teatro con solo pensarlo y carecían de peso, lo que les permitía volar. Además, su energía psíquica les dotaba de habilidad de manipular lo que percibían los seres vivos. Nadie podía verlos si ellos no lo deseaban y ella les escuchaba y veía porque querían.

            Sintió tal fascinación que quería conocerlos, aunque le daban un poco de miedo.

            Cuando apareció en la fosa subacuática donde vivían se desplazó con el pensamiento al origen de la llamada.

            El lugar carecía de luz de cualquier clase. Tenía tanta agua sobre su cabeza que la luz solar no conseguía llegar allí abajo. Intensificó su brillo hasta iluminar el profundo valle subacuático y cientos de seres preciosos se escondieron a toda prisa en las sombras.

            -¡Mostraros! -Pronunció, sabiendo que estaba rodeada de pleyadianos invisibles. Por alguna razón no podía saber la cantidad ni las intenciones que tenían.

            Ante ella fueron apareciendo luces blancas que paulatinamente se convirtieron en figuras alargadas. Aunque tenían dos brazos y piernas no eran humanoides. Su tronco era muy fino, su cabeza alargada y no se distinguía del cuello. Los ojos blancos iluminaban el resto de su cuerpo como dos bombillas y cada una de esas criaturas la miraba con la misma fascinación que ella a ellas.

            -¿Por qué os escondéis en la oscuridad? -Les preguntó con el pensamiento, pues Ángela no creía que pudieran entender el castellano-. Pensé que huíais del espacio por miedo a la Oscuridad Elemental.

            -La ausencia de luz no es oscuridad -respondió el que parecía su portavoz. ¿O quizás hablaban todos a la vez?-. Tal vez para una criatura con el poder de la percepción visual sean muy semejantes, pero la terrible Oscuridad Elemental es una fuerza imparable que lo devora todo y no deja nada a su paso. Puede engullir galaxias completas.

            -¿Te refieres a los agujeros negros?

            -¿Así los llamas?

            -Tengo entendido que los hay por todo el universo -Ángela sabía poco del espacio por conocimientos propios, pero su mente abierta le daba esa información.

            -Todas las galaxias están enfermas, envenenadas con su ponzoña. Devoran estrellas y ya alcanzó el núcleo de la Vía láctea. En menos de cinco mil millones de años, solo quedará su recuerdo.

            -Bueno, no se puede decir que ocurrirá pasado mañana, no hay que preocuparse, ¿no?

            -Tú deberías tomarlo en cuenta, igual que nosotros. Eres una criatura eterna y además la única capaz de detenerla.

            -No habéis respondido mi pregunta, ¿por qué estáis en este planeta, en la parte más profunda del océano?

            -Este lugar es el único al que podemos llamar hogar. Arriba necesitamos usar nuestra magia para no ser vistos. Nuestro planeta fue devorado por la Oscuridad elemental hace cuatro mil quinientos millones de años.

            Ángela sonrió por la forma de hablar de esos seres. Decían eso como quien dice que se mudaron de casa hace diez años.

            -Lamento lo de vuestro hogar. ¿Cómo era?

            -Intentamos moldear tu mundo para lograr igualar el nuestro. Podemos capturar la esencia del sufrimiento de las criaturas de este planeta y la almacenamos con el fin de mejorar la forma de vida de los supervivientes. Aunque estamos disgustados por la manera en que malgastas nuestra energía.

            -¿Vosotros sois causantes de los desastres naturales? ¿Quién os ha creado?

            -No somos criaturas. Nacimos con el universo. Hemos habitado miles de planetas, todos ellos devorados por la Oscuridad Elemental. Nos desplazamos a este pequeño orbe azul alejándonos del centro del Universo y hemos vuelto a empezar, pero aprendemos de nuestros errores. Cada vez hacemos nuevos organismos más perfectos, independientes, hermosos.

            -Un momento, ¿Dios no ha creado a las criaturas de la Tierra? ¿Fuisteis vosotros?

            -Creí que tú eras ese al que nombras. Y no fuiste tú, ¿Cierto? -Respondieron-. Nos desconcierta que tengas características de varias de nuestras creaciones pero infinitamente mejorada, llevada a la perfección. De forma innata posees un poder que ni nosotros juntos hemos llegado a dominar. Además tu energía sintoniza con la nuestra, cuando invocas tu magia notamos que fluye y ninguno comprendía por qué. Hasta hoy hemos pasado desapercibidos para nuestras creaciones, pero tú no solo nos has encontrado sino que empleas nuestra pléyade a tu antojo y obtienes beneficio propio sin sufrir las consecuencias de tus actos. Esa magia que esgrimes como si fuera infinita no debe ser usada de forma egoísta. Por eso hemos contactado contigo, somos tus servidores, te necesitamos para detener s la oscuridad elemental y no podemos consentir que sigas despilfarrando nuestra energía que tantos milenios y vidas ha costado acumular.

            De pronto los perdió de vista y dejó de notar su presencia.

            Ángela comenzó a sentir que se asfixiaba. Su poder de resistir sin respirar se acabó de repente y sus oídos notaron la presión del océano. ¿Era una trampa?

            ¿Le habían arrebatado su poder?

            -No vamos a destruirte -le dijeron los pleyadianos, regresando ante ella-. Pero no podemos regalar nuestro tesoro. Normalmente tardamos miles de millones de años en acumular la pléyade aunque este mundo está lleno de vida, el sacrifico es continuo y nuestro contenedor estaba repleto.

            Por fin volvieron sus poderes y volvió a resistir la presión y la falta de aire.

            -Ignoraba el origen de mi poder -mintió, sabía perfectamente que ellos crearon los trajes.

            -En tu arrogancia hemos descubierto un punto de luz que podría sernos de utilidad.

            Ángela se planteó la pregunta si sería capaz de destruir a esas criaturas, como intentar quemar al Sol con fuego, una pérdida de tiempo. Eran la fuente de su poder y si alguien tenía que esforzarse por obedecer sin rechistar, era ella.

            -¿Qué es esa magia tan poderosa?

            -Somos los Arquitectos. Vemos con claridad todas las energías y podemos manipularlas como si fueran hilos de seda. Conocemos el origen de cada especie y ninguno de nosotros ha sido el que ha tejido tu existencia. Por eso sabemos que has transgredido las leyes del universo cruzando las fronteras del tiempo. Manejar los hilos de la creación tiene sus riesgos y tú los manejas a tu antojo sin contemplar las consecuencias de lo que haces. Nosotros no rompemos las reglas, tú sí lo has hecho y no te haces cargo de la deuda que tienes con nosotros.

            -Nadie me dijo lo que podía hacer. Aún estoy explorando los límites de mi poder -se defendió-. Tampoco que debía pagar por usarlo.

            Los pleyadianos se acercaron peligrosamente a ella rodeándola e impidiendo su huida fácil. Ángela no se fiaba de ellos y usó su poder para tele transportarse de nuevo a su palacio.

            Al ver los muros de granito blanco y los adornos de su alcoba suspiró aliviada. Aunque no demasiado pues esos pleyadianos dominaban los mismos poderes que tenía ella. ¿Se creía Dios? No lo era. La prueba era que al invocarlo, no hizo caso y eso significaba que su poder, aunque podía rivalizar con cualquier pleyadiano, no era suficiente para obligar al creador a aparecer a su petición.

            De hecho, seguramente él estaba disfrutando viendo cómo se las apañaba.

            Desde el punto de vista de los pleyadianos lo hacía muy mal y seguramente el Creador pensaba lo mismo. De hecho si tuviera que calificarse a sí misma tampoco sería una buena crítica. En el tiempo que podía hacer lo que le daba la gana no solo perdió el amor del hombre al que más quería sino que se había cepillado al mundo antiguo al pedir su primer deseo. Además cuando empezaba a sentirse sola, descubría que no era la persona más poderosa del mundo sino más bien la más buscada. Esos pleyadianos no querían servirla. Pretendían estudiarla y controlarla.

            -Maldito seas, Antonio Jurado... No puedo lidiar con esto yo sola. Quiero encontrarme con él, ahora.

 

 

 

 

 

            Antonio trataba de alcanzar con una piedra las peras más altas del único peral que encontraron tras dos horas de búsqueda. Sus piedras consiguieron varias frutas pero antes de que pudiera echar mano a alguna, sus hijos ya habían devorado las que cayeron. Cuando solo quedaba una en el árbol y Miguel seguía quejándose del hambre que tenía, decidió no desistir hasta alcanzarla. Pero tenía muchas ramas en medio y no fue fácil.

            -Manteneos apartados, chicos -les pidió-. Esa última la tengo que tirar como sea.

            -¿Quieres esta pera? -interrumpió alguien desde atrás de todos ellos.

            Brigitte se giró y la miró con miedo. Los niños seguían animando a su padre que parecía sorprendido por la llegada de la señora de negro.

            -¿Qué pasa? -Preguntó Ángela, sorprendida-. ¿La queréis o no?

            -Tú dijiste que no volvería ¿Cómo es posible que esté aquí? -Acusó Brigitte a su marido.

            -Si hay alguien que puede revocar una orden mía, soy yo misma -replicó ella, con chulería.

            -¿Por qué no nos devuelves a nuestro mundo? Los niños no merecen esto -suplicó Brigitte.

            -No estoy aquí para dar explicaciones a nadie. Y tú, Antonio, tienes mucho que contarme sobre esos pleyadianos.

Comentarios: 6
  • #6

    Esteban (sábado, 30 marzo 2019 20:07)

    Lo único que no me gusta es que ya no hay sexo.

  • #5

    Yenny (sábado, 30 marzo 2019 14:09)

    Muy interesantes las teorías de Jaime y Alfonso dejan mucho para pensar, creo que Ángela tendrá que aliarse con los pleyedianos para no perder los poderes, aunque si trabajan juntos para detener la oscuridad elemental lo veremos en otra historia.
    Por lo menos no es un final predecible, espero con ansias la continuación.

  • #4

    Chemo (sábado, 30 marzo 2019 02:54)

    Pinta bien la historia. Espero la continuación.

  • #3

    Alfonso (viernes, 29 marzo 2019 01:59)

    Tras haber leído esta parte y el comentario de Jaime, se me ocurrió la siguiente teoría. Creo que los pleyadianos en su vasta sabiduría podrían usar el poder sin límites de Ángela para atrapar o al menos detener a la Oscuridad Elemental. Y Antonio será de alguna forma mediador de esta discusión.
    Como menciona Jaime se abre un ciclo en el cual los pleyadianos ganarán la batalla parcialmente, la Tierra se repoblará con Antonio y Brigitte cmo Adán y Eva, Ángela como Génesis y los pleyadianos como los ángeles. La Oscuridad, por su parte contraatacará y conseguirá sus propios seguidores quienes se convertirán en Alastor, los vampiros, zombis y demás criaturas oscuras.
    Este final pinta bien para dar una conclusión-inicio a las aventuras de Antonio Jurado. ¿Qué opináis?

  • #2

    Jaime (jueves, 28 marzo 2019 01:25)

    Ahora sí empieza la parte interesante. Tal parece que los trajes pleyadianos no son omnipotentes. Supongo que la solución más lógica será aliarse con los pleyadianos para ahuyentar a la Oscuridad Elemental de la Tierra. La Oscuridad perderá esta batalla y engendrará a Alastor como aliado para traerla de vuelta. De esta forma se hace un ciclo de vida y renacimiento.

  • #1

    Tony (jueves, 28 marzo 2019 00:16)

    Espero no estar tardando demasiado. Por favor no dejéis de comentar.