Antonio Jurado y los impostores

13ª parte

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            —¿Llevas mucho tiempo trabajando aquí? —Preguntó, aprovechando ese momento de intimidad.

            —Desde que dejé los estudios. No me gusta estudiar. Ahora quiero hacer una carrera de las que dan mucha pasta, arquitectura o algo así... Pero ya es tarde. En fin, guapa, tengo mucho jaleo, si quieres encontrarle vuelve esta noche a partir del toque de queda, a las once. Suele venir a esa hora.

            —Muchísimas gracias.

            Asintió y se alejó de la barra mientras veía que Dani la miraba con una extraña expresión "conquistadora", medio sonriente y serio.

            —Inspectora —la llamó.

            Junto a él se sentaba una chica muy guapa y la miraba con expresión divertida, como si se hubieran estado burlando de ella a sus espaldas.

            Lara se detuvo y se los quedó mirando.           

            —Hasta los agentes de la ley tienen que pedir permiso a las personas. ¿No le han enseñado eso en la academia?

            —No pero por diez mil euros o dos años de cárcel puedo meterte una bala en la cabeza —respondió sonriendo—. No me toques las narices, gilipollas.

            Disfrutó de la expresión de horror del tal Dani y la chica se tapó la boca con la mano.

            Suspiró y salió del bar contoneando de más sus caderas, con cierta chulería.      Se fue caminando calle abajo hasta llegar a un parque y alguien la llamó.

            —¡Harry el sucio! —Escuchó una voz siguiéndola.

            —¿Qué? —Por lo visto el tal Dani no había tenido suficiente.

            —Esa frase es de esa película —se volvió y vio al guaperas, siguiéndola.

            —¿Quién es ese? —Sabía perfectamente quién era pero de refilón, nunca vio esa película.

            —¿Crees que puedes ir asustando a la gente así? —Respondió el joven—. Bueno, serías más convincente con una pistola mágnum y barba de tres días, voz aserrada y mucho, mucho aliento a alcohol.

            ¿Qué pretendía ese chico? ¿Estaba ligando con ella dejando tirada a su novia? La falta de vergüenza, la insolencia con la que le hablaba y su maldita sonrisa chulesca la hacía hervir la sangre (la ponía cachonda pero furiosa a la vez). Aunque lo cierto era que no supo qué responderle.

            —¿Sabes? Veo que debajo de esa expresión de tía dura, existe una mujer sensible, dolida, diría... Solitaria. Puedo ayudarte.

            «¿Cómo pretende hacer tal cosa? ¿Cree que necesito un revolcón desesperadamente?» —pensó.

            —Escucha, imbécil, no preciso de ninguna ayuda y menos de un lerdo creído como tú.

            —No, bueno, yo no me estaba insinuando. Siento que pensaras eso. Trabajo para Luis. Soy sus ojos y sus oídos, y cumplo órdenes cuando te digo que no quiere hablar con polis. Le va la vida en ello, si uno de sus clientes se entera, es hombre muerto.

            —¿Qué clase de soplón eres que me cuentas eso sobre tu jefe a cualquier poli que pasa? ¿Intentas que le atrape la policía?

            —¿Usted lo sabe? —Se le abrieron los ojos como platos—. Lo... Lo cierto es que no le cuenta a nadie nada acerca de sus negocios. ¿Es droga? Apuesto a que sí, pero no pondría la mano en el fuego. Nunca le he visto con nada encima. De hecho siempre critica a los narcotraficantes.

            —¿Tú quieres que te maten o naciste retrasado? —Replicó ella—. Si no lo sabes, más vale que no preguntes. Y sí, yo sé todo acerca de sus negocios. Por eso necesito hablar con él y me vas a llevar a su casa ahora mismo.

            —No va a poder ser, no sé dónde vive.

            —¿Tienes su teléfono?

            La sonrisa y el silencio de Dani la hizo deducir que sí.

            —Llámalo y dile que tengo que hacerle unas preguntas.

            —¿No te he dicho que no se verá con ningún poli?

            —Y puedo matarte y salir indemne si alego que intentabas violarme. No veo a nadie por aquí.

            —No te pega. En serio, practica la voz grave y lo mismo asustas a uno.

            Lara sacó su pistola plateada y se la puso bajo la barbilla a Dani. Su cara cambió por completo. Pero en lugar de asustarlo logró que se partiera de risa.

            —Venga, no fastidies tía —se burló—. La primera bala es de fogueo...    

            Lara disparó la pistola y el fuego alcanzó su barbilla causándole una quemadura.

            —No voy a discutir contigo sobre lo que viene después —replicó, furiosa.

            —Más vale que me dispares y me robes el móvil —respondió más serio—. No pienso llamarle.

            —Puedo matarte y hacerlo igualmente, no necesito tu permiso.

            —Ya, pero no quieres abrir un agujero a esta geta que tengo sin antes darte un homenaje al cuerpazo de policía que tienes. Te aseguro que mi picha alegra hasta a las monjas.

            Lara amartilló la pistola con gesto más enojado que antes.

            —¡Llámalo!

            Dani sacó el teléfono del bolsillo y se lo entregó desbloqueado.

            —Lo siento, es más fácil que muera si lo hago que si aprietas ese gatillo.

            Aceptó el teléfono y con un gesto del arma le ordenó que se alejara un poco. Abrió la agenda y solo vio el número de un hombre, Luis. El resto eran mujeres. Por curiosidad eligió a una tal Bárbara y vio que tenía una foto de ella desnuda en el perfil. Agrandándola se le veía perfectamente vagina y senos, abierta de pierna y mirando a la cámara provocativamente como una actriz porno. En pequeño parecía una especie de galleta de jengibre... Lo peor era el comentario en el apartado notas: "Bajita, morena, viciosa como ella sola, nunca me dice que no cuando la llamo. Y eso que se ha casado."

            No pudo evitar mirarle con varios pestañeos de incredulidad. Todas esas mujeres estaban desnudas en sus fotos de perfil, en diferentes poses. Al menos había cien nombres antes de llegar a la L donde vio a Luis, sentado en su bar, con una chaqueta veis y un jersey negro, su sonrisa más italiana y con vino a su lado y detrás de él.

            —¿En serio crees que iba a ser la siguiente de esta asquerosa lista de ligues? —Preguntó asqueada.

            —¿Cómo voy a acordarme de ellas si no les hago fotos después del sexo? Antes de meternos en la cama no tiene sentido hacerles fotos. Y muchas me utilizan, ¿te lo puedes creer? Ellas me piden que las haga esas fotos para que las vuelva a llamar.

            —Ya, una lógica aplastante. Ahora cállate, voy a hablar con tu jefe.

            —Buena suerte.

            Justo en ese momento se paró un coche patrulla de policía a su lado y los dos agentes salieron con las pistolas apuntándola y amenazando a Lara.

            —¡Pon las manos donde podamos verlas! —Exclamaron—. Deja la pistola en el suelo lentamente.

            Al darse la vuelta y ver la cara de Lara dejaron de apuntarla y sonrieron.

            —Disculpe inspectora, no la había reconocido —dijo uno de ellos.

            —Estoy interrogando a este tipo. Conoce a alguien que puede ayudarme en mi caso.

            —¿Necesitas ayuda?                     

            —En realidad no, estáis llamando demasiado la atención.

            Al ver que la gente se estaba acercando a ver lo que pasaba ella guardó el arma en su sobaquera.

            —Yo necesito ayuda, me acaba de robar el móvil —intervino Dani, señalando el terminal—. Me ha costado un pastizal, me gustaría que me lo devolviera.

            —Después de llamar a tu jefe. Chicos marchaos, tengo todo controlado.

            —No está respetando mi intimidad, deje de  curiosear mis ligues. Y si va a hablar con mi teléfono, no se retire la mascarilla.

            Lara se aseguró de que se sus compañeros ya no estaban y llamó. Hizo caso a Dani, pero no por obedecerle sino por no contagiarse ella de su estupidez o cualquier otra cosa peor.

            El terminal dio un tono, silencio, otro y luego una voz familiar:

            —¿Qué pasa chico? Sé que estoy tardando en pagarte pero con la maldita pandemia el negocio está muerto.

            —Eso no le va a gustar a Dani —replicó, sonriendo—. Hola Luis, soy Lara Emmerich, ¿Me recuerdas?

            El silencio del otro lado delató que así era.

            —¡Inspectora! —Escuchó de repente—. Cuánto me alegro de que se encuentre usted bien. Hace mucho tiempo que no sé nada. ¿Qué es lo que quiere?

            —No puedo hablar por teléfono, tengo que verte en persona, en un sitio seguro.

            —Mi bar no lo es, hay demasiados ojos.

            —¿Le parece si nos vemos en su casa? —Sugirió Lara—. Dígame su dirección.

            —Mejor en la plaza de Callao. No quiero mezclar trabajo con vida privada. En esta época hay mucho movimiento en las calles, podemos pasar inadvertidos. Me va a hacer caminar y eso es algo que necesito, según los médicos.

            —Coja el metro.

            —Sí, claro, hace años que no cojo uno —se quejó con voz cascada—. No importa, daré un paseo, el médico me dice siempre que pierda peso y sobre todo que deje la bebida. Por una vez le haré caso. ¿Dónde nos vemos? ¿Frente al cine Callao?

            —Perfecto, busque a su chico, a Dani. Está conmigo. Espero que no tenga ninguna cita.

            —¿A qué hora? —Preguntó Luis.

            —Ahora mismo. Vamos para allá.

            —Tardaré al menos una hora en llegar. Tengo que vestirme y no camino muy rápido.

            —Genial, me encantará conversar con Dani mientras llegas —bromeó, fastidiada. Al ver la sonrisa del aludido se arrepintió de decir semejante cosa.

            —No hablaba en serio, cuanto antes te pierda de vista mejor —le dijo, al colgar el teléfono—. Toma, y vamos, esperaremos en Callao hasta que vaya.

            —Escucha, Lara —empleó con ella un tono seductor y seguro de sí mismo—. En una hora te puedo hacer ver el cielo diez veces.

            —¿Sabes por qué no tengo novio? —Replicó, sonriendo—. Porque siempre termino encontrando gilipollas como tú. Pero ya he aprendido, ni sueñes que voy a dejarme seducir por tu sonrisa. Por cierto, me temo que este mes no cobras.

            —¡Mierda! Es vergonzoso, tengo que insistir y darle el coñazo todos los días para ver un euro. Es un agarrado de mierda.

            —Por eso tú tampoco derrochas en propinas —se burló.

            —¿En serio te gusto? —La ignoró.

            Al llegar junto a su coche patrulla le invitó a subir de copiloto. Una vez dentro se quedaron mirando y tras un par de segundos él se bajó la mascarilla. Verle la cara la hizo bajar las defensas. Se retiró la suya y él sonrió complacido al ver su rostro en todo su esplendor. Se acercó a ella y después de imaginarse dándose el lote con él en coche, se dio cuenta de que sería la peor idea del mundo en horas de servicio.

            —Voy a aparcar cerca de Callao. No me gusta que la gente nos mire.

            —Conozco un lugar perfecto —replicó, con una sonrisa pícara.

 

 

            Llegaron a Hotel en la Gran vía y un cartel de parking en la entrada. Ponía "Smart Parking".

            Entró con el coche y llegaron a un ascensor de vehículos. Lara iba a salir pero Dana la agarró del brazo y la hizo quedarse sentada con una sonrisa libidinosa. Durante unos segundos se quedaron mirando.

            Un chico apareció por detrás y les dijo:

            —Por favor, salgan del coche.

            —Ya lo has oído, muévete —ordenó Lara.

            Dani se la quedó mirando sin hacer caso.

            —Yo sé cómo funciona esto, si quieres le digo que nos saque en media hora. Ahí abajo nadie nos verá.

            —He dejado que creas que estoy dudando para ver tu cara de estúpido cuando te diga: ¡Vámonos!

            Dani cerró los ojos, decepcionado, y finalmente salió del coche.

            —Aquí tiene señora —el muchacho le dio un ticket—. Muestre esto al volver a recogerlo.

            —Gracias.

 

            En cinco minutos llegaron a la plaza de Callao y Lara se cruzó de brazos apoyada en un quitamiedos de hierro de la carretera. En la cartelera ponían la película "Hasta el cielo" y otras dos que no le interesaban. Tenía ganas de ver la primera pero con el Covid-19 el cine era un nido de virus y no se atrevía a ir ni sola.

            —Luis va a tardar una hora, nos lo ha dicho —se quejó Dani.

            —¿Y? Vamos a esperar.

            —¿Quieres un café? Te invito.

            —Creí que acababas de tomar uno con un pincho de tortilla.

            —En realidad no me has dejado ni probarlo.

            Ella se encogió de hombros.

            —Tu novia estará comiéndoselo. Qué pena.

            ¿Por qué había dicho eso? Ahora pensaría que...

            —No era mi novia. Es mi compañera de trabajo. Estamos allí para distraer a los preguntones. Si es chica, me encargo yo, si es chico ella.

            —Y supongo que no os acostáis.

            —¿Eso te molestaría? Recuérdame qué hay entre tú y yo.

            —Acabas de proponerme tener sexo en el parking, no te hagas ahora el santo.

            —¿Y eso qué significa? ¿Si no tuviera novia habrías aceptado?

            —Soy una mujer soltera con casi cuarenta años y no puedo permitirme más líos de una noche, ¿entiendes? Si no tuvieras pareja quizás me lo habría planteado, me gustas, bueno, a quién no... Es evidente que eres un mujeriego incorregible y eso ya no me agrada tanto. Mira, busco una relación seria.

            —Eso suena a alarma.

            Lara le dedicó una mirada despectiva.

            —¿Tienes que irte o qué? —Se burló.

            —Me refiero a ti. Lo que has dicho es la típica alarma hormonal, tu cuerpo te pide que busques pareja antes de que se te pase el arroz. No te avergüences, pasa más veces de lo que imaginas. Las mujeres tenéis un maravilloso mecanismo que os permite crear vida en contra de vuestra voluntad. Los científicos lo llaman hormonas, como pudieron llamarlo karma o destino. Así que si no me equivoco, quieres una relación seria porque sabes que necesitas una pareja antes que se te pase el arroz.

            —¿Pero tú quién te crees que eres para psicoanalizarme?

            —¡Este no es sitio de hablar! Hace frío —protestó Dani—. Vamos a esa cafetería de allí.

            —Estoy de servicio —terció Lara.

            —Eres una poli, ¿no? ¡Hora del donut! —Bromeó.

            —Pero mira que eres gilipollas —respondió, sonriendo.

            —Por fin una sonrisa, creía que no sabías sonreír. Vamos que te invito.

            Miró el reloj. Aún tenían cuarenta minutos hasta que Luis llegara y le siguió al interior de la cafetería.

 

 Continuará

 

Comentarios: 10
  • #10

    Tony (miércoles, 30 diciembre 2020 20:19)

    Veo que todos habéis puesto un gran comentario en mi última publicación. Muchas gracias a todos.
    Cambiando de tema, intentaré publicar la parte 14 esta noche.

  • #9

    Yenny (viernes, 25 diciembre 2020 22:43)

    Este Dani es muy pesado creo que Chemo conquistaria mejor.
    Aunque algo tarde aprovecho en comentar y desearles una feliz navidad.

  • #8

    Tony (martes, 22 diciembre 2020 10:44)

    Vaya, Chemo, me encanta tu crítica.
    Desde luego es por vosotros que siento que no debo escribir tan mal. Muchas gracias por vuestros comentarios, aquí me tendréis escribiendo hasta que la fuente de inspiración deje de tener agua. Voy a ver si puedo publicar algo hoy.
    Por cierto,
    ¡Feliz Navidad!

  • #7

    Chemo (martes, 22 diciembre 2020 01:34)

    Lo que no sabéis es que mi primo se llama Dani y compartimos experiencias. Al rato me pasa su número de teléfono. Jaja
    Ya he agregado mi comentario. Ojalá se logren vender algunas copias.

  • #6

    Tony (lunes, 21 diciembre 2020)

    Ya he visto que habéis comentado en bubok.
    Muchas gracias Alfonso y Jaime.

  • #5

    Tony (sábado, 19 diciembre 2020 19:36)

    Tienes que poner un email, un nombre y una pasword. Sólo eso, los autores tienen que rellenar muchas más cosas.

  • #4

    Alfonso (sábado, 19 diciembre 2020 19:10)

    Lo siento por Chemo que le han ganado a la inspectora. Concuerdo con Jaime, creo que ya sabemos lo que ocurrirá en la siguiente parte.

    Por cierto, accedí a la página de bubok pero no me permitió escribir un comentario sin antes registrarme como autor. ¿Es necesario registrarse?

  • #3

    Tony (sábado, 19 diciembre 2020 03:18)

    Justo debajo, en la portada, está el anuncio de "Jaque a las fuerzas oscuras". Si pinchas en el enlace de abajo vas a la página de compra. Ahí, te deja escribir un comentario más o menos en el centro de la página.

  • #2

    Jaime (sábado, 19 diciembre 2020 02:54)

    Lo siento por Chemo, creo que le han ganado a Lara. Aunque conociéndolo, no dudo que cometa un delito menor para que Lara lo arreste y lo meta en lo oscurito. Jajaja
    Pues creo que es obvio lo que ocurrirá en la siguiente parte, chicos.
    Por cierto, Tony, ¿en dónde está el enlace para comentar tu libro?

  • #1

    Tony (viernes, 18 diciembre 2020 12:53)

    Lo siento, pensaba que iba a poder subir continuaciones de forma más seguida. Es complicado cuando tengo tantas cosas que hacer. He publicado el definitivo segundo volumen de Relatos olvidados. Entra toda la historia de Antonio Jurado con Alastor hasta la llegada a las islas Bermudas. Os agradecería que aunque no lo queráis comprar, entréis en el enlace y escribáis algún comentario positivo.