El vórtice

7ª parte

 

 

 

 

         

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  

 

 

 

 

Juan se volvió hacia el bosque y sacó un machete idéntico al de White... El mismo que usó para matarlo. Ángela no podía ver nada, estaba más lejos que él y sus gafas no le mostraban lo que él debía estar viendo.

            -¡Vuelve al fuerte! -Insistió él-. Yo los entretendré.

            Ángela le rodeó y al fin vio a un grupo de hombres encorvados acechando a Juan. Sus machetazos no parecían asustarles, le estaban rodeando y pronto se dio cuenta de que a ella también. Podían ser los mismos odiosos soldados del campamento. Pero estos no llevaban armas y caminaban de forma extraña, como simios.

            Demasiado organizados para ser monstruos sin cerebro, pensó.

            Pronto se dio cuenta de que no la estaban rodeando por ser listos, sino porque venían por todas partes. Sus gritos debieron atraerlos.

            Al acercarse a ella uno trató de agarrarla y tuvo que retroceder. Dos más se le acercaban por la derecha. Vio que Juan les cortaba brazos como si fueran ramas de árbol pero no morían desangrados, seguían caminando hacia él sin emitir un solo gruñido de dolor y éste les rechazaba con una violenta patada en el pecho.

            Con esas gafas de visión nocturna parecía personas normales pero su forma de caminar delataba una carencia de consciencia pues semejaban sonámbulos. Lo qué más escalofrío le daba era saber que delante estaba rodeada y por detrás solo había un abismo mortal.

            Entonces, cuando ya no podía retroceder más, escuchó los gritos de los hombres acercándose por la retaguardia de los monstruos. Venían en tropel golpeando y atacando a las sombras, reduciéndolos a masas humeantes.

            Se apartó las gafas y vio que estaban armados con antorchas, al fin pudo ver a los monstruos con sus propios ojos. Eran seres sin cara, o al menos parecía teñida de negro como embadurnadas de petróleo. Vistos de cerca daban escalofríos, sus ojos debían haber explotado y sus rostros estaban bañados de la sangre seca.

            Al aproximar las antorchas se estremecían y ardían entre gemidos fantasmagóricos.

            -Allí están -bramó uno de ellos señalándola a ella.

            Penetraron en las filas de los monstruos, en formación triangular, abriendo un pasillo entre ellos. Juan la cogió de la mano y tiró de ella, esperando que le siguiera.

            -¡Vamos! ¡No podrán contenerlos por mucho tiempo!

            -¡No pienso volver! –Chilló aterrorizada.

            Intentó soltarse y al no lograrlo, pues el chico era tremendamente fuerte, le dio una patada en el estómago con la que logró liberarse de su zarpa.

            -Morirás -protestó el chico.

            Ángela se alejó unos pasos pues varios hombres corrían ya hacia ellos y no quería que pudieran inmovilizarla.

            -Lo prefiero mil veces...

            Se dio la vuelta y corrió en dirección al abismo saltando con todas sus fuerzas al infinito agujero del universo.

            Segura de que se asfixiaría cerró los ojos y cogió todo el aire que pudo para poder despedirse de la vida unos últimos segundos antes de morir de asfixia.

            Tiempo que no supo aprovechar pues al no caer y precipitarse al vacío, como esperaba, abrió los ojos y observó, con sorpresa, el movimiento ascendente de su cuerpo.

 

            No estaba cayendo, vio que se elevaba sobre el pedazo de tierra suspendido en el espacio. Volaba involuntariamente y cada vez más deprisa. La energía que la hacía levitar la devolvía a ese pedrusco flotante pero a muchísima altura. La velocidad de ascenso la hizo apretar los dientes pues era como viajar por una montaña rusa. Pronto vio el origen de aquella fuerza ascendente.

            Desde su altura vio la densa niebla que cubría el Vórtice. Era como observar una pecera o un terrario donde existía un micro mundo. En el centro había un gran lago que se salía por un punto en forma de cascada hacia el espacio y el agua espumosa se disipaba elevándose de nuevo como lo hacía ella. Todo cuanto caía, de lo que parecía una ciudadela flotante, era atrapado por esa fuerza y se elevaba hasta la parte más alta donde un tornado verdoso, suspendido sobre las nubes, causaba una especie de remolino que la llevaba de vuelta a aquel pedrusco del espacio. Al llegar a la parte más alta sintió el frescor de las gotas de agua flotando a su alrededor y sobre su cabeza vio la majestuosa Luna en forma menguante. Nunca la había visto tan grande, su tamaño era la mitad que la Tierra, que se situaba bajo el Vórtice.

            Pero algo más captó su atención mientras se dirigía a mucha velocidad al ojo del gran remolino. A escasa distancia, no más de dos kilómetros de vacío espacial, vio otra roca, aislada del Vórtice que flotaba de la misma manera, con su propio remolino encima, como un templo natural de hielo. Tres inmensas montañas heladas, envueltas en una ventisca eterna. Más allá vio otros islotes flotando en el espacio pero no podía distinguirlos pues estaban demasiado lejos. Parecían huevos colgando de una tela de araña invisible. Todo cuanto vio flotando estaba envuelto por una extraña luz verde similar a una aurora boreal.

            -Estamos suspendidos y atrapados por las gravedades terrestre y Lunar -dedujo Ángela-. ¿Cómo es posible que nunca se haya descubierto este sitio, con todos los telescopios que hay y tanto científico mirando el cielo?

            Era difícil comprender el movimiento de rotación, pero estaba claro que no seguía las mismas normas de la Tierra, ni de la Luna. Ni siquiera entendía cómo podían respirar, tener agua, un ecosistema y todo a una temperatura soportable. Seguramente no había estaciones. La gravedad misma le resultaba un misterio, ¿por qué era similar a la de la Tierra?

            En cuanto llegó al gran remolino perdió de vista el espacio, y se vio envuelta en tinieblas, su estómago se encogió por una vertiginosa caída libre y se empapó ya que era como estar bajo una ducha de agua helada. En su descenso notó que se movía haciendo espirales. Si caía sobre tierra firme... Moriría aplastada.

            Desde las alturas vio, en un valle profundo, que se erigía una estructura gigantesca, una especie de fábrica abandonada con un edificio esférico y varios con forma cilíndrica alrededor. Juraría que ocupaba el mismo centro del Vórtice.  ¿Cómo era posible que toda una ciudad industrial como aquella hubiera terminado allí?

            De pronto el remolino la soltó y el estómago se le subió a la boca cuando cayó en caída libre desde lo más alto del cielo. El último giro dentro del torbellino la lanzó hacia el lago. Aunque la tormenta abarcaba gran parte del Vórtice, incluidas las montañas. Mientras descendía en picado vio que el portaaviones de Alastor estaba sumergido bajo las aguas. Era inmenso pero apenas parecía un juguete en la bañera de un niño. Su trayectoria se alejaba de ese monstruo metálico, y fue a parar a una zona de un azul cobalto hermoso que debía ser bastante profunda.

            El impacto contra la superficie del agua fue suave, pues cayó entre una cortina de lluvia densa. Se hundió dos o tres metros sin haber tomado aire y luchó contra la fuerza de gravedad, con brazos y piernas hasta emerger. Cuando al fin entró oxígeno en sus pulmones, se deslizó como fuego en sus entrañas y necesitó varias bocanadas para respirar con normalidad.

            Al emerger disfrutó de la caricia de las gotas de agua en su rostro y sonrió aliviada. Ahora por fin era libre, podría explorar. Y no tenía intención de confiar nunca más en nadie, salvo...

            -Tengo que volver con ese muchacho y contarle todo.

 

 

            Nadó hasta la orilla que más le sonaba de vista. Necesitó estudiar el entorno porque desde el lago podía ver todo lo que conocía hasta ahora. En una dirección, hacia donde la llevaba la corriente, estaba el fuerte de los violadores, a la derecha vio la playa paradisíaca a la que debió llegar la primera vez y que solo tenía que desviarse para salir por allí. Si se dejaba llevar caería por la cascada y volvería a caer sabe Dios donde, quizás sobre las montañas.

            Detrás o contra corriente había unas islas pero dudaba que hubiera gente pues eran muy pequeñas y apenas tenían vegetación. También vio estructuras metálicas inmensas y oxidadas dispersas por el lago. Una debía ser un barco de guerra, otra un petrolero, más allá vio una torre de hormigón que emergía del agua, y un poco más lejos una gigantesca antena rectangular sostenida por un enorme mástil.

            Antes de aproximarse a la orilla se aseguró de que nadie la esperara en la playa. Aunque era difícil estar segura porque las palmeras y la vegetación podrían esconder a todos los hombres y monstruos del lugar.

            En ese momento amanecía. Por suerte, la lluvia era densa y no la verían desde muy lejos. La mera idea de ser perseguida día y noche por esos animales le hacía bullir fuego en sus entrañas. Si pudiera, los mataría a todos infringiéndoles gran dolor.

            Como un pez varado, siguió nadando hasta cuando la profundidad de las olas la permitía flotar caminando sobre sus manos. Al estar tanto rato con la cabeza pegada al agua supo que era dulce. Con la sed que tenía dio varios largos tragos y quedó más que satisfecha. Jamás había bebido líquido tan exquisito.

            - Un agua estupenda, no hay que preocuparse por morirse de sed en este infierno -susurró.

            Además estaba fría pero no congelada como la que caía por la montaña, en aquella piscina del edificio de duchas del fuerte. Daba gusto bañarse ya que por el día la temperatura rondaba los treinta grados. Era de noche cuando el frío caía con fuerza llegando a los cinco o seis, no tenía forma de saberlo aunque imaginó que la temperatura sería aún más dura si decidía explorar las montañas lejanas. Quizás venían de allí los monstruos nocturnos. Ya decidiría si investigar esas ruinas o no, según se fuera familiarizando con el entorno.

            Al no poder avanzar más reptando por el agua, pues sus pechos ya rozaban la arena, estudió la orilla hasta donde el gris de la lluvia le permitía ver.

            Nadie a la vista. De un salto se incorporó y corrió hacia el follaje de las palmeras. Iba a ser difícil encontrar al muchacho. Necesitaba ver la laguna donde pastaban las ovejas. Buscaría su propio refugio aunque si lo encontraba era secundario para ella pues no pretendía esconderse en una madriguera como un roedor.

            Sus zapatillas estaban empapadas, pero el chapuzón limpió sus ropas de los restos nauseabundos salpicados sobre ellas. Eso le devolvía parte de la dignidad que le habían arrebatado. Pero era demasiado ruidosa con sus pisadas. Demasiadas ramas secas por el suelo.

            Comenzó a caminar cuando estaba resguardada por el follaje y se dejó caer en el tronco hueco de una palmera de un metro de grosor. No estaba fatigada, le faltaba el aire. El oxígeno no era tan abundante como en el planeta Tierra, ahora sabía que muchas cosas no serían iguales. Debía adaptarse... Antes que los demás.

            - Necesito un arma de larga distancia... Un arco.

            Nunca tuvo uno ni los había manejado, pero si encontraba una rama fuerte solo necesitaría una cuerda resistente y se haría uno. Con el machete podría hacerse flechas con todas aquellas ramas secas. Vio dos bastante rectas y no localizó un palo robusto que pudiera hacer de arco. Lo bueno era que había varios tipos de árboles y sus ramas, arrancadas por el intenso viento, yacían como cadáveres en casi cualquier parte donde pisara.

            Sin detenerse se dirigió derecha a las montañas, sin dejar de buscar el palo ideal para su arco. Encontró varios por el camino pero al intentar doblarlos se quebraban con facilidad. Llegó a la falda de las primeras montañas y vio los primeros robles. Allí encontró la primera rama, una casi tan larga como su propia estatura, recta y que soportaba su peso al doblarla.

            - Genial, ahora la cuerda... Si llego a esa fábrica encontraré todo lo que necesito, no puede estar muy lejos.

            Con el paseo entró en calor y comenzó a correr, como en sus entrenamientos. A pesar del hambre que tenía, su cuerpo parecía no necesitar alimento. Aquel agua le había devuelto la vida y la energía. Cada vez que se cruzaba con un riachuelo se inclinaba y volvía a llenar su estómago. Por desgracia no encontró peces, de otro modo hubiera sido una buena forma de matar el hambre.

 

 

 

Comentarios: 9
  • #9

    Tony (sábado, 28 marzo 2020 04:12)

    Ya tengo casi lista la siguiente parte.
    No penséis en más violaciones u os perdéis lo mas interesante.

  • #8

    Alejandro (sábado, 28 marzo 2020 00:40)

    Yo todavia estoy esperando la siguiente ronda.

  • #7

    Vanessa (viernes, 27 marzo 2020 05:21)

    Vaya, qué interesante. Es la teoría más loca que he escuchado en mucho tiempo. Me pregunto qué tanto de verdad tendrá esta historia (y no me refiero a las violaciones, eh). Las clases de física serían más divertidas con unas historias como ésta.
    Espero que estéis pasando un buen rato en casa todo el día, chicos.

  • #6

    Tony (jueves, 26 marzo 2020 07:42)

    En realidad no es algo tan desconocido. Lo que pasa es que se llama, en términos mas conocidos, Ionosfera.
    Buscad imágenes en internet y veréis el Vórtice.
    Ya hablé de como funciona y por qué esos pedazos de Tierra nunca se han detectado.
    En “El investigador que interrogaba a las paredes” un científico explica que el porta aviones donde viaja Alastor trata de demostrar una teoría suya: El triángulo de las Bermudas es la zona de la tierra más afectada por en flujo irregular de una energía casi desconocida por los hombres: Los cinturones de Van Allen. Una especie de misma cósmica que rodea la tierra (La ionosfera) compuesta por partículas energéticas que al ser impactada por tormentas solares las absorbe y se hace visible dando lugar a las conocidas auroras boreales.
    Pero la ciencia “mundana” (la que conoce todo el mundo) no dice mucho más. La realidad es que es muy sensible y cuando recibe una tormenta solar, además de proteger nuestro planeta de sus terribles radiaciones (que serían letales para la vida), esta capa al ser golpeada se ilumina de color verde y se deforma de la misma manera que si fuera una capa de aceite que recibe un golpe. La ionosfera fluctúa y llega a rozar la superficie terrestre. Siempre lo ha hecho y siempre lo hará, pero solamente desde que él ser humano ha sido capa de crear grandes campos magnéticos, nos ha afectado y causado las misteriosas desapariciones del siglo XX. Antes no se producían.
    De hecho en el triangulo de Las Bermudas no es el único lugar donde se producen pero es el mas llamativo por su tremenda cantidad de trafico marítimo.
    Un barco está envuelto por un campo magnético y si la Ionosfera lo envuelve, lo atrapa, lo hace desaparecer y entra en juego el gran remolino que aparece en esta parte. El Vórtice en realidad es un inmenso pedazo de tierra arrancado por la ionosfera debido a la existencia de una central nuclear en Venezuela y que los jamás reconocieron ante el mundo su desaparición por incumplir todas las normas mundiales. Al no poder explicar los motivos de la desaparición tan limpia y misteriosa, han preferido el silencio: https://m.youtube.com/watch?v=chXoC4vTHi4

    En “los grises” se explicaba mejor. Pero entiendo que como ya no podéis leerla, debía contarlo.
    Espero haber resuelto vuestras dudas. No os preocupéis, no he contado nada que pueda afectar el desarrollo del Vórtice.

  • #5

    Alfonso (jueves, 26 marzo 2020 02:31)

    Ya que todos estáis agregando preguntas sin resolver, yo agregaré dos más: ¿Cómo sugió el Vórtice? y ¿por qué nadie en la Tierra conoce de su existencia? Sería un buen tema de discusión para la siguiente parte. En especial porque el encierro obligatorio nos da mucho en qué pensar.

  • #4

    Jaime (jueves, 26 marzo 2020 01:19)

    Como mencional Lyubasha y Yenny, todavía hay muchas incógnitas por resolver. Nunca me hubiese imaginado que el Vórtice fuese un esteroide gravitando entre la Tierra la Luna. Y todavía falta explicar cómo esa niebla verde funciona de portal entre la Tierra y el Vórtice. Quizá la forma de regresar sea atravezando la niebla verde en el momento y tiempo adecuados.
    Espero que todos estéis teniendo una cuarentena divertida.

  • #3

    Lyubasha (miércoles, 25 marzo 2020 16:54)

    Gracias por haber actualizado la historia.
    Me ha gustado mucho este capítulo. Ahora todavía tengo más curiosidad que antes por saber qué es el vórtice. Me pregunto si las criaturas que aparecen durante la noche no serán habitantes de la isla a los que la energía del vórtice ha afectado de forma negativa, aunque creo que todavía tendremos que esperar para saberlo.

  • #2

    Yenny (miércoles, 25 marzo 2020 14:13)

    Gracias Tony por hacerte tiempo para subir esta parte.
    Aunque no ha avanzado la historia si es interesante conocer un poco más del vórtice y como funciona, ahora queda la duda de saber que son esas criaturas lo único que se sabe que la luz les afecta y son muy primitivos, por un momento pensé que iban a ser zombies o algo así pero parece que no.

  • #1

    Tony (miércoles, 25 marzo 2020 01:51)

    Disculpad la espera. Como podréis apreciar, este ha sido un capítulo más laborioso porque he dedicado gran parte de mi tiempo a hacer la ilustración con la que espero poner la portada del libro.
    Espero que, si no os gusta mucho, al menos os de algo más de información acerca de lo que es el Vórtice.