La isla de los caminantes sin alma

15ª parte

 

            Así lo hicieron una y otra vez sin descanso, animados por que sabían que pronto podrían escapar de esa isla. En una hora de faena Brigitte comprobó que el tanque de depósito no admitía más queroseno.

            Cuando Antonio salió llevaba los pantalones en la mano y los tendió al Sol, sobre el asfalto, los tenía empapados. Sus piernas desnudas estaban más blancas que la leche. Sus zapatos chapoteaban empapados. Curiosamente el queroseno que chorreaba su ropa parecía agua fría cuando exprimió las perneras aunque el fuerte olor a alcohol demostraba que no era eso.

            - Dejaremos las celebraciones cuando estemos en Tahití, ¿te parece? -bromeó Brigitte al verle en ropa interior.

            - No quería llevar eso puesto cuando el Sol lo haga arder -replicó él.

            - ¿Cuánto tiempo hace que no te cambias los calzoncillos? -siguió bromeando ella al verlos tan sucios.

            - Si quieres me los quito, estaré más fresquito.

            - Como si no te hubiera visto desnudo antes...

            - No desde que tengo este cuerpazo de escándalo -se jactó él, sonriendo como un idiota.

            - No me hagas reír -sonrió ella.

            Brigitte tocó los pantalones, asombrada.

            - Caramba, ya están secos. Se evapora rápido esta porquería.

            - Vaya por Dios, ¿entonces posponemos el sexo? -bromeó Antonio, recogiéndolos y  volviéndose a poniéndoselos.

            Ella se limitó a reír mientras le miraba de arriba abajo como si nunca antes se hubiera fijado en él. Seguía siendo su esposo pero parecían haber pasado diez años por él en lugar de unos meses, desde su boda. Su pelo negro era ahora largo y le cubría las orejas. Su habitual barba de tres días era una densa y tupida capa negra que estaba salpicada con canas y su cuerpo, antes demasiado delgado para su gusto, estaba bastante más cebado. Lo curioso era que sus piernas seguían musculosas, sus brazos y pectorales también, pero su barriga parecía propia de una mujer preñada. Aun así sentía tanto amor que, si no hubiera sido por las prisas y el riesgo de estar tan expuestos, hubiera hecho el amor con él allí mismo. La felicidad de estar juntos, después de todo el tiempo que había creído que estaba muerto, era difícil de controlar. Aún se preguntaba si aquello sería un sueño dentro de una horrible pesadilla.

            - Deberíamos irnos ahora que no hay zombis -opinó ella-. Seguro que nos da tiempo a encender la avioneta y despegar...

            Antonio terminó de vestirse, abrochó el botón del pantalón y se subió la cremallera. Se los notó algo sueltos, no sabía si porque habían dado de sí por el queroseno o porque había perdido peso esos días en la isla. No sería tan extraño, se habían mantenido con latas de refrescos y bolsas de cacahuetes.

            - Ni hablar -protestó él-, basta con que se nos cruce uno para fastidiarnos el despegue.

            - Pero si se dispara demasiado pronto no te dará tiempo a llegar -protestó Brigitte, deteniéndole posando su mano sobre su antebrazo.

            Antonio sacó la pistola de la parte de atrás de su calzoncillo y se quedó pensativo. Miró a lo lejos y se alejó.

            - No te preocupes, súbete, y cuando escuches el primer disparo enciende el motor.

            - ¡Yo no sé hacerlo! -protestó ella.

            A regañadientes él regresó y la invitó a meterse en la avioneta e invitarla a entrar al asiento del copiloto. Por alguna razón no parecía tan pequeño el habitáculo como cuando entró por primera vez. Quizás era que había perdido más peso del que pensaba.

            - Gira la llave y dale a esas dos palanquitas. Espérame y cuando llegue,...

            - ¿Por qué no nos marchamos sin más? -se quejó ella-. ¿Y si te pasa algo?

            Antonio suspiró dudando.

            - En cuanto enciendas el motor vendrán todos...

            - Oh, no, no, no puede ser... -repitió ella, asustada.

            Antonio no entendió, Brigitte estaba aterrada mientras miraba por la ventanilla.

            - ¿Qué ocurre?

            - Es la criatura...

            Como si la hubiera escuchado, la criatura emitió un feroz aullido que dejó helada a la pareja. Había aparecido por la parte derecha de la espesura y su enorme porte se veía colosal incluso en la distancia.

            - ¿Nos dará tiempo? -preguntó él.

            - No, ese monstruo es muy rápido -respondió ella.

            El monstruo caminaba hacia la pista de despegue como si supiera que tenían que ir por allí para escapar.

            - Vamos no tenemos otra salida -ordenó Antonio-. ¡Arranca el motor!       

            Mientras decía esto, Antonio cerró la puerta del aparato y se colocó como pudo en el asiento de pilotaje. Ella giró la llave animando las hélices con las explosiones típicas del arranque y comenzaron a girar a gran velocidad. Pulsó las palancas que le había indicado Antonio y los indicadores se movieron hasta colocarse en sus niveles apropiados. Altitud cero, el avión estaba situado en dirección norte, el combustible estaba al cien por cien, el tren de aterrizaje listo...

            Una vez a los mandos del aparato, Antonio tiró de la palanca que había entre ellos hacia atrás y la velocidad de la hélice aumentó haciendo temblar el aparato. Poco a poco fueron tomando velocidad mientras la bestia galopaba directa hacia ellos casi a la misma velocidad que la avioneta se precipitaba hacia la bestia.

            - Abre la ventanilla, ¡dispárale! - ordenó Antonio.

            - ¿Qué? -se asustó ella-. ¿Cómo se abre? No creo que unas balas sirvan de mucho contra esa cosa.

            - ¡Hay que apartarla de nuestro camino!

            - Esquívala -exclamó Brigitte, asustada.

            - Ya no podemos, la suerte está echada -aceptó él al ver a la criatura a menos de veinte metros, trotando como un caballo hacia ellos mientras la avioneta aún no se movía lo suficientemente rápido.

            Tiró de la palanca hacia atrás todo lo que pudo y tanteó el timón por si podían levantar el vuelo. No tenían suficiente velocidad y el encontronazo era inminente, Antonio cerró los ojos y tiró del timón hacia arriba con todas sus fuerzas.

            - ¡Aaaaaah! -gritó Brigitte, que tampoco quiso mirar.

            Como por un milagro sintieron que el aparato se empujaba hacia arriba. La avioneta se elevó en el cielo y pasaron por encima del hocico de la criatura, que trató de morderles en el aire y no les alcanzó por unos centímetros. Vieron que centenares de zombis estaban llegando al aeropuerto, a plena carrera, cuando ya estaban a más de diez metros sobre el suelo. Antonio soltó un grito de júbilo y Brigitte vitoreo con los brazos arriba.

            - ¡Lo hicimos, Tony! ¡Iuuuuuuuuuuujuuuuuuuuuuuuuu!

            - ¡¡Buuuuu!! -chilló él, eufórico-. Al final no ha sido tan difícil.

            - Sabía que juntos sería coser y cantar.

            - Prométeme que no vas a querer volver a esa isla -inquirió él con seriedad.

            - Tú no te mueras y no tendré que hacer tonterías -recriminó ella.

            Durante unos minutos respiraron y asimilaron el giro que habían dado los acontecimientos. Habían conseguido escapar de la isla de los zombis después de dar por perdida toda esperanza. Estaban vivos y ya solo sería cuestión de tiempo volver al mundo y tratar de olvidar aquella horrible pesadilla.

            - Al final no sabemos qué pasó con esa gente -se lamentó Antonio-. ¿Qué enfermedad tendrían?

            Brigitte le miró con una sonrisa radiante.

            - Traje el diario que encontramos, no soy tonta -replicó ella, sacando el manuscrito de entre su blusa.

            - Genial, estaremos más entretenidos en el camino de vuelta. ¿Quieres leerlo? -invitó Antonio.

            - Yo lo leeré, tú no te pierdas en el Pacífico, comprueba lo que tengas que comprobar y no te despistes, luego te lo cuento.

            Antonio sonrió y observó el radar. No había nubes, no había objetos en el cielo. Giró el timón hasta que comprobó que viajaban al sudeste. Siguieron ascendiendo y cuando alcanzó los quinientos metros de altura estabilizó el aparato en el cielo sin cambiar el rumbo.

            Durante quince minutos ella leyó el diario pasando páginas muy deprisa. Antonio estaba impaciente para que le contara algo y ella lo terminó de leer en media hora hasta que finalmente lo cerró, satisfecha.

            - ¿Qué cuentan los supervivientes?

            - Fue una plaga que se extendió en cuestión de semanas. Según cuentan, algún turista fue el que la trajo. Después de la epidemia en la que murieron más de doscientas personas, un par de semanas más adelante, de la noche a la mañana el pueblo se llenó de zombis y los pocos supervivientes trataron de contenerlos con armas de fuego. Al principio un cura y una monja intentaron dar cobijo a los supervivientes y los zombis parecían huir de sus signos religiosos por lo que pensaron que eran demonios, había quien pensaba que se trataba del Apocalipsis y la resurrección de los muertos. Se acogieron a sagrado pensando que Dios vendría a salvarles desde el cielo, con un carro de fuego. Pero su fe no les sirvió de nada, hace menos de un año los zombis invadieron el hospital donde se refugiaban a pesar de que pusieron cruces en todas las puertas. Los pocos que quedaron volvieron al hotel y se establecieron allí hasta que llegamos. El diario habla de cientos de supervivientes que sucumbieron en el hospital, por lo visto cientos de nuevos zombis, sólo se salvaron una veintena de ellos. Luego cuenta cómo uno a uno, los que habían sobrevivido iban perdiendo la cabeza, unos salían y se exponían para que los zombis les convirtieran, otros se suicidaron porque perdían la esperanza de salir de la isla. Cuando llegamos debimos enloquecerles con la profecía del carro de fuego que vendría del cielo, de que podrían huir en la avioneta. Estaban realmente desesperados por salir. Al final se limitaban a escribir para comentar cómo moría el siguiente. Lo extraño es que no se menciona en ningún momento ese monstruo.

            Antonio se quedó pensativo unos instantes y sonrió.

            - A lo mejor es un perro al que mordieron y mutó, vete tú a saber -trató de explicar Antonio.

            - Quizás... Tiene sentido, se comportaba como un perro... Espera, ¿lo has vuelto a hacer? ¿Has hablado con ella?

            - ¿Con quién? -preguntó.

            - Ya sabes con quién, esa tal Génesis, la que decías que te hablaba en la cabeza... Me lo dijiste antes de volverte zombi.

            - Esa no es Génesis, mujer. Yo hablaba con Verónica.

            - No te enrolles, ¿has hablado con ella ahora? ¿Te lo ha dicho? ¿Realmente era un perro que mutó?

            - Yo que sé -espetó Antonio-. No me ha dicho nada, simplemente me lo he imaginado.

            - ¿Cómo pudiste guardarme un secreto así? -increpó Brigitte, enojada.

            - Bueno, no pensé que pudieras creerme.

            - ¿Y esa furcia que dijiste que se acostó contigo?, ¿era verdad?

            - No mujer, eso fue para que me dejaras tranquilo, no quería hacerte daño al convertirme en zombi.

            Ella se tranquilizó un poco al oír eso.

            - Más te vale... Más te vale...

            Antonio suspiró aliviado.

            - Seguramente fue una mutación de algún perro mordido -completó ella, mirando por la ventanilla hacia las nubes.

            - Ya no importa, no volveremos a ese lugar nunca más.

            - Alguien debería destruir la isla, lanzar una bomba o algo así, no hay nada que se pueda salvar y es un peligro si alguien llega y consigue salir estando infectado, imagínate…

            - Nadie nos creería si les pedimos que la destruyan -alegó Antonio.

            - Seguramente saben lo que pasa -dedujo Brigitte-, por eso no se operan vuelos a Tupana desde hace tanto tiempo. Mejor será no decir a nadie que hemos pasado unos días ahí, puede que nos metiéramos en líos.

            - Tienes razón -aceptó Antonio.

            - Pero,… Hay una cosa que me intriga del diario -añadió Brigitte.

            - ¿Qué?

            - Dice que la enfermedad la trajeron los turistas...

            Antonio la miró sorprendido.

            - ¿Y qué? -preguntó él.

            - Claro, ¿pero turistas de dónde? -finalizó Brigitte.

 

 

 

 

           

           

FIN

 

 

 

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Comentarios: 12
  • #1

    Carla (sábado, 12 noviembre 2011 15:14)

    Weeeiiii...!!! Se salvaron! :D Que bueno que has podido terminarla. Estuvo buena, la historia en general!

  • #2

    yenny (sábado, 12 noviembre 2011 16:29)

    Que bueno que se salvaron aunque avanzo un poco lento la historia pero lo mejor es que ya paso el bloqueo Tony y espero que no regrese por muchoooo tiempo.
    Cuidate.

  • #3

    x-zero (sábado, 12 noviembre 2011 21:12)

    para mi que alastor fue el que trajo la plaga 7.7...bueno no importa, realmente avanzo muy lento esta historia, espero que ya no te bloquees y lleguen pronto las vacaciones para que descanse tu cerebro y tu cuerpo, y puedas imaginar mas cosas (:

    salu2

  • #4

    Tony (sábado, 12 noviembre 2011 21:46)

    Sí, ha sido una historia lenta. Quería hacer sentir la angustia y la soledad de quedarse encerrado en una isla así. Pero creo que me ha pasado como en la película de Naufrago (de Tom Hanks), tanto realismo puede ser aburrido como para hacer una historia de ello.
    No os preocupéis las próximas serán más movidas.

  • #5

    Vanessa (domingo, 13 noviembre 2011 20:49)

    que bueno que se salvaron y estoy de acuerdo con yenny y x-zero avanzo lento pero me gustan las historias largas y con intriga siempre con un misterio :D
    Cuidate mucho.

  • #6

    edma@620 (miércoles, 16 noviembre 2011 14:37)

    brutal!!! no tngo palabrass... me tenias en suspenso en toooda la historia!!

  • #7

    ale (jueves, 17 noviembre 2011 19:57)

    esta mus buenaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
    el final te deja muy intrigado verdad
    si la mutacion fue por cualpa de turistas de donde venian estos ?

  • #8

    Yinesa (sábado, 28 enero 2012 01:25)

    wao me ha encantado esta historia, y m e alegre mucho cuando vi que Antonio se salvo,felicidadez Tony escribes fantasticamente, me pregunto como es que no has enviado esto a holliwood? XD ... Felicidadez sigue asi :)

  • #9

    Lyubasha (lunes, 20 febrero 2012 22:10)

    ¡Por fin he acabado el relato! Es tan interesante que lo he leído prácticamente de un tirón. Cuánto me alegro de que Antonio y Brigitte se hayan encontrado de nuevo (al final acerté con mi teoría de que no estaba realmente muerto).
    Y ese final abierto... espero que más adelante sigan investigando sobre esa isla y descubran quién introdujo el virus. También tengo una teoría sobre eso, pero de momento prefiero no decir nada ^_^

  • #10

    Edmaa620 (miércoles, 04 abril 2012 02:03)

    La historia estuvo super interesante me encanto .... me intriga ese final
    ...... estaría genial q escribieras una continuación o algo así para saber quién o quienes fueron los que trajeron ese virus ala isla

  • #11

    Natalia (lunes, 17 diciembre 2012 17:20)

    Ya me preocupaba que Antonio y Brigitte no sobrevivieran, sin ellos, ya no habrá mas historias increíbles.

  • #12

    HernanAponte (viernes, 09 agosto 2013 22:21)

    Increible y magnífica! Como todo lo que escribes antonio! Me la leí en una tarde debido a tú capacidad como escritor de enganchar en tus historias! Tienes una gran mente muchacho, cuidala; Saludos desde venezuela!