Tierra de dragones

14ª parte

 

         Despertó con un fuerte dolor de pecho y escupiendo agua. Jaime sonreía triunfal a escasos centímetros de su cara y aún la tapaba la nariz.

         La ayudó a levantarse y notó su pecho dolorido. Sus manos y piernas temblaban, puede que de frío o de miedo o ambas cosas. Estaba viva y dio gracias A Dios por ello.

         — ¿Qué susto nos has dado? —La reprendió Elisa.

         Intentó contestar pero no tenía voz. Estaba llorando de alegría y al mismo tiempo de rabia por estar a punto de morir al intentar esconderse esa maldita cueva.

         — ¿Y ahora qué? — Preguntó Alfonso al muchacho.

         Chemo se encogió de hombros.

         — A partir de aquí, todo ha cambiado. Pero mis recuerdos siguen ahí, estoy confundido.

         — Lógico, de aquí no salimos vivos —protestó Jaime—. Excepto Alfonso, claro.

         Chemo miró a su madre.

         — Yo creo que aun podemos cambiar eso.

         — Hay un pasadizo ahí adelante —sugirió Alfonso. Si lo despejamos de escombros puede que encontremos una salida.

         — Ya conocemos una —replicó Jaime señalando al agua—. Sé que te mueres de ganas por ver lo que hay ahí, pero no vamos a hacer algo temerario por tu curiosidad.

         — Yo lo veo de otra forma —contestó—. Si estuviera solo trataría de despejar ese acceso y posiblemente gracias a eso podré escapar con vida.

         — Yo no puedo moverme —intervino Yenny.

         — No tentemos al destino —replicó Elisa—. Cuando se vayan esos soldados estaremos a salvo y podremos salir por donde hemos entrado.

         — Estoy de acuerdo —apoyó Vanessa.

         — Estás sólo, Alf —concluyó Jaime.

         — Sí, pero no voy a estar aquí de brazos cruzados —dijo malhumorado.

         Se marchó al fondo de la galería, hasta donde las luces terminaban abruptamente entre escombros.

         — Todo es empezar. Si no hay nada, al menos no me habré aburrido.

         Agarró un trozo de hormigón y lo puso a un lado. Pesaba mucho y sus puntas le arañaron los dedos. Pero el hueco no era mas alto que él, rozaba con cabeza el techo y con tiempo y ganas quizás descubría a donde iba ese pasadizo.

         — Ahora sé que estoy haciendo lo correcto, soy el único que sobreviví.

 

 

         El traje de grafeno era un milagro tecnológico que les confería una piel de resistencia equiparable a una pared de ladrillo. Aunque soportaba bien las bajas temperaturas, cuando sudaban y su cuerpo trataba de enfriarse, el traje se lo impedía y en media hora de caminata tuvieron que quitarse el casco pues empezaba a ser insoportable. Al no poder verse y no encontrar ningún peligro optaron a desactivar su escudo óptico ya que corrían el riesgo de ir cada uno por su lado. Tres horas más tarde habían guardado en traje en las mochilas y caminaban en ropa interior, pues podía más el agobio del calor que el sentido común y el pudor. No había Sol, la luz tenue de la luna atravesando las nubes no parecían justificar la temperatura que rondaba los cuarenta y cinco grados.

         — Si esto es de noche, no quiero ni pensar el calor del día —protestó Antonio.

         — Esto es un infierno —apoyó Abby.

         Durante horas siguieron caminando hasta que vieron a lo lejos un barco anclado en medio del desierto.  Era un gigante de hierro oxidado al que los rigores de la sequía le habían condenado a una eternidad, enraizado en el Arenal eterno.

         — Es imposible que estemos en un puerto —protestó ella.

         — Al ritmo que íbamos como mucho estaríamos en Segovia o Ávila  —respondió él.

         — A no ser que lo haya traído un tsunami —rebatió Abby—. No sabemos que ha pasado. Deberíamos vestirnos, puede que haya alguien viviendo ahí.

         — Tenemos el escudo óptico, activémoslos.

         — Por supuesto. Pero si hay algo ahí quisiera la protección del traje. Si nos disparan no tendremos tiempo de vestirnos cuando estemos desprotegidos.

         — Supongo que tienes razón —aceptó.

         Dejaron caer sus mochilas y sacaron sus respectivos uniformes de combate. El calor les hacía sudar tanto que fue difícil conseguir enfundárselos. Especialmente para Antonio, que estaba usando el traje de John Masters y aunque era elástico no fue hecho a su medida. Le apretaba en el estómago y espalda. Lo bueno era que parecía más en forma de lo que estaba realmente.

         Rodearon la estructura oxidada y no encontraron un acceso. Aparentemente era un fósil de las antigua humanidad. Uno del tamaño de un estadio de fútbol.

         — Si no hay nadie ahí, que parece una fortaleza, dudo que aún queden humanos vivos —sentenció Antonio.

         — Mira —señaló Abby un pedazo de barco alejado unos veinte metros.

         Era una plancha de acero con varios soportes clavados en el suelo de polvo.

         — Parece una entrada —añadió.

         Corrieron hacia allá y la examinaron detenidamente.

         Antonio la golpeó como si fuera una puerta y sonó hueco.

         — No se escucha nada, esto está muerto —observó Abby.

         — Desactiva el escudo —recomendó Antonio—. Imagina que alguien llama a tu casa y te asomas y no hay nadie.

         — No lo creo prudente —replicó—.  Puede que nos vea un dragón y tendríamos serios problemas. Y lo que es peor, lo atraeremos a quien se refugia aquí si es que se esconde gente.

         Antonio trató de levantar la plancha de hierro pero no logro moverla ni un centímetro.

         — Ayúdame —pidió.

         — Es mejor que nos vayamos, no me gusta este sitio.

         — Puede haber alguien que nos diga que ha pasado.

         — Debes comprender que nuestra historia suena a locura. Si les contamos que venimos del futuro nos matarán por locos.

         —Ni siquiera sabemos eso, mejor no decimos de donde salimos.

         Antonio se quitó el casco, decidido, y desactivó su escudo óptico. Golpeó con fuerza la plancha y gritó: ¡Hay alguien ahí!

         — ¿De dónde sales? —Preguntó un hombre a su espalda.

         Al volverse encontró a un tipo sucio con una raída cazadora de cuero, corpulento, rubio y pelo largo que sonreía de forma chulesca. Había salido de un agujero hecho en la arena que tenía una trampilla similar a la de un submarino.

         A continuación del saludo dejó salir a otros con atuendo similar, armados con hachas rústicas y armas de fuego hechas de chatarra.

         — Me alegro de veros, sois los primeros humanos que veo hace tiempo —saludó Antonio cordial.

         — El sentimiento es compartido, ¿verdad, muchachos?

         Hubo un murmullo de risas burlonas.

         — ¿Hay más supervivientes?

         — Los cuatro somos los últimos del campamento —respondió el rubio—. Me gusta tu ropa, parece calentita.

         — Demasiado —se sinceró.

         — ¿Y ese casco? —Se burló uno de los compañeros. Ese era alto, musculoso y con tatuajes hasta en la cara—. ¿Eres astronauta o algo así?

         No le gustaba el tono burlón que empleaban.

         — Es una larga historia. ¿Es este un lugar seguro? Deberíamos entrar y ponernos a cubierto de dragones.

         — No es una buena idea —replicó el rubio—. Estábamos a punto de marcharnos.

         — ¿Me das el casco? —Dijo uno de los dos bajitos, tenía voz de chica. Al mirarla directamente se dio cuenta de que lo era pero estaba rapada.

         — No es mío, ¿Puedo hacéis unas preguntas?

         — Cógelo Jill, ahora es tuyo —contestó el rubio.

         Antonio retrocedió alarmado.

         — No quiero problemas, por favor mantengan la distancia.

         — Yo lo flipo con el pollo este —dijo el tatuado—. Es educado hasta para amenazarnos.

         — No les he amenazado, ustedes están siendo...

         — Dale el casco a Jill, gilipollas.

         Antonio corrió para alejarse y se lo puso en la cabeza. Después activó el escudo óptico y los cuatro se quedaron paralizados.

         — Ha desaparecido —dijo la tal Jill.

         — Pero ¿Qué le pasa a esta gente? —protestó Antonio.

         — Parece que van a lo suyo —confirmó Abby.

         — Hay que sacarles información como sea.

         Los cuatro empezaron a asustarse al darse cuenta de que no era un truco y ya no estaba.

         — Era un fantasma —dijo el rubio.

         Antonio volvió a quitarse el casco para que pudieran oírle.

         — ¿Lo quieres? Toma.

         Atizó con el en la cabeza al rubio. A pesar de ser tan duro era algo flexible por las fibras de grafeno y no le hizo más daño si le hubiera dado con un balón de fútbol.

         — Mierda.

         Los otros tres se pelearon para entrar en la escotilla y entre empujones desaparecieron tirándose dentro de cabeza.

         El agredido se quedó paralizado pasando en todas direcciones.

         — ¿Cómo te llamas? —Le rodeo con cuidado de no mover arena en sus pasos.

         — Irving —respondió el rubio.

         Antonio le robó el arma que empuñaba por si tenía tentación de disparar.

         — Muy bien, voy a matarte a menos que me respondas inmediatamente.

         Examinó rápidamente el arma, una especie de trabuco hecho con restos de chatarra. Puede que tuviera un sólo disparo, en caso de que estuviese cargada.

         Por el temor del saqueador, pues levanto las manos al decir eso, lo estaba.

         — ¿Qué año es?

         — El fin de los tiempos.

         — Ya, pero no he preguntado eso. Responde o te reviento.

         — Nadie cuenta los días hace demasiado tiempo. Es difícil sin Sol. Diría que han pasado cinco inviernos desde que el mundo se vino abajo.

         — ¿Qué sucedió?

         — ¿De qué planeta ha salido que no se ha enterado de la guerra?

         — Si aprecias tu vida habla. ¿Qué cojones le ha pasado al planeta?

         — Hubo una gran epidemia. Fue en el año 2012. Varios países se contagiaron de un virus terrible que convertirá a la gente en caníbal. Se empleó todos los medios para detenerla, armas atómicas inclusive. Hubo un grupo de soldados de élite o algo así que lograron contener la epidemia por la fuerza y con una vacuna. Lo malo es que ya era demasiado tarde para frenar la proliferación de los monstruos. Aún hoy siguen luchando con la esperanza de recuperar nuestro planeta. Pero están demasiado ocupados matando monstruos como para ocuparse de los supervivientes.

         — Lo que dices no puede ser —replicó Antonio.

         — Desde luego que sí, abra los ojos. Mis padres nunca volvieron del trabajo, tuve que huir fuera de Madrid porque la ciudad se convirtió en un infierno. Fue duro sobrevivir los primeros años, pero logramos asentarnos, los que resistimos nos hicimos fuertes aunque luego aparecieron los monstruos.  Nos pilló por sorpresa y han ido aniquilándonos. Los grupos grandes se convirtieron en un blanco predilecto, nos dispersamos... Nos distanciamos. La resistencia aparece de vez en cuando pero no por nosotros sino porque buscan al más grande de los dragones. Uno colosal de más de treinta metros de alto. Hasta le temen los demás dragones. Cuando Saeco aparece, sólo puedes esconderte. Ni las armas de plasma que usan contra él pueden herirle.

         — ¿Cuánto tiempo hace que no veis a otros humanos?

         — ¿En serio no sabes nada de todo esto?

         — Soy un viajero del tiempo. De donde vengo este año no había ningún monstruo.

         Irving soltó una risotada de incredulidad.

         — ¿Y puedes llevarnos de vuelta a ese presente alternativo? Pagaré lo que haga falta.

         — No, mi máquina está destruida.

         — Pues que lástima.

         — Si pudiéramos viajar, ¿a donde irías, Irving?

         — A 2012. Un avión aterrizó en Japón, el origen de la epidemia. Le aislaron pero por lo visto tenía un virus que contagió a todos los que tuvieron contacto con él.

         — Eso es imposible, en mi tiempo no ocurrió.

         — Si pudiera volver a ese aeropuerto incineraría el aparato con todos sus ocupantes. Mi mujer y mi hija seguirían vivas, como el resto del mundo.

         — Ya...

         Irving siguió con las manos en alto un rato y cansado protestó:

         — ¿Puedo bajarlas ya?

         No hubo respuesta.

         El viajero del tiempo se había marchado.

 

Comentarios: 10
  • #10

    Yenny (sábado, 07 enero 2017 16:34)

    Creo que puedo decir por todos que te mandamos los mejores deseos y rogamos por que todo salga bien en la operación y una pronta recuperación, pero igual aunque sea escribe para saber que te encuentras bien.

  • #9

    Tony (sábado, 07 enero 2017 13:01)

    Este martes me operan de las cervicales. Voy a estar bastante inútil bastante tiempo aunque espero poder subir una continuación antes de ese día, puede que el lunes. Seguramente si pueda seguir escribiendo, pero si no, ya sabéis porque es.
    Voy a necesitar buenos deseos y oraciones, así que cuento con vosotros.

  • #8

    Lyubasha (sábado, 07 enero 2017 10:20)

    Hola a todos, he tenido mucho trabajo y no he podido pasarme antes a comentar. Por cierto Tony, espero que te encuentres mejor.
    A mí también me hacen gracia los comentarios de Chemo.
    Tengo muchas ganas de que aparezca la continuación para saber qué hay en los pasadizos y descubrir más cosas sobre el mundo en el que están Tony y Abby. Espero que le hagan caso a Alfonso, si en el pasado fue el único que consiguió sobrevivir deberían confiar en su intuición.

  • #7

    Yenny (martes, 03 enero 2017 17:33)

    Los comentarios de Chemo no tienen pierde siempre me hacen reír. lo digo en buen plan me gustan sus ocurrencias hasta me alegran un poco el día. Por favor Chemo nunca dejes de comentar jeje

  • #6

    Chemo (martes, 03 enero 2017 03:18)

    Feliz Año a todos vosotros. Que el nuevo año llene de salud y bienestar a todos, en especial a Tony. Me alegra que Chemo siga vivo en la historia. Ojalá use sus dotes para ligarse a alguna de las chicas del grupo, jaja.

  • #5

    Alfonso (domingo, 01 enero 2017 17:53)

    Feliz Año a todos vosotros. La historia está muy interesante y, como dice Jaime, hay muchas cosas que parecen no encajar. Esperemos que Tony pueda cuadrar los acontecimientos para que no queden dudas al respecto.
    Por cierto, deberían hacer caso a Alfonso y escapar por el pasadizo. Al menos él fue el único que escapó con vida.

  • #4

    Yenny (sábado, 31 diciembre 2016 22:33)

    Por fin nueva parte, Feliz año a todos espero que este sea mucho mejor y que mejores pronto Tony :)
    Concuerdo con Jaime en que este tipo de historias con viajes en el tiempo nunca logran calzar al 100% y espero que esta historia sea la excepción.
    Pienso que en una situación así se le hace caso al único que sobrevivió, ojalá ayuden a Alfonso a despejar el pasadizo y escapen.
    Chicos saludos a todo si festejan no se excedan y los mejores deseos para este nuevo año.

  • #3

    Tony (sábado, 31 diciembre 2016 01:36)

    Desde luego que siempre se pueden escapar algunos cabos, como dices, es difícil que todo case a la perfección. Pero aunque esta siendo más complejas que otras, y parece haber perdido toda coherencia, lo tengo muy claro en mi cabeza y espero que quede muy bien explicado al final del relato. Si no se entiende algo por favor preguntarlo para que lo cuente en los capítulos finales en lugar de tener que explicarlo por los comentarios.

  • #2

    Jaime (sábado, 31 diciembre 2016 01:29)

    Hola Tony. Espero que te recuperes pronto y que puedas seguir deleitándonos con tus historias. No puedo creer que ya haya transcurrido un año. Feliz Año 2017 para ti y tu familia.

    La historia está muy interesante pero desafortunadamente el tema del viaje en el tiempo siempre trae paradojas y huecos argumentales que casi nunca he visto resueltos satisfactoriamente. Y no tiene toda la culpa del escritor, sino que el tema es bastante complejo. Y aquí hay demasiados. Espero que al final la historia tenga sentido.

  • #1

    Tony (jueves, 22 diciembre 2016 15:18)

    Gracias por tu preocupación, Yenny.
    A pesar de que no puedo escribir demasiado, algo sí he podido. Espero poder sacar parte nueva antes de que termine el año.

    ¡Feliz navidad a todos !