Antonio tragó saliva y por primera vez se alegró de no contar con la presencia de Ángela. De haber sido una lucha a muerte habría ganado ella sin ninguna duda, todos parecían pensar algo similar, aunque por las miradas asustadas de sus compañeros, supo que ya no habría buen rollo ni chistes.
- ¿Vamos a pulsar ese botón? -Preguntó Chemo.
- Esto me recuerda a las películas de Saw -comentó John, impasible-. No debemos seguirle el juego o terminaremos matándonos entre nosotros.
- No hay salida, si no hacemos nada nos matará de hambre hasta que nos matemos unos a otros -replicó Jaime.
- Maldita sea, ese ordenador es tan viejo para que no tenga internet -protestó Antonio-. Tenemos que pedir ayuda a Montenegro.
- No nos han dejado los trajes de grafeno -comentó Vanessa-. Estamos incomunicados y sin armas. ¿Por qué no nos mata ya en lugar de…
La muchacha no pudo continuar porque las lágrimas brotaron de sus ojos y su garganta se bloqueó por la angustia.
- Tranquila -animó Chemo-. Saldremos con vida. Todos.
- Yo creo que no es lo que estáis pensando -opinó Antonio-. Veréis no ha dicho que vaya a matar a nadie de forma explícita, ¿cierto? Y ha añadido que no nos ha matado porque desperdiciaría nuestra sangre.
Todos le miraron y, al sentirse el centro de atención, carraspeó nervioso.
- Veréis, los vampiros no pueden beber sangre muerta. No somos botellas, como imagino que estáis pensando, no creo que quiera cortarnos las venas para llegar sus cantimploras de sangre. Ha mencionado que le gusta ver el miedo en la gente, este genera en la sangre unas hormonas que deben dar un sabor especial a sus víctimas. Somos de EICFD y él es miembro del consejo. ¿Mataría a sus propios perros de caza un cazador?
- Si le muerden la mano, apuesto que sí -respondió John.
- Lo ha dejado muy claro, es justo lo que pretende -afirmó Vanessa.
- Pero esa sangre no le sirve -explicó Antonio-. Si hay algo cierto en las leyendas de vampiros es que si beben de un muerto, ellos lo pasan realmente mal, pueden perder incluso la consciencia, podrían volverse zombis. Tengo la teoría de que un zombi es un vampiro recién nacido que ha digerido sangre muerta, por eso no tienen conocimiento de nada. Pueden adoptar la edad de esa persona porque digamos que toman esa juventud de ella. Incluso podrían transformarse en animales si se alimentan de ellos.
- Un zombi come carne viva -recordó Chemo-. Esa teoría tuya es ridícula.
Antonio se quedó pensativo y reestructuró su teoría.
- Probablemente un vampiro no se recupera comiendo cuerpos vivos. Necesitaría beber solamente su sangre, su sistema digestivo puede colapsar y por eso tienen tanta hambre a pesar de comer incansablemente carne caliente y viva. No digieren comida.
- ¿En qué te basas para decir toda esa sarta de tonterías? -Preguntó Vanessa.
- Soy… Escritor, me gusta atar cabos.
- Pues no nos convence -protestó la chica.
- No se puede negar que no quiere nuestra sangre muerta -defendió Jaime-. Y tiene razón Antonio, ha dicho que podría matarnos o dejarnos matar pero es más divertido vernos metidos en su juego. ¿Y si no consiste en matarnos? Deberíamos ver de qué se trata.
John levantó la mano como si estuviera en una clase y esperó a que todos le miraran.
- ¿Vais a hacer caso a este? ¿Qué sabrá él de vampiros? -Consultó John sombrío-. Llevo casi toda mi vida de servicio persiguiéndolos y jamás había escuchado nada igual.
- ¿A cuántos vampiros has cazado, capitán? -Preguntó Antonio.
- Ellos nos han cazado más bien -respondió.
- Yo he conocido a una de las hijas de Rodrigo, Samantha. Ella me ha contado muchas cosas.
- Estupendo, ¿por qué no la llamas con tus poderes psíquicos? ¿Cómo podemos matarlo? ¿Eso lo sabes? -Insistió retador Masters.
- No, no lo sé. Alastor murió porque desapareció en una realidad alternativa creada por los grises. Probablemente siga vivo en el espacio, a varios años luz de la Tierra. Rodrigo debe ser igual, si lo matamos, si lo descuartizamos y lo quemamos, aunque enterremos sus cenizas en un cementerio bendecido por un sacerdote, la noche le devolverá la vida. Solo se me ocurre mandarlo de viaje por el tiempo y que no pueda volver.
- Buena idea, lumbreras -protestó Chemo-. Pero decirlo en su casa es como un poco estúpido, ya no podremos llevarla a cabo porque le has puesto sobre aviso.
- No importan las ideas que tengamos -desengañó Antonio-. Bien pensado no creo que ninguno salga de aquí con vida. Somos los únicos que sabemos que los consejeros son todos vampiros y además bastante difíciles de matar.
- ¿Sabías que no se le puede matar y aceptaste esta misión? -bufó Chemo-. ¡Eres idiota o qué te pasa! Tenías que habérnoslo dicho.
- ¿Me habríais creído? -respondió, encogiéndose de hombros-. Y además igual no te diste cuenta de que no quise venir, fue una orden directa de Montenegro. Y si hacéis memoria, ya os intenté persuadir porque no teníais un plan. Y por si fuera poco, habéis matado a la única que podía haber acabado con él. No soy yo aquí el único estúpido.
- Ella mató a Don Paco, lo hizo dos veces -razonó Jaime-... Mierda…
-¿Qué ocurre? -Preguntó Lyu.
- No está muerto. Ángela no sabía que era un vampiro. La primera vez lo metió en una bañera de ácido y no le dejó oportunidad de volver, pero la segunda solo le disparó. Los restos quedaron en el halcón… ¿Qué hora es?
- Don Paco está vivo -escucharon por los altavoces, entre risas-. ¿No os lo dije antes?
- ¿Y entonces esta misión a qué viene? -Protestó Antonio-. Montenegro lo sabía. ¿Por qué nos mandó aquí para matarte?
No hubo más respuestas. Pero ya era bastaste escalofriante que Rodrigo escuchara todas sus conversaciones. Además con gusto, a juzgar por el tono de su voz.
- En el peor de los casos -expuso Jaime-. Sí que querrá que nos matemos entre nosotros, pero no le daremos facilidades. Si quiere matarnos tendrá que venir él mismo a hacerlo.
- La cuestión es que el tiempo pasa. ¿Pulsamos el botón? -Preguntó Lyu.
- ¿Tenemos elección? -Añadió Vanessa.
- Dijo que quería jugar, ¿creéis que se refería al sexo? -Dudó Chemo con media sonrisa nerviosa.
- ¡Por favor! -Protestó Lyu-. Siempre pensando en lo mismo. ¡Hasta cuando estás en peligro de muerte!
- Dijo que le gustaba vernos -se defendió el joven-. Y… ¿Habéis olvidado el jardín que tiene?
- Deja de decir chorradas, ¿quieres? -le regañó Vanessa.
- Vale, disculpad. Pero no sería tan mala cosa, morir en una orgía.
Todos bufaron, aunque Chemo soltó una risilla y dio un codazo de complicidad a Jaime. Éste se rio un segundo, pero dejó de hacerlo en cuanto Lyu le miró de reojo.
John se acercó a la cajonera mencionada y fue abriendo los cajones con cautela. El primero estaba vacío, el segundo tenía una biblia tan vieja que parecía que se rompería si alguien la tocaba y en el tercero vio un pequeño estuche. Lo abrió y descubrió que dentro había una pluma dorada con un bote de tinta negra con etiqueta llena de caracteres chinos.
- ¿Se podría usar como arma? -opinó Jaime.
- Lo dudo, a menos que sea veneno… -replicó Lyu.
- Ahí está -expresó John-. ¿Qué hacemos? ¿Lo pulsamos?
- Mirad en el cajón de la pluma hay un papel -señaló Vanessa.
- Contrato con el Diablo -leyó en voz alta.
- ¿Qué? -Acudieron a verlo, pero Chemo se lo quedó y protegió con su cuerpo, con una sonrisa extraña-. Era una broma. Es un nuevo mensaje de nuestro anfitrión.
- ¿Qué le pasa a este viejo amargado? -Preguntó Vanessa-. Nos tiene fritos con sus estúpidas cartas.
- Léelo Vane -pidió Lyu.
- Trae -ordenó a Chemo la aludida. El joven soldado no se resistió más y se la dio.
Queridos invitados,
La eternidad es muy larga para tratar de soportarla únicamente viendo la bochornosa televisión, su publicidad y sus canales educativos. Entended que tengo gustos más refinados. No disfruto con la sangre, pero sí con un buen campeonato que deje en evidencia a los menos… Listos o afortunados.
Cuando terminéis de leer esta carta, pulsad el botón rojo y os mostraré el escenario de vuestros encuentros. El orden de las partidas no me importa, elegid vosotros cómo enfrentaros.
Ah, no olvidéis firmar el documento. Necesito demostrar que se metieron en esta prueba voluntariamente.
Rodrigo
- ¿Por qué nos deja notitas sueltas? -Protestó Chemo.
- Le gusta jugar con nuestra mente -opinó Antonio.
- A saber, con cuánta gente han hecho esto.
- Pulse el botón, capitán, descubramos lo que nos espera -pidió Jaime.
- Ha dicho que firmemos -recordó Antonio.
- Yo no pienso hacerlo -protestó Chemo.
John miró al resto con la mano encima del botón y todos asintieron.
- De acuerdo, allá vamos.
Lo presionó con decisión y al hacerlo éste se apagó y no pasó nada…
Aparentemente. Porque pronto comenzaron a sentir una extraña sensación: Como un ascensor bajando. Vanessa corrió a las ventanas a ver lo que pasaba, pero el paisaje no cambiaba. Seguían a diez metros de altura.
Antonio la siguió y examinó el paisaje.
- Es de mentira, no vemos el exterior.
Cuando la planta entera se detuvo sonó una campana típica de ascensor y la puerta principal se abrió.
Al asomarse vieron tres mesas circulares con un tablero de ajedrez con dos taburetes con una alfombra circular de dos colores, roja y azul. Era una sala extraña, sus paredes eran negras y el suelo moqueteado estaba cortado en los círculos de cada mesa. Había veinte mesas repartidas por la sala.
- Sois seis, por lo que podéis repartiros por parejas -escucharon la voz de Rodrigo.
- Yo no soy buena en ese juego de viejos, me niego a jugarme la vida -protestó Vanessa-. Por favor, si la última vez que jugué debía tener diez años.
- Yo tampoco jugaré, no vamos a seguirte el juego -protestó Lyu.
- Está bien -preguntó la voz de los altavoces-. Voy a tener que ponerme drástico porque odio que no se tomen en serio las normas.
Un panel del techo se desplazó y apareció un reloj de números digitales de color rojo. En el tiempo aparecía "0:00".
Todos se miraron sin entender.
- Esto seguro que no lo ha montado por nosotros -dedujo Lyu.
- No reveles mis secretos, muchacha -escucharon por los altavoces-. ¿Qué tal si jugamos al juego de las sillas? Voy a poner en marcha el temporizador, el que no se haya sentado cuando llegue a cero caerá al vacío.
Todos se miraron asustados.
- Comenzar a caminar alrededor de las sillas por favor.
No se movieron.
- Preparados, listos -la voz de Rodrigo era irritantemente infantil-. Ya.
El temporizador del techo se puso en marcha desde la cuenta de diez segundos. El primero en sentarse fue Chemo, luego Antonio en otro tablero. Los demás se miraban asustados cuando la cuenta estaba en 6.
5, 4,…
Lyubasha se sentó en la silla que no tenía a nadie delante.
3, 2…
Jaime y Vanessa se miraron pero fue Jaime el que actuó primero y se sentó frente a Masters. Vanesa miró a Chemo pero antes de decidirse, Lyubasha se levantó inesperadamente y se puso con Antonio, dejando su tablero vacío. Él único sitio que quedaba.
- ¡No! -Gritó Chemo.
1…
Antes de que se cumpliera el tiempo se sentaron en la mesa que faltaba, juntos. Cuando el reloj marcó 0, el suelo cayó en peso muerto hasta desaparecer en la negrura. A los pocos segundos escucharon que se detenía en seco muy abajo.
Estaban en tres columnas partidas con un tablero de ajedrez ante ellos. El vértigo les hizo agarrarse a las mesas. En el techo había tres focos, uno enfocando a cada mesa.
- ¡Por qué te has cambiado, imbécil! -Protestó Vanessa.
- Maldita sea, esto no es divertido -dijo Chemo, con los ojos rojos, aguantándose las ganas de llorar.
- Lo siento, pensé que con él tendría una oportunidad -explicó Lyu.
- ¿Por qué? -Chilló Vanessa, cerca de la histeria.
- Creo que le gusto, me lo dijo el otro día. Él me dejará ganar.
- Ya, pero no debes gustarle ahora que sabe que mataste a su novia y que esperas que se muera para salvarte a ti.
Lyu le miró sonriendo con miedo, tampoco ella sabía qué era lo correcto, como todos, solo quería salvar su vida.
- No puedo morir aquí -dijo él, con tristeza-. No importa quién se ponga conmigo, mis hijos me necesitan.
- Mi hija también -replicó ella-. No estamos aquí para decidir el que merece más vivir.
- Lo siento -sentenció Antonio-. Tendrás que ganarme. Y te advierto que sé jugar muy bien.
- Pues empieza por explicarme cómo se juega, nunca he jugado… Desde que mi padre intentó enseñarme y le mandé a la mierda. Creo que los peones solo mueven una, ¿no?
- ¡Tengo una pregunta, Rodrigo! -Exclamó Jaime.
- El jugador dos puede hablar -respondió el aludido por el altavoz, imitando a un comentarista deportivo, demostrando lo mucho que disfrutaba del espectáculo.
- Somos tres grupos, tras la prueba quedaremos impares. No podemos jugar una partida de ajedrez entre tres.
Rodrigo se rio por el comunicador.
- Los afortunados que sobrevivan, podrán disfrutar del siguiente juego -desengañó Rodrigo-. Solo os puedo decir que será muy divertido.
- ¿Haces esto a menudo? -Preguntó John-. ¿Cuánta gente has traídor aquí?
- Capitán, por sus años de servicio responderé a sus dudas, aunque me esperaba que tuvieran más… Imaginación. La gente desaparece sin dejar rastro, eso lo saben ustedes de sobra. Los miembros del consejo somos responsables de mantener un orden estable en el mundo. Los gobiernos son marionetas que manejamos con nuestras influencias. Si no fuera por nosotros, ¿Quién crees que haría posible que puedas ir a un mercado y comprar la comida que necesitas? Existe un equilibrio muy precario que es inevitable ver amenazado por aquellos que no hacen lo que se les exige. Llega un momento en la vida de las personas que el azar o su mala suerte les lleva a la ruina y con ella arrastran a sus familias al desastre. Deben más dinero del que pueden pagar, o simplemente hacen cosas peligrosas para conseguir recuperarse. Lo que llamamos, el germen de la inestabilidad.
Hubo un silencio tenso antes de que Rodrigo continuara.
- Les ofrecemos una salida a sus problemas.
- Maldita sea, eso es asesinato -protestó Chemo-. Da igual cómo lo pintes, el telediario está lleno de noticias de desapariciones ¿y sois vosotros? ¡Estáis enfermos! Toda vida es valiosa.
- No veo que la gente se queje -le ignoró Rodrigo-. ¿Sabes cuántos países controlamos? Digamos que el primer mundo. Si incluimos a Europa como país. Rusia era parte de nuestros dominios, pero últimamente nuestro perro tiende a morder la mano que le ha dado de comer. Tratamos de que vuelva a ser el mismo de siempre, pero va a llevar un tiempo. Cuando miras un periódico, no ves inflación en nuestros dominios. No ves a la plebe intentando entrar en el palacio de congresos para asesinar a todos los que les gobiernan. No hay misiles recorriendo nuestros cielos, no hay invasiones ilegales de un país a otro, genocidios orquestados por el ejército si no es en tierras que son ajenas a nuestros dominios, bandas armadas dominando medio país, ciudades atiborradas de gente pobre muriéndose de hambre o por enfermedades erradicadas hace décadas. No por nada se nos llama primer mundo, el resto es otra cosa que no nos interesa. Pero tenéis que reconocer que tendríais que estarnos agradecidos.
- ¡Eso es manipulación! -Bramó Chemo-. El mundo está así por vuestra culpa. Israel y Palestina, Rusia y Ucrania, ...
- Mis disculpas, muchacho, yo no veo la tele -respondió Rodrigo-. Pero tengo que admitir que me encanta utilizarla para que la gente no crea en nosotros y nuestras prácticas. Es posible que tengas razón, mantener el equilibrio en el primer mundo requiere que no haya parásitos. Pero aquí, para nosotros los consejeros, cada vida es muy valiosa. Por eso traemos a los casos perdidos, saldamos sus deudas, pero no gratis.
- ¿Y qué pasa con los que ganan? -Preguntó John.
- Reciben un cheque de un millón de euros. Aunque os tengo que avisar, se han dado casos que han ganado más de dos personas y otros en los que no gana ninguna. Si se niegan a jugar, no podemos soltarles.
- Esto se sabría, no me lo creo, es muy raro que siendo habitual nadie os haya pillado -protestó Vanessa-. ¿Y los que sobreviven no os denuncian?
- Tienes toda la razón, el cheque no tiene realmente fondos, pero tendrías que ver sus caras de felicidad antes de morir, con ellos en la mano. El sabor de la sangre es delicioso cuando por ella discurre la felicidad.
Antonio miró a Lyu y se preguntó si realmente dejaría salir a alguno con vida.
- Pero vuestro caso es distinto. Aunque salgáis de aquí, seguís estando atados a un contrato de confidencialidad. Si os vais de la lengua podemos haceros desaparecer.
- Podríamos contar todo esto… -dijo Antonio-. Lo podría escribir en mi próximo libro.
Las risas de Rodrigo volvieron a atormentar sus oídos.
- Cuento con ello, querido amigo. No hay fuente menos fiable que tus relatos. Uy, mil disculpas, acabo de revelar a mi pasatiempo favorito. Espero que no tardes mucho en salir… -reía Rodrigo-. Si sales.
El nuevo silencio les devolvió a la realidad. El tiempo seguía corriendo y ninguno movía ficha, literalmente. Los tableros de ajedrez seguían colocados.
-Empiezo yo -alegó Antonio-. Tengo las blancas.
-¿Este es un juego racista o qué? -Protestó Lyu.
-Son las normas -explicó.
-¡Porque tú lo digas! -siguió quejándose la chica-. ¿Alguien puede decirle a este que las mujeres siempre van primero?
-El juego es así -explicó John.
-Joder, los viejos se juntan…
-Tiene razón, truchita -intervino Jaime-. Son las normas.
-¿Por qué me llamas así delante de ellos? -Protestó ella, roja de vergüenza.
-Lo siento.
John fue el primero en mover en su tablero. Movió un caballo a defender la barrera de peones más cercana al rey.
-El tiempo corre -urgió-. Mueve.
Jaime miró el reloj y vio que marcaba 58 minutos y ya iba por 30, 29… segundos.
Antonio movió el peón del rey dos posiciones. Lyu le señaló furiosa.
- ¡Tramposo! -Gritó-. Los peones mueven una vez.
- Al salir pueden mover dos casillas rectas, si no hay obstáculos. Solo el primer movimiento de cada peón -explicó.
- ¿Cómo voy a ganar si lo poco que sé no es correcto? -Se quejó con expresión aterrada.
- Será mejor que te explique entonces lo de comer al paso. Mira si tuvieras un peón aquí…
Cogió uno de los peones negros y lo puso al lado del que acababa de mover. Al posar la pieza sonó una alarma y una sirena roja se encendió sobre sus cabezas. Las columnas comenzaron a tambalearse. Antonio devolvió el peón a su lugar y el ruido ensordecedor se apagó. Su soporte se volvió a mantener estable.
- Solo quería explicarle -se quejó Antonio-. ¡No sabe jugar!
- «Lo siento, el sistema es muy estricto. Cualquier trampa o mal movimiento y os vais los dos a pique» -explicó Rodrigo por los altavoces.
Jaime movió el peón de la reina una posición. John desplegó el otro caballo. Al ver a Jaime, Lyu imitó su salida y movió el mismo peón.
- Muy bien mi niña -sonrió su pareja.
- Tengo miedo -gimió con los ojos enrojecidos.
- Todos estamos acojonados -contestó Antonio.
Mientras tanto Chemo y Vanessa no tocaron el tablero. Él la miraba como si quisiera recordar sus rasgos, su cuerpo sinuoso y no se movía por miedo a que ella le odiara por mover fichas y lo considerara su deseo de matarla.
Ella debía pensar lo mismo porque tampoco movió ni un músculo.
- ¿Sabes lo primero que pensé al verte? -Murmuró como si los demás no pudieran oírlo.
Antonio y Masters hicieron sus movimientos mientras Jaime enseñaba a Lyu con sus propios movimientos.
- ¿Qué tenías que probar mi rajita? -Preguntó ella, intentando sonreír.
- Qué dices, solo digo esas cosas para hacer gracia. Soy un chico sensible, he tenido mis desengaños, no te creas. Pensé… "Esa es la primera chica de piel oscura que tengo el gusto de conocer… Hasta entonces no conocí a ninguna."
- Vaya, qué romántico -protestó ella-. Ignoraba que mi piel fuera tan importante para la impresión a primera vista.
- ¿Bromeas? Aquí las chicas se vuelven locas por ponerse morenas, tú no lo necesitas, y eso te hace tan… Exótica y atractiva que no te imaginas… Pero me intimidaste, me sentí como si conociera a alguien tope famoso, ¿entiendes? Claro, antes de escucharte hablar. Luego me di cuenta de que no eras una diosa, sino una chica más a la que le encanta la cháchara, la ropa y las banalidades y el sexo.
- ¿Es un piropo? -Protestó la chica-. No sé si eres un racista que te crees un don Juan.
- Me gusta estar moreno, es mejor que ser albino. Me recuerda que cada vez que veo a mi abuelo sin haber tomado el sol me dice: "Tienes que salir más, estás blanco como un cadáver."
- Tu abuelo... Es un vampiro -respondió Vanessa.
- Vaya, no digo nada que esté bien -se quejó Chemo.
- Eres un botarate -replicó ella, sonriendo-. Pero me haces reír.
- No puedo ganarte -Chemo cambió su expresión de cordialidad por una de dolor.
Sus ojos se empañaron y las lágrimas brotaron en torrente por sus mejillas. Me rindo. Cogió su propio rey y lo iba a colocar tumbado, en señal de derrota pero su compañera le detuvo antes.
- No lo hagas, por favor. Juega conmigo. Lo mejor que sepas -propuso.
- ¿Y si te gano? -Respondió.
- Dijo que podían salvarse varios -indicó ella-. Podemos empatar.
- ¿Sin hacer trampa? -Preguntó Chemo-. Es verdad… No había caído.
- Por eso digo que eres un botarate. Juega, se nos acaba el tiempo.
Lyu se mostró muy entusiasmada con la idea y miró a Antonio esperanzada.
- ¿Hacemos tablas? -Propuso.
- Eso pretendía -replicó el otro-. No te lo dije porque ignoraba si se puede pactar o está prohibido.
- Jaime, no había caído -dijo John-. ¿Llegamos a las tablas?
- Veremos cómo va la partida. ¿Cómo se hacían?
- Eso déjamelo a mí. Juega y el que vaya ganando solo tiene que ahogar el rey o dejarle sin movimientos a las fichas que queden vivas.
Un pitido estridente se escuchó por los altavoces.
- Permítanme recordarles que no hay ninguna norma que diga que pueden pasar dos personas -explicó Rodrigo-. A lo sumo puede vencer uno. Tablas se considera que han perdido los dos. Podría permitir que se repita la partida, pero eso no les conviene. El que no gane antes de que pase el tiempo, caerá.
- Quedan treinta y ocho minutos -protestó Lyu.
Aquellos últimos datos les obligó a concentrarse en la partida.
- ¿Me toca? -Preguntó Lyu-. Tienes que dejarme ganar, tengo una niña y no puedo morir aquí.
- Yo dos hijos -replicó Antonio-. Por esa regla de tres... Tendrás que ganarme, no veo otra salida.
No volvieron a hablar, comenzó moviendo él, adelantó el peón del rey dos posiciones. Lyu respondió con el de la torre, una posición. A continuación fueron jugando sacando piezas al medio del tablero hasta que Antonio se comió un caballo de Lyu.
- Espera, no vale, no lo había visto -protestó la chica.
- No puedes rectificar, soltaste la ficha -replicó él.
- Yo no sabía esa norma estúpida -lloró ella.
- Está bien… -cedió el hombre.
Pero no tardó en resonar la voz de Rodrigo, omnisciente.
«No pueden rectificar cuando se suelte la pieza. El que haga trampas, será descalificado.»
Lyu le dedicó una mirada cargada de odio. Antonio notó su miedo, súplica y al mismo tiempo culpabilidad por desear que él muriera en lugar de ella. Él tampoco quería morir, pero si ganaba, sería como coger una pistola y disparar a la cabeza de Lyu. Eran él o ella y de pronto se dio cuenta de que a pesar de sus deseos de vivir, no quería cargar con la muerte de su compañera en su conciencia.
Cogió el caballo recién comido y lo miró unos segundos. Si lo devolvía a su lugar, ella sería descalificada.
- Te toca -invitó-. No hay mucho tiempo, quedan quince minutos.
Lyu no sabía jugar, movió inocentemente un peón aleatorio. El colocó su reina amenazando al rey, justo al lado del peón, una casilla atrás, en posición de ser comida por el mismo y la soltó.
- Jaque -dijo.
Lyu le miró con más odio.
Él esperó a que se diera cuenta de que podía comérsela pero ella puso un caballo en medio de la trayectoria y lo soltó.
«Joder» -se dijo-. «Está muy asustada para pensar, ¿Cómo le digo que me coma la reina sin que se note que lo he hecho a posta?»
- Tienes que concentrarte más -le aconsejó-. Analiza cada pieza lo que puede hacer, cubre todas tus piezas y sobre todo come lo que puedas, no tendrás muchas oportunidades.
- ¡No me des consejos! -Exclamó histérica-. Siempre he detestado este estúpido juego de cerebritos.
Antonio agarró la reina. La miró a los ojos, pero ella estaba demasiado asustada por lo que pudiera hacerle con ella. La soltó y movió un caballo al otro lado del tablero.
Lyu le miró un segundo, sorprendida y luego el tablero. Cogió el peón y lo adelantó, evitando comérsela. Un movimiento infantil e inútil que demostraba lo desesperada que estaba de llegar al fondo del tablero sin tener la menor posibilidad de transformarlo en nada.
- ¿Por qué? -Preguntó, confuso.
- No me lo comas -suplicó.
- Pudiste comerme la reina.
Ella lo estudió de nuevo y de sus ojos salió una lágrima de desesperación.
- ¡Ya lo he soltado! -Protestó.
Era inútil, no podría dejarla ganar sin que fuera evidente. Antonio se levantó, miró hacia la cámara y tumbó su propio rey.
- Me rindo -sentenció.
Todos se lo quedaron mirando, Jaime le miraba con alegría por Lyu.
- ¿Por qué has hecho eso? -Protestó ella-. Me estaba dejando ganar.
Antonio se la quedó mirando, sorprendido.
- ¿Qué dices? -Intervino Jaime-. Eres tonta, ¿ya lo habías conseguido?
Hubo un tenso silencio por ver qué sucedía ante esa situación inesperada. Finalmente se pudo oír la voz de Rodrigo.
«Pierden los dos» -se escuchó la voz aserrada por la distorsión de quejumbrosos altavoces.
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Vanessa (martes, 23 julio 2024 02:32)
Tony siempre es una caja llena de sorpresas. No sé si la próxima parte de la Brigada Delta será lo último porque ésta habrá llegado a su fin (RIP) o porque alguien llegará al rescate.
De todas formas, lo peor ya ha pasado, así que me ahora me mata la curiosidad por sabe el destino que Tony ha puesto sobre estos personajes.
Tony (lunes, 22 julio 2024 06:41)
Los juegos de Rodrigo no durarán mucho, la próxima parte después de Abby, será lo último. Pero no sé si os va a gustar su desenlace. Eso sí Vanessa, no dejes de leer por miedo a lo que pase, por favor.
Vanessa (domingo, 21 julio 2024 03:26)
Tenía repelús de leer esta parte por culpa de lo que los chicos me hicieron pensar que iba a ocurrir. Pero me alegra que no fue una carnicería.
Después de lograr pasar esta gran prueba de valor, me alegra tener un pequeño descanso con Abby en la siguiente parte.
Alfonso (sábado, 20 julio 2024 01:29)
I want to play a game
Let the games begin!
Live or die. Make your choice.
Chemo (viernes, 19 julio 2024 14:46)
Yo también estaba esperando los juegos de Saw. Jeje
Y también creo que llegará el Tío Paco a salvar a la Brigada Delta y su sobrijno consentido.
Jaime (jueves, 18 julio 2024 02:02)
Ya estaba esperando unos juegos de Saw y resultó ser un aburrido juego de ajedrez.
En fin, conociendo a Tony, seguramente en la siguiente parte hará su aparición Ángela para recatar a su noviecillo valiente y atolondrado. Jejeje
Tony (miércoles, 17 julio 2024 23:13)
Espero que no os siente mal que lo dje en el momento más crítico.
No olvidéis comentar.