Los mendigos eternos

2ª parte

 

 

 

 

 

23 de junio de 1989

 

 

 

            Quisiera escribir que he conocido gente maravillosa, que lo estoy pasando muy bien y que no quiero que esto se acabe. Seguro que mis padres serían más felices si un día entran en mi habitación y curiosean en mi diario.

            Siento decir que esto está lleno de imbéciles, empezando por los monitores, que nos han agrupado en equipos de dos y me han asignado al chiflado. Admito que hoy ha sido entretenido y no hemos tenido tiempo de hablar de sus locuras, al menos no mucho, y es porque nos han asignado sitio para montar las tiendas de campaña y ha resultado ser más fácil de lo que temía. Después de darle mil vueltas a los palos, Avelino tuvo tiempo de montar la suya y se ofreció a ayudarme con la mía. Aprendí mucho hoy, algo que ya sabía y es que si me hago la tonta cerca de un tonto, este hace las cosas por mí. Es como un perrito, si quieres enseñarle a ir a por la pelota antes tienes que buscarla tú.

            Después de las tiendas hubo un poco de anarquía ya que los monitores estaban entretenidos ayudando a los más peques.

            Yo  estuve visitando a Laura y Carmen, que me empezaron a hablar por que llevé al tarado, que no tardó de demostrar lo hábil que se había vuelto montando tiendas. Luego le dieron la medalla aceptándole en el grupo y estuvimos juntos todo el día.

            Y qué día, en buena hora acepté a Abel como compañero. Lo primero que nos dicen cuando nos reunimos todos es:

            — Muy bien chicos, hoy vamos a aprender técnicas de primeros auxilios, poneos con vuestras parejas y acercaros a la pradera de actividades, junto al lago.

            Sonaba divertido y de hecho lo fue mientras teníamos que nadar cogiendo al compañero del cuello como si estuviera inconsciente. Tengo que admitir que me divertí salvando a ese tarado, que por cierto casi le ahogo porque pesa demasiado y a veces para poder flotar yo le hundía a él. Tiene buen carácter, nunca se enojó conmigo a pesar de que lo hice a propósito alguna que otra vez, pero no me faltaban motivos.

            Después llegaron los torniquetes, eso no fue tan divertido aunque fue interesante, nunca se sabe cuándo lo puedes necesitar. Luego aprendimos señales de humo o debería decir que lo intentamos. Fuimos como indios usando toallas sobre hogueras apagadas con agua. Dudo mucho que nadie entienda las señales, aunque como dijo el monitor lo más importante no es decir algo sino que se notara que lo intentábamos.

            No puedo obviar que también aprendimos RCP, o lo que se conoce mejor como respiración asistida. Eso fue lo primero y tener que hacerlo con el retrasado me ha causado un trauma, prefiero no ahondar en detalles. Baste decir que fue antes de la natación y que tuve ocasión de desquitarme con él hundiéndole a propósito porque quería matarlo. Me contuve para evitar que luego tuviera que besarlo de nuevo en la reanimación.

            Todo el día he soportado que las chicas me fastidien diciendo que es mi novio y que cuándo nos casamos. Esta se la guardo.

            Ahora tenemos que reunirnos todos en cinco minutos, para que nos cuenten la próxima actividad.

 

 

 

 

 

 

 

Más tarde

 

 

 

            Una obra de teatro, aunque no va a ser para hoy sino último día, como despedida. Están repartiendo papeles y por lo visto lo quieren filmar en VHS para nuestros padres.

            Lo mejor es que la obra que van a  representar es “La Celestina” y el papel de Melibea tiene que ser mío (porque seguro que eligen a David  como Calisto, que es el más guapo de todos).

            Estoy muy cansada, ha sido un día agotador.

 

 

 

 

 

 

 

24 de junio de 1989

 

 

 

            Nadie esperaba algo así, estaban asignando los papeles cuando le dio un ataque epiléptico a un niño de doce años. Fue tan inesperado que cayó de cara contra el suelo y se rompió la nariz. Cuando le dieron la vuelta se estaba asfixiando y el monitor trató de abrirle la boca con su mano. Tenía toda la cara llena de sangre y no quise mirar más.

            Aún no lo asimilo, qué enfermedad más horrible. ¿Cómo pueden estar tranquilos sus padres sabiendo que le puede dar en cualquier momento?

            Se lo han llevado al hospital y nos han dejado con la señorita Rotelmeyer. No se llama así ni se parece, pero le han puesto ese mote porque actúa como si le hubieran metido una escoba por ... No quiero escribir groserías en mi diario.

            He intentado acercarme a David, imagino que sería demasiada suerte que nos toque los dos papeles principales de la obra aunque salte a la vista que somos los dos más adecuados. Ha venido la hija del monitor lo que significa que no tengo ninguna posibilidad.

            Es difícil llegar hasta él, siempre está con sus amigos, que son todos mayores y además hay chicas en su grupo. Creo que algunas se drogan porque una de ellas tiene siempre las córneas enrojecidas.  Lo bueno es que no tontea con ninguna.  Y lo malo es que mis amigas lo pueden estropear todo porque no paran de decir que el tarado es mi novio. Me fastidia que lo digan delante de los demás ya que el muy pelmazo no se separa de nosotras. Y encima no habla, es como nuestra sombra permanente.

            Sería tan genial que fuéramos los protagonistas... Hasta podría besarle... Me refiero a David, claro.

 

 

 

            Más tarde...

 

 

 

            Ya empiezan con las gincanas, odio esas pruebas ridículas. Nuestro equipo es patético y tenemos que sufrir mucho para no ser últimos. No tendría nada que ver si David estuviera con nosotros. Abel es más lento que yo y las otras dos son unas pijas de cuidado, ni se esfuerzan ni les importa perder y claro yo no puedo compensarlo sola.

            No quiero ni recordar el ridículo que hemos hecho, qué vergüenza he pasado. La prueba era por equipos y Abel salió primero, las chicas después y yo la última, pero cuando me dieron el relevo David ya había cruzado la meta y el penúltimo salió un poco antes que yo. Al menos conseguí alcanzarlo pero ya nadie miraba excepto los que se rieron de nosotros.

            Le he contado a las chicas que me gusta David —y al tarado para que deje de pensar cosas que no son—. No sé por qué lo he hecho ya que se han burlado diciendo que está fuera de mi alcance y jamás se fijaría en una chica dos años menor.

            — ¿Por qué no? —me defendió Abel—, Emma es la más guapa del campamento.

            Ellas se partieron de risa al escucharle y yo le miré con odio por ridiculizarme. ¿Quién entiende a estos monstruitos? Le dolió tanto mi mirada acusadora que se marchó sin más y sin perder un minuto fue a contárselo a David. Me enteré después, cuando estábamos reunidos en la explanada para el reparto de papeles y me dieron el de Melibea. Calisto era David y cuando creía flotar en una nube de algodón de azúcar, recogimos los panfletos para aprendernos los papeles y las escenas va y me dice (el tarado): Felicidades, parece que también le gustas. Le he dado mi papel de Calisto para que puedas conocerle. Me quedé un poco sorprendida por lo que dijo. Ya me enteré que se lo habían dado a David, pero tardé un par de segundos en comprender que antes se lo dieron a Abel y éste se lo cedió por mí.

            Mi impulso inicial fue abrazarle por lo que hizo, pero cuando nos pusimos a ensayar la primera escena y David no se atrevía a mirarme empecé a darme cuenta del error. Estaba claro, Abel se lo había contado todo y ahora se avergonzaba de hablar conmigo.

            — Me hacía mucha ilusión que me dieran este papel —le dije, emocionada.

            — ¿Ah sí? —respondió colorado por la vergüenza.

            Fue imposible mantener una conversación con él, respondía monosílabos y nunca tuvo interés por mí, le pregunté su nombre pero no preguntó el mío, ni si estaba nerviosa o cualquier cosa. Fue súper incómodo y lo único que pensé fue en estrangular a Abel por meterse donde nadie le llamaba.

            Cuando le pedí explicaciones me dijo que él no le había contado nada, solo le ofreció el papel y lo aceptó encantado. Está claro que miente, David estaba al tanto de que estoy por él, sino no se le vería tan nervioso.

            — Puede que le gustes y no se atreva a hablarte —me quiso explicar Abel.

            — Tú eres tonto, le da vergüenza porque le has dicho que me gusta.

            — Te juro que no —insistió.

            La verdad, no sé que creer. Hoy he tenido demasiadas humillaciones, necesito dormir y descansar.

 

 

 

 

 

25 de junio de 1989

 

 

 

            Los ensayos han sido lo mejor del campamento hasta hoy. Parece que David ya no está tan nervioso a mi lado y hemos podido practicar nuestras primeras escenas entre bromas. Me lo he pasado genial. Ayer me equivoqué al gritar a Abel, era cierto que no le había contado nada a David. Le cedió el papel alegando que le daba vergüenza actuar en público y que prefería algo más sencillo.

            Lo he pasado tan bien que los incidentes de hoy no me han afectado tanto como al resto. Un chico se ha perdido cuando los más peques se iban de excursión al río. El monitor no se dio cuenta hasta que llegaron y pasó lista. Lo más extraño es que nadie recuerda haberlo visto en toda la excursión, era un chico muy tímido que no hablaba. Si no se llega a perder, yo ni me entero de que estaba ahí. Espero que lo encuentren pronto, los mayores han salido a buscarlo por parejas para que nadie más se pierda. Me ofrecí a ir con David, pero se fue con Adrián, explicándome que no sería de mucha ayuda ya que podía necesitar la fuerza de su amigo. Además noté que lo decía con tono protector, creo que le gusto.

            Ojalá pudiera expresar con palabras lo que he sentido hoy cuando recitábamos los textos de la obra. Aun recuerdo sus frases como si me las estuviera diciendo a mí.

            — En esto veo la grandeza de Dios —recitó él.

            — ¿En qué Calisto?— respondí... El primer acto es facilísimo para mí, no como el de David, que le costó muchísimo recitar su segunda intervención sin trabarse leyendo el libreto.

            — En dar poder a la naturaleza, que de tan perfeta hermosura te dotase y hacerme a mí indigno de tanta belleza que solo con verte creo haber alcanzado el cielo y la divina gracia, por méritos que desconozco, me ha premiado con estar en tu presencia.

            — ¿Por gran premio tienes esto, Calisto?

            Me lo sé de memoria porque lo hemos repetido diez veces y cada una creía que me lo decía de corazón.

            —Ten la seguridad de que, en verdad, si Dios me diese en el cielo la silla sobre sus santos, no lo tendría por tanta felicidad.

            — Pues mayor galardón te daré yo si perseveras —respondí.

            Me felicitó porque según él parecía que no actuaba. Le mentí diciéndole que había hecho otras obras de teatro y que la mayor dificultad era aprenderse frases tan complicadas como las suyas. Así también reconocí el mérito de su esfuerzo quitando importancia a sus enredos de palabras y animándolo a que lo hiciera mejor.

            Es medio día, espero que no tarden en encontrar al despistado ese, estoy deseando volver a ver a David.

 

 

 

 

 

 

Comentarios: 7
  • #7

    katti (miércoles, 12 diciembre 2012 21:52)

    Umm interesante Abelino Policarpio.. jejeje esta muy interesante...!

  • #6

    naruto7 (martes, 11 diciembre 2012 04:41)

    Buen trabajo que genial esta parte de la historia, espero la proxima parte pronto

  • #5

    Tony (martes, 11 diciembre 2012 00:27)

    Estoy preparando un índice general con el orden correcto de las historias escritas hasta ahora. Cuando tenga tiempo pondré un enlace en portada.

  • #4

    Meredith (lunes, 10 diciembre 2012 21:47)

    Como puedo llevar la secuencia de la historia
    hay alguna forma q la envien a el correo?

  • #3

    Tony (lunes, 10 diciembre 2012 20:38)

    Gracias Jaime, ya sabes que siempre hago caso de lo que dices, aunque siempre habrá algo más.

  • #2

    Jaime (lunes, 10 diciembre 2012 19:22)

    La historia comienza bien; espero que la acción de la trama empiece en la siguiente parte. Asimismo, espero que Abel demuestre sus dotes sobrenaturales para ayudar a encontrar al niño perdido y que la protagonista de la historia acepte a Abel como amigo.

  • #1

    Antonio J. Fernández Del Campo (lunes, 10 diciembre 2012 15:18)

    Podéis comentar aquí lo que os va pareciendo la historia. Y si tenéis alguna sugerencia sobre cómo debería continuar será bien recibida.