Hermanas de sangre

1ª parte

 

 

 

—¡Abre la puerta! —Exclamaba aterrada.

—Espera un momento hija.

Frederick podría estar siguiéndola. Necesitaba entrar ya y su padre solo tenía que descorrer el cerrojo de hierro, ¿a qué estaba esperando? Después de unos interminables segundos los cerrojos se abrieron y vio el rostro de su padre. Su mirada era de dolor y la miraba con lágrimas en los ojos.

—¿Samantha? —preguntó de nuevo.

—Papa, déjame entrar, tengo miedo.

—Sí hija. Pasa.

Abrió la puerta como si le costara trabajo hacerlo. Sufría y ella no entendía por qué, ¿habría muerto alguien? Se apresuró a entrar y cuando le dio la espalda a su padre golpeó en la cabeza con algo metálico y duro. Cayó semi  inconsciente y sintió cómo la daba la vuelta mientras lloraba de desesperación. Sam luchó por volver a moverse pero la cabeza seguía retumbando y sentía cómo si le sangraban las encías. Su pecho se negaba a respirar. El golpe casi la había matado aunque notaba que su cráneo seguía entero.

Quiso preguntarle por qué la golpeó pero él no parecía querer escucharla. Entonces vio que en sus manos tenía un martillo y una estaca de madera.

—Adiós hija mía —dijo, con las lágrimas chorreando por su rostro—. Te quiero...

Ella se resistió y consiguió mover las manos tratando de detenerlo, pero su fuerza no tenía nada que hacer con la de su padre. Este le colocó la estaca en el pecho y con la maza se la hundió, atravesándole el corazón hasta sacarla por la espalda y clavándola al suelo.

Razda deseaba entender por qué la estaba matando la persona que más quería en el mundo, cuando vio por el rabillo del ojo la figura de un jorobado. Antes de perder el último aliento de vida, escuchó:

—Ha hecho lo correcto, señor. A partir de la media noche, solo vienen ellos.

 

Abrió los ojos y no vio nada, olía a madera y humedad. En seguida se dio cuenta de algo terrible: ¡La habían enterrado!

Le dolía todo el cuerpo, como si se estuviera quemando por dentro. Tenía una piedra en la boca, las manos atadas y algo clavado en el pecho la impedía respirar.

Forzó las cuerdas de las manos, las notó débiles. Giró las muñecas y las partió sin demasiado esfuerzo.

Se sacó lo que tenía en la boca, era grande y le costó mucho conseguirlo. Quien le pusiera ese ladrillo le había clavado los dientes a conciencia. No quería que pudiese sacarlo sin desencajar sus mandíbulas.

Pero no le importó el dolor de sus labios, al forzar la apertura de los mismos más allá de su límite natural. Sacó el ladrillo lentamente, notando que los colmillos no lo ponían fácil.

Al fin tenía la boca libre y dejó caer el pedrusco a su lado.

El pecho le ardía, se lo palpó y notó que algo sobresalía justo sobre el corazón. Sintió un dolor terrible a tocarlo, tan fuerte que le recorrió toda la columna. Aun así lo agarró y tiró hacia fuera, hasta sacarse la estaca. No podía entender cómo seguía viva, pero al sacar eso se sintió mejor. La quemazón de su cuerpo desapareció y pudo volver a descansar.

 

La despertó una pala golpeando sobre la tapa del ataúd. Era un ruido molesto, que no podía ignorar, ¿por qué interrumpían su plácido sueño? Estaba tan cansada...

Siguieron rascando ahí fuera, quien quiera que fuera parecía muy interesado en sacarla de allí. Ni siquiera se había planteado que quería salir.

La tapa se abrió y le cayó tierra encima. Entornó los párpados para ver quién era y se encontró con Frederick, su amante. Pero sus ojos eran rojos y sus largos colmillos le hicieron saber que ya no era un ser vivo, sino algo oscuro y terrorífico... Como ella.

—Estás viva —suspiró aliviado.

—Es imposible, mi padre me mató —replicó, con pesar.

—¿No crees que es hora de demostrarle lo contrario? —Una chispa de malicia asomó a los ojos de su precioso amado.

—Quiero saber por qué...

—Lo sabrás.

La sacó del ataúd y en el impulso de alzarla se fundieron en un beso apasionado, reflejo de lo que antes sentían e intento forzado de provocarse mutuamente sensaciones sexuales humanas. Pero Sam apartó su rostro al descubrir que no sentía nada, su cuerpo ya no podía experimentar placer ni dolor.

Se miraron asustados. Ninguno de los dos dijo lo que pensaba, ella porque suponía que ya se le pasaría.

 

 

 

Acababa de anochecer cuando Sam visitó la casa de su padre. Eran las diez de la noche por lo que provocaría un conflicto mental en él ya que tenía la creencia de que los vampiros sólo llegan a partir de la medianoche.

Al abrir la puerta y verla despeinada, con el rostro sucio de tierra y llorando, su padre la hizo entrar sin pensar.

—¡Razda!

Se dejó abrazar envuelta en el embriagador calor humano que emitía el cuerpo de su padre.

—Estás helada...

—Papá...

—¿Cómo pude hacerte esto...

—¡Aléjese de ella! —Alguien surgió detrás de la puerta y la empujó con violencia lejos de su padre. 

Era un hombre vestido de negro y con varios rosarios colgando del cuello. Las cruces se su pecho eran tan numerosas que Sam no se atrevió a tocarlo.  El individuo levantó una espada sobre su cabeza y asestó un golpe letal en su cuello. Su testa habría salido rodando si no hubiera sido porque su padre se interpuso entre ellos y logró detener la hoja a escasos centímetros de su cuello.

—¿Qué hace? Esta ya no es su hija, no se deje engañar.

—No permitiré que vuelva a morir.

—¡Padre! —Exclamó Samantha al ver lo que se esforzaba por detener al asesino.

De poco le sirvió su voluntad, de un empujón le empujó al suelo y se golpeó la cabeza contra la mesa del salón. Razda le miró confusa, había ido a matarlo y él la defendió... Cuando fue él quien la atacó antes. 

—En nombre del Señor Jesús, te voy a exorcizar. Vuelve al infierno del que procedes y no vuelvas jamás.

La atravesó con la espada y notó el frío acero recorriendo sus entrañas. Pero no sintió dolor sino furia. Le puso la mano en el cuello al que parecía un sacerdote por su forma de hablar y vestir, y lo apretó. Pero el contacto con su piel fue abrasador. Sus dedos se chamuscaron y sintió un dolor espantoso.

—Hija del demonio, mi fe en Cristo me hace inmune a tus argucias.

Agarró la espada con las dos manos y tiró hacia arriba tratando de partirla en dos pero ella golpeó el acero y lo partió. Extrajo la hoja de su pecho y amenazó a su misterioso agresor. 

—Encontraré a tu familia y les mataré ante de venir a por ti. Reza todo lo que sepas a ese señor tuyo.

Apretó la espada entre sus dedos y la partió en pedazos como cristal fino. Prefirió hacer esa demostración en lugar de tratar aniquilar al arrogante cura con la sabrosa idea de hacerle sufrir por el miedo de no saber a quién mataría primero.

Salió corriendo de la casa y saltó la muralla de la villa sin dificultad alguna.

 

En cuanto se reunió con Frederick y se lo contó todo se dio cuenta de un detalle importante. No tenía ni idea de quién era ese sacerdote.

—No te preocupes, estaba con tu padre. Él sabrá quién es y te lo dirá antes de que le matemos.

—Él me defendió...

—No confundas la locura con amor. Recuerda quién te clavó la estaca.

—Le convenció el jorobado. 

Frederick no insistió al sentir el dolor de sus palabras.

—Yo lo mataré. Decidiré cuando.

Él asintió.

—No pensaba robarte ese placer.

 

La noche siguiente Frederick la acompañó a la villa y se limitaron a observar, oler y escuchar lo que pasaba dentro de la casa. Eran tres los invitados de Florencia enviados por el mismísimo papa en respuesta a la demanda por causa de las muertes que estaban causando. Habían pasado tres semanas desde su transformación lo que dejaba más de veinte víctimas en la región de los Cárpatos... Solamente de ella sin contar lo de Frederick.

—Hay que cazar a los demonios que nos acosan —esperaba en jorobado en la reunión.

—No podemos hacer más que esperarles y aprovechar las ocasiones que se nos presenten —hubo una pausa, Sam olió un aroma agrio como sudor frío.

—Siento lo que ha pasado, monseñor —escuchó la voz lánguida de su padre.

—Debe entender que ya no es su hija. Viene a matarlo, ¡no se deje engañar por sus argucias!

—Lo sé... Lo sé.

—He rodeado la casa con sal marina bendecida, los ajos de las puertas los espantaran. Pero si vienen esta noche procurarán que les abramos ya que no pueden entrar si no se les invita. Si viene abra la puerta, fingir que la quiere hágala pasar y cierre en cuanto entre. ¡No debe volver a escapar! ¡No lo olvide!

—Puedo hacerlo.

Sam miró de reojo a su compañero y éste la sonrió con suficiencia. Eso era todo lo que necesitaba oír. Él tenía razón, era imposible que su padre volviera a aceptarla. Con un gesto de cabeza la ordenó a alejarse de la casa con él.

Una vez fuera de la villa fueron a una caravana de gitanos y saciaron su sed de sangre con dos de ellos, dormidos en tiendas de lona. Esta vez no mataron a nadie. No era necesario si lograban alimentarse sin ser descubiertos.

  Con fuerzas renovadas y sin la sed nublando su juicio regresaron a la villa donde ella nació cogidos de la mano y sin miedo a nada, pues ya pasaba la media noche y nadie de la región osaba salir de sus casas. Era como un pueblo fantasma con ristras de ajos por todas las puertas y ventanas. 

Samantha comprendió que la fastidiaban cuando se acercó a una casa y trató de arrancarlos. Era un olor nauseabundo y no podría soportar que sus manos se impregnaran de esa sustancia repugnante. Ni siquiera podía acercarse a menos de un metro.

—Hoy acabaremos con nuestros enemigos y mañana buscaremos un nuevo hogar  —siseó Frederick entremezclando su voz con las cigarras nocturnas.

—¿Cómo?

—Te dejarán entrar y yo te acompañaré sin que me vean. Será divertido.

 

Comentarios: 7
  • #7

    Yenny (sábado, 14 mayo 2016 00:16)

    Creo que Chemo se enojó porque cree que no nos acordamos de él, yo si me preocupo por ti Chemo :(, tus comentarios son muy divertidos, regresa :(

  • #6

    valeria (viernes, 13 mayo 2016 03:37)

    Tengo una duda Cómo fue que ella se convirtió si no comió la carne y otra cosa en a partir de la media noche dice que Sam tiene el pelo negro acaso le cambio con la transformación.
    me encantan tus historias Tony sigue así te léelo desde el 2012 :)

  • #5

    Ariel (martes, 10 mayo 2016 20:45)

    Aunque nunca fui muy fan de las historias de Sam, admito que me da curiosidad conocer más el origen de ella

  • #4

    Tony (sábado, 07 mayo 2016 16:14)

    No pensaba ni llegar hasta diez. A lo sumo siete u ocho. En la próxima parte ya cuento muchas cosas y lo que falta, como dices Jaime, no da para mucho más.

  • #3

    Jaime (sábado, 07 mayo 2016 14:52)

    La historia parece interesante. Aunque presiento que la historia probablemente no dé para mucho, no más de diez partes, o corre el riesgo de aburrir.

  • #2

    Yenny (jueves, 05 mayo 2016 01:00)

    Un poco corta esta parte, casi la mitad es de A partir de la medianoche.
    Espero que en esta historia se aclare como fue que Samantha se convirtió en vampiro en la anterior no quedó eso claro.

  • #1

    Tony (jueves, 05 mayo 2016 00:41)

    Espero que os haya gustado el comienzo. No os vayáis sin comentar.